29 julio: Dos
nuevas posibilidades
Otro
día con posibilidad de elección en las lecturas, aunque si se sigue la Instrucción
del Misal Romano no hay duda que se prefiere seguir en la lectura continua. La
otra posibilidad es el Evangelio que iría con la memoria de Santa Marta, esa mujer que aparece en dos evangelios como amiga del Señor. Yo insistiré en las lecturas del lunes 17º. Y
me detengo en la 1ª lectura que vuelve a tocar indirectamente el tema de los “ídolos”. Se ha ido Moisés al Monte y allí pasa 40 días
en la presencia de Dios, que le entrega las Tablas de los mandamientos. Pero
hasta la cima del monte sube un clamor sospechoso. Y Moisés baja y se encuentra
con que el pueblo aclama un becerro de oro como imagen de su Dios. Y digo “Dios”
con mayúscula porque ni el pueblo ni Aarón han pretendido un ídolo, sino –dado que
Moisés se retrasa- el pueblo necesita plasmar de alguna forma su adoración a
Dios, al que le han prometido hace poco hacer todo lo que Él mande.
Pero
Dios había dicho expresamente que no se hicieran imágenes de Él. Sabe Dios muy
bien que los humanos pasamos fácilmente de lo espiritual a lo material… Que
empezamos por razones del espíritu y acabamos en sentimientos muy humanos. Y que del ídolo (cualquier “cosa” o persona a
la que de alguna forma prestamos una “veneración”) saltamos sutilmente a “endiosar”.
De la representación se puede pasar sin sentir a un “becerro de oro” al que
finalmente se “adora”. Y nunca se había pensado ni pretendido pero las transferencias afectivas se producen sin
sentir. De una reliquia, de una “devoción”, de una “forma” de expresar una fe…,
es facilísimo hacer la transferencia
y que el objeto (“cosa” o persona) acabe convirtiéndose en el semi-dios que constituye el “ídolo” real
y concreto de cada uno. Hasta el
evangelio se puede constituir en ídolo cuando queda sólo como libro piadoso, o se intenta buscar en él lo que
agrada y va dejando uno lo que no agrada.
Al final, en cualquier caso, a Dios se le ha sustituido por “una
representación”, y el alma no va derecha a Dios sino dando rodeos que hasta
pueden no llegar a acabar en Él. Fácil
de comprobar cuando determinadas devociones no conducen en absoluto a lo
esencial, y pueden “venerarse” otras formas externas, y prescindir totalmente de
los Sacramentos, que son la respiración de la fe y de la Iglesia.
Tenemos
en la retina, con admiración y gozo, la gran concentración de Río, con más de 2
millones de jóvenes… alrededor del Papa. Yo digo siempre que espero a “mañana”.
Porque si no, también puede constituirse ídolo engañoso ese boom de unos
emocionantes días. Pero ¿cómo se traducirá eso cuando esos mismos jóvenes
vuelvan a sus casas, sus universidades, sus discotecas, sus relaciones afectivas,
su modo de encauzar una pareja hacia el matrimonio, el respeto esencial por la
vida que debe ser concebida y debe nacer, por el sentido sagrado de la familia,
las responsabilidades sociales, la vida cristiana "a a manera de Dios"…, etc.?
El
Reino de Dios, nos enseña Jesús, es algo que comienza de forma muy
imperceptible. Que cada joven de esos es
–cuando ya está solo o en su grupo cristiano- una pequeña semilla... ¡Ahí debe
haber algo que imante y que deje impacto para que vengan pájaros de todos los colores para anidar en esas ramas!
Que
cada uno, joven o mayor, tomemos profundamente en serio que la Iglesia no se
hace de granes concentraciones –son convenientes como en las jornadas vividas-
sino de puñados de levadura que se van metiendo insensiblemente en la masa y la
hace fermentar. Y en eso no estamos
nadie exento. Todo fiel cristiano está llamado a manifestar a su alrededor la
alegría de Jesús. Y el Reino de Dios será esa suave extensión, casi insensible,
pero con una fuerza interna irresistible.
[Que bien que esto ya nos es un interrogante a cualquiera de nosotros].
Marta
nos pone hoy una nota de intimidad muy atrayente. Para Marta, Jesús no era sólo
un personaje grande y líder religioso. Para Marta era un amigo de profunda confianza. Las intervenciones que nos narran
dos evangelistas no son las que pueden venir de una piadosa contemplación, sino
de un trato familiar, confiado, muy cercano… Jesús es EL AMIGO al que se le
envía recado –sin necesidad de explicitar más- de que aquel amigo a quien Él ama –Lázaro- está enfermo. Y como Jesús
no ha acudido a tiempo, Marta expresará en semi-queja nacida de lo más íntimo, y
en hondo sentimiento, que si hubieras
estado aquí, mi hermano no hubiera muerto.
Y traspasando los naturales límites de la confianza, llega a insinuarle
el milagro…: Aun ahora sé que lo que
pidas a Dios, Dios te lo concede. Es
una oración de plenísima y bella confianza.
Y
–a lo que iba todo ese relato- la respuesta de Jesús va más allá que lo que
vaya a hacer ahora… Lo que este evangelio pretende dejar claro es que Jesús
es la Resurrección y la Vida, y que así, quien cree en Él, aunque haya muerto,
vivirá. Sin expresar lo que va a
hacer en aquella ocasión, sí está abriendo todo el horizonte hacia la esperanza
del creyente, de todo creyente EN ÉL.
Y
Marta concluye en un acto de fe abandonada: Yo
CREO que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios. Queda el resto para más adelante. Lo que se
había pedido era la fe, y esa fe absoluta que brota de una amistad absoluta.
¿Cuántas veces la religiosidad se limita a una imagen? por ejemplo en Semana Santa.
ResponderEliminar¡Que fácil es profesarse católico en un acto multitudinario con el Papa delante! parece mas difícil en la vida diaria y mas aun ante enemigos de la Iglesia.