27 julio.-
Sigue la siembra
Hoy
estamos ante otra parábola –[Mt 13, 24-30]- con nuevas enseñanzas. El estilo de
Mateo, el mismo: Jesús cuenta la parábola a la gente, y la deja con ella… El
rumiar, calibrar, pensar su sentido y contenido, aplicar las consecuencias…,
eso se lo deja Jesús a las gentes que les escuchan. Lo que significa que hoy, nosotros,
escuchando igualmente de los labios de Jesús es parábola, sin más explicaciones
ahora, ya tenemos material suficiente para pensar y orar con realismo; Jesús no
“ha jugado” a contar enigmas. Ha expresado un planteamiento de Dios, una
realidad del reino de Dios aquí abajo. Y por consiguiente yo estoy metido ahí
en medio y tengo un directo protagonismo en las posibles consecuencias de esa
enseñanza.
Lo
primero, principal, e indiscutible –un principio esencial que viene de la misma
realidad de Dios- es que la semilla que el
dueño pone en manos de los labradores es una semilla buena, de la más
excelente calidad. No podía ser de otra manera. Sembrada en cada cual esa
semilla, los frutos que cada cual tenemos que dar son excelentes.
Matean
las plantas. Y los labradores advierten algo que no pueden explicarse: Tú sembraste semilla buena y limpia; sin
embargo hay cizaña creciendo juntamente…
Y el dueño responde con toda
claridad: Lo ha hecho un enemigo. Mientras que el dueño pretende para su campo
y posterior cosecha lo mejor de lo mejor, un
enemigo, de noche, mientras la gente dormía, sembró cizaña en medio del trigo.
Muy
fácil tendencia –y muy cómoda- es ver en ese “enemigo” al diablo, al maligno… Y
hasta se queda uno como víctima inocente de esa cizaña que estropea la siembra
primera. Pero es posible que otros, con
más sentido de la responsabilidad personal y de la propia realidad, no se vayan
tan lejos, y caigan en la cuenta de que aquel deslumbrante profesor, tan
atrayente por tan libre y abierto…, ha puesto unas semillas de cizaña sobre el
trigo limpio que puso Dios. Aquellos compañeros
de pandilla, de estudio, de conversación…, aportaron su cizaña engañosa. Que uno mismo se basta para encizañar, porque
todos llevamos el gusanillo de lo prohibido, de llegar al límite…, la
curiosidad…, el deseo de falsa libertad…, fueron siendo semillas de cizaña… Y
para colmo, y no ya siquiera “de noche”, los medios de comunicación se encargan
de hacer su agosto en eso de maleducar y de poner al borde de lo prohibido… El
empujoncito final, ni hace falta ya… Uno se sobra y se basta para dejarse
resbalar.
Y
el buen trigo se ha quedado entremezclado con la cizaña (planta maligna de
aquellas latitudes por donde Jesús caminaba).
Y
vienen los labradores que proponen arrancar
la cizaña YA… El dueño, con sensatez, les dice que no puede hacerse porque están
tan raíz con raíz que arrancar cizaña supondría arrancar el trigo. Está Jesús dibujando la vida real, porque el reino de Dios se desenvuelve en la
realidad diaria de la vida. Por eso: dejadlos crecer juntos y yo encargaré a los
segadores del momento final que sieguen el trigo y lo recojan y almacenen; y
aparte sieguen la cizaña y quemen esas gavillas malas…: es menester que se
corte a tiempo y que no se reproduzcan e infesten.
Dos
aspectos hay ahí: uno, que la vida se desenvuelve con esa convivencia del bien
y el mal, los buenos y los malos. Y eso no puede evitarse, ni Dios pretende ir
cortando cabezas de “malos” para salvaguardar a los “buenos”. Hay que convivir,
y en esa convivencia se irá aquilatando la bondad de los buenos.
Y
a su vez, con esa infinita paciencia de Dios, piensa su Corazón de Padre que
esos mismos “malos” han de tener su oportunidad… Lo mismo que el mal infesta al
bien, ¿por qué no va a poder el bien purificar el mal? ¿No es cierto que muchas
“cizañas” se fueron haciendo “trigos”, al contagio con la buena semilla que
mantuvieron otros en medio de esta locura de la vida? ¿Se ha acabado la capacidad del corazón
humano para reflexionar, recapacitar, dar la “patada en el fondo de la piscina”
y salir a flote con una novedad para adelante?
Otra
reflexión personal: en mi hay trigo excelente que apunta a gran cosecha. En mí, sin duda, hay “cizaña” que hace de
lastre en mi caminar diario. Unas veces, se me metido sin saber… Otras
veces me “he metido yo en ese toro”. Unas veces son cosas de más
envergadura. Otras son los detalles
propios de la vida diaria en la que el engaño sutil me puede cambiar el paso
bueno que yo llevaba. ¿Habrá quien crea
que a él no le concierne esta parábola?
¿Habrá quien la pase como meditación
piadosa y no se detenga a descubrir esas cizañas que se han entremezclado –sobresembrado-
en él?
De
suyo es una parábola magnífica para un discernimiento,
porque da varias claves de conocimiento.
La buena semilla va a la luz del día. La mala, de noche (en obscuridad,
en engaño). El buen trigo lo siembran los labradores. La cizaña no tiene “sujeto”…: es “un enemigo”.
El trigo se siembra de pleno derecho. La cizaña se “sobre-siembra” (viene a
invadir un terreno ya cultivado y con dueño propio).
Por
eso nunca puede pensarse que la parábola no va conmigo. En la parábola de la
cizaña estamos comprendidos todos. El engaño
sutil es siempre posible, y hay que estar sobre sí con los cinco sentidos.
El engaño sutil está en que no hay peor ciego que el que no quiere ver y el que tenga oídos
ResponderEliminarpara oir que oiga .