9 julio: Rogad al Dueño que
mande obreros
San Mateo sigue siendo escueto
en la presentación de los hechos. Estamos anta la curación del mudo que rompe a
hablar. Mudo “por causa de una posesión diabólica”…, por estar el hombre “endemoniado”.
Por tanto, en la situación de imposible solución humana, por cuanto el demonio
siempre puede dominar al hombre, y no ya desde situaciones de pecado sino por
esas “posesiones” que tiranizan contra la voluntad de la persona. Llegar Jesús
y liberar de esa “posesión” es algo que rompe moldes…, que sobrepasa toda
posibilidad meramente humana. En efecto:
ha llegado Jesús y ha superado la fuerza diabólica y el mudo atenazado rompe a
hablar.
Esto
no puede dejar impávidas a las gentes. Allí se ha producido un hecho que supera
todo lo posible humano. Y la reacción de la gente, sin entrar en más, es la
admiración por lo sucedido, y la convicción
de que nunca jamás se había visto en Israel una cosa semejante. Otros evangelistas estiran el hecho y dan pie
a más contemplación de personajes. Mateo deja constancia de que en el Israel –tierra
de Dios- nunca se había visto cosa igual, y deja ya para el que reflexiona, un
pozo sin fondo de posibles respuestas.
Lo
único que nos completará Mateo es la otra reacción. Lo que para la gente
sencilla ha sido motivo de admiración –y en el fondo una pregunta con respuesta
admirable-, para los fariseos es que Jesús echó al demonio con el poder del
príncipe de los demonios. No se mete el
evangelista a indagar, a aclarar… Deja ahí ese contraste y nos lo deja a
nosotros, los lectores y fieles, creyentes en Cristo Salvador… Se lo deja así
como pregunta abierta a los judíos (a quienes él dirige su evangelio). Que observen, reflexionen, comparen y saquen
las conclusiones.
No
ha entrado Mateo en más cosas, y lo que hace es abrir horizonte en el versículo
siguiente, que presenta a Jesús recorriendo ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, predicando el
evangelio del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia. La presentación, pues, que deja como una
fotografía de Jesús, es la de quien viene con una enseñanza y poder nuevos, que
son NOTICIA FELIZ, Reinado de Dios (tan deseado), que avala desde los hechos
visibles y palpables de liberación de enfermedad y dolencia: de
toda enfermedad y toda dolencia… JESÚS, pues, LIBERADOR UNIVERSAL, aunque para
Mateo pudiera referirse al “universo de Israel”.
Por
contraste con el rechace fariseo, y precisamente porque es de pena que los dirigentes
religiosos sean quienes ponen más obstáculos a la fe del pueblo, Jesús
experimenta una profunda compasión de su espíritu hacia aquel pueblo, al que ve
fatigado, decaído como ovejas sin pastor.
Incluso se le viene a la mente aquellas diatribas de los Profetas contra los malos
pastores, que no sólo es que no estaban en sus puestos sino que se aprovechaban
de sus propias ovejas para sacar ellos sus ventajas. A Jesús se le rompe el alma porque un pueblo
al que Dios quiere conducir a buenos pastos, se encuentran con unos fariseos,
que pretenden ser los maestros del pueblo, y que –por tal de atacar a Jesús-
expresan ese absurdo de que haya echado a los demonios con el poder del
demonio.
Siente
compasión…, que no es condolencia,
mera pena, mirada compasiva. Es enternecimiento del alma porque Él se
está poniendo en el lugar de ese pueblo y en esa realidad de ser víctima de los
poderes egoístas de una casta de falsa conciencia. Por eso lo que Jesús dice a sus discípulos es
que dado que la mies es mucha y que los obreros son pocos, rueguen al Dueño de la
mies que envíe obreros a su mies.
Es la visión dolorida del labrador que ve extenderse ante él una inmensa
mies.., una inmensa posible cosecha…, pero no tener segadores que entren en esa
mies para recogerla. Mirada que rasga el corazón del que cultivó todo aquello con
tanta ilusión y ve ya la mies amarilleando, pero no tiene quien entre a meter
la hoz.
Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe
obreros a su mies.
No
se me pasa la gran actualidad de esta situación, que se repite tantas veces en
la historia, de una u otra forma, pero que ahora la padecemos no sólo por
carencia de obreros, sino porque las fuerzas del mal (personificadas en personas
y mafias diversas), dificultan desde un entramado diabólico, y –así impiden-
que haya “mano de obra” para esta mies que Dios ofrece por delante.
La
planificación egoísta familiar, el planteamiento hedonista de la sociedad, la
falsa educación desde la infancia para inculcar “necesidades”, placeres,
espíritu competitivo y de mera superación humana, los hijos criados a cuerpo de
rey, llenos de caprichos, la carencia de una familia cristiana con moral y
fundamentos y prácticas cristianas…, etc., dan el resultado “matemático” de
déficit de “materia prima” (no hay niños), y el desastre psicológico de una
infancia, adolescencia, juventud…, sociedad…, de una “materia prima” sin
recursos, sin densidad, sin sentidos del valor
y sin puntos de referencia… Todo aquello que la historia nos muestra
repetidamente como las razones del hundimiento de grandes culturas y
civilizaciones. Y como Dios no rige al
mundo con varitas mágicas ni bastones de mando…, en faltando las bases, sólo queda
PEDIR AL DUEÑO DE LA MIES… Urge una “regresión” creativa.., una “regresión”
a los
valores y A DIOS.
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