18 julio.- Evangelio “bonito” Mt 11, 28-30
Esa realidad, penosa realidad,
que cataloga los textos evangélicos en “bonitos”, “feos”, emocionantes,
depresivos, aptos para orarlos, o “yo no los entiendo”, manifiestan que el
Evangelio se toma como un puzle de piezas sueltas, de la que una es azul y la
otra verde, pero como compartimentos estancos que forman un libro pero no una
unidad compacta.
Dicho
más directamente: Jesucristo aparece como un mosaico en el que hay piezas que
gustan y otras que no, A lo que no se ha llegado es a UN SOLO JESUCRISTO, que
compacta en su única realidad una plural enseñanza que tiene diversas facetas,
como el prisma que tiene múltiples caras y colores pero es un solo y único
prisma.
Jesús,
el que el trozo de evangelio de hoy esponja tantas almas y ahí se quedan
acurrucadas en tan “bonita” invitación a ir
a Él porque Él consuela y ayuda y hace suave la carga, es el mismísimo
Jesús que párrafos antes lanzaba sus ayes contra Corozaín, Betsaida y
Cafarnaún. Y el de uno y otro evangelio,
es el mismísimo que cantaba alabanzas a Dios porque Dios se comunica a la gente
sencilla y se revela de tal modo en Cristo que hoy Jesús llama para hacer suaves
las cargas… ¿Es distinto un Jesús del otro? ¿Concebimos a Jesús “a trozos”, y
un Jesús que hoy me gusta y mañana “no lo entiendo? ¿Un Jesús que hoy sosiega, atrae, “endulza el
paladar” de sus fieles, será radicalmente distinto del que vino a traer espadas, o tan distinto del que exige la paz para que
pueda predicarse el evangelio?
Es
de temer que hemos dividido a Jesús en dichos bonitos y feos…, y hechos que
agradan y los otros que “no se entienden”. Podemos pertenecer a los devotos enternecidos
de Belén…, y a la vez escandalizados porque mirad
que subimos a Jerusalén y el Hijo del hombre va a ser entregado a los enemigos
que le maltratarán y le crucificarán. Y podemos estar entre los que quieren
hacer tres tiendas si estamos en el
Tabor…, pero zarandeamos a Jesús para que a
ti no te ocurra tal cosa, si se ha hablado de Mesías que padecerá.
Lo
que está en juego es el conocimiento
interno del Señor, que nos deja hoy ver todo color de rosa (y ahí me quedo
yo tan feliz), y mañana me chirría diciéndome que me arranque el ojo si me da ocasión a pecar. El conocimiento
INTERNO me pone delante a Jesús todo entero, de una sola pieza sin partes, y
que –como en una Eucaristía- lo comulgo en totalidad sin distinguir “bonito” de
feo, “devoto” de “duro”. Y posiblemente están ahí muchas de las dificultades
para nuestra vivencia cristiana, que sufre escándalos cuando Jesús, el
Evangelio…, no responden a ese “retrato robot” que nos hacemos de antemano, y
que ha dejado “para meditar” –no como hecho de vida- que hay que negarse a sí mismo
(con todo lo que eso implica) y tomar la cruz cada día para seguir a Jesús. [Hablamos de “seguir a
Jesús”, al verdadero Jesús, al Jesús integral].
No cabe “dividirlo” ni leer evangelio distinguiendo.., separando…, y
hasta saltando “lo que no gusta”, o lo que “no se entiende”…, [y no se entiende
porque una “parcela” de Jesús no nos hace felices].
Realmente
es fundamental que hallemos la UNIDAD que hay en Jesús y que todo lo que dice,
todo lo que hace, hay que integrarlo en la sola verdad incuestionable de que ES
EL SOLO Y ÚNICO JESÚS, el solo y único evangelio. Y que a la hora de leer y
orar y vivir, seguimos a Jesús… Y
Jesús, desde la riqueza infinita de su ser, nos va dosificando la llamada, la
exigencia…; y hoy nos presenta a Jesús apretujado por las muchedumbres
enardecidas…, y mañana Jesús está solo y rechazado, y una plebe pide para Él la
condena en cruz. Hoy nos acerca a su
pecho y nos dice; venid a mí…, yo o
aliviaré…, yo es haré suaves las cargas…, y mañana nos dice que Él trae
espada y no paz… (y luego será el paladín de la paz, como distintivo? ¿Contradicción?
Ninguna. Partes de un todo, y con diversas referencias y situaciones, que hemos
de saber componer en la UNIDAD de un camino que Jesús nos muestra con múltiples
facetas. La SÍNTESIS…, la capacidad de encajar cada pieza, a sabiendas de que
estamos ante un único evangelio, una única PERSONA, será la obra que nosotros
tenemos que ir asimilando bajo la acción del Espíritu Santo, que nos llevando a
la verdad completa.
Es
uno de los efectos de la oración, por su posibilidad de silencio y de parada
sin prisas, y por tanto de hallar esa verdad más completa cada vez. Es esa
oración que no se hace para “gustos del espíritu” sino para dar ocasión a esa
acción de la Gracia, que es la que ha de ir abriendo horizontes y llevándonos
al conocimiento interno…, y cada vez
más interno…
Esto
es lo apasionante de la oración y del encuentro con Jesucristo; ésta es la
razón por la que resulta tan absurdo el que dice que “se sabe el evangelio de
memoria”… Porque queda mucha tela que cortar…, porque estamos ante una Persona
sublime, inabarcable…, porque estamos ante el mismo misterio de Dios.
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