ANUNCIACIÓN Y
ENCARNACIÓN
El
25 de marzo cayó en la semana anterior a la Semana Santa. En el ordenamiento
litúrgico está previsto que en esas circunstancias, la fiesta de la Anunciación
y Encarnación pase a la primera fecha hábil. No lo era la Semana Santa ni la
Semana de Pascua. De ahí a que hoy sea el día primer en que puede celebrarse
este año.
Y
es que es una fiesta de rango tan excepcional, que adquiere la categoría de solemnidad litúrgica y con ello, dos
lecturas y Evangelio, Gloria y Credo.
¿Y
por qué esa importancia? Porque en
realidad histórica es el momento más grande y esencial para la Historia de la Salvación.
Porque bien sabemos que Resurrección es lo más importante en la vida de la
Iglesia y en la razón de nuestra fe.
Pero no hubiera habido Resurrección si primero Jesús no muere. No
hubiera muerto si no se hubiera hecho hombre. Y ese momento inaudito de Dios
que se hace hombre, es la FIESTA DE LA ANUNCIACIÓN A MARÍA Y LA ENCARNACIÓN DEL
HIJO DE DIOS.
La
primera lectura de la Misa correspondiente es enormemente expresiva para decirnos
de la magnitud este hecho. Porque Dios le dice a Acaz que pida una
señal en lo alto del Cielo o en lo más profundo del abismo. (Isaías 7,
10-14). Es evidente que tal señal en los
lugares más inaccesibles al ser humano, sólo podía ser una señal de Dios. Y la
tal señal es la de una muchacha que concebirá sin intervención de varón, porque
el hijo que nacerá de ella será ENMANUEL (=Dios
con nosotros, Dios hecho uno de nosotros).
El
Evangelio –archiconocido- que describe el momento de la anunciación a María por parte de
Dios es de una belleza y una profundidad admirables. Porque el saludo
ya es excepcional: Alégrate, llena de
gracia, el Seño está contigo. Con
razón se turba María… Pero por si era poco, en ese saludo va un anuncio: concebirás en tu vientre y darás a luz un
hijo y le pondrás por nombre JESÚS. Bien conocedora María de las “cosas de
Dios”, en el nombre que se le trasmite se le está diciendo que es EL SALVADOR.
Pero
en María queda una pregunta necesaria: ¿Qué
tengo que hacer? ¿Qué me pides, porque
yo no vivo maritalmente con varón? María
está abierta a todo, pero tiene que saber qué es lo que Ella tiene que hacer.
Y
la verdad es que no tiene nada que hacer sino la aceptación libre del proyecto
de Dios. Porque todo “lo demás” (que es el todo del todo), lo hará Dios. Porque será el Dios infinito el que se hará
diminuto germen que entre en el seno de María…; será ese germen –ya, ahora,
Jesús- quien se vacíe de su mismo ejercicio de su divinidad: vaciarse, es la expresión de Pablo… Y
así entrar en el mundo en la mayor pequeñez posible, la de un hombre que es
igual que todo hombre –uno de tantos-
y tan igual que vivirá la obediencia total que le lleva a la muerte, y la
muerte más ignominiosa, que es la muerte en la cruz.
Es
evidente que no había posibilidad de que un ser humano creara tal señal… Era
Dios el único capaz de hacer lo inaudito. Y lo hizo. Cumplió aquí su promesa
primera de un MUJER que, enemiga total del pecado (=inmaculada) diera a luz un
descendiente, igualmente obediente a Dios, y que así aplastaría Él a la
serpiente infernal que rompió el plan de la Creación. No será un vencer a la serpiente desde la fuerza divina sino padeciendo la
mordedura mortal…, la que lleva a la cruz…, a la REDENCIÓN. Y donde el demonio
creyó vencer de nuevo, allí fue totalmente derrotado. Desde entonces es in león rugiente que trata de devorar, pero
sin poder para ello, salvo quien estúpidamente se mete en sus fauces.
María
dio su pleno sí a Dios… Dios hacía todo, pero nunca a la fuerza sino
si era aceptado. Y María se entrega en la plenitud de la que se sitúa como ESCLAVA DEL SEÑOR, para que sea el Señor
quien haga en Ella como Él quiera.
Desde
entonces se han repetido “encarnaciones
parciales” cada vez que alguien se ha puesto incondicional a disposición de
Dios, desde las características de humildad, sumisión, abajamiento, vaciamiento
de sí. Porque es así como Dios tiene “espacio” de acción. El que imita a María…,
el que sigue el rastro de Jesús en su vaciamiento…, ese es un ser que encarna de nuevo a Jesús…, le da vida en
sí y para los demás. En cambo, el soberbio,
el engreído, el que todo lo hace girar en beneficio propio (¡hasta a Dios!, al
menos en el intento de tal individuo), no hace posible la vida de Dios en él. Y
en consecuencia tampoco da a Dios a su alrededor. Este es el gran secreto de la vida espiritual
y de un mundo que vuelva a Dios o se aparte de Dios.
"AL LLEGAR LA PLENITUD DE LOS TIEMPOS,ENVIÓ DIOS A SU HIJO NACIDO DE MUJER".
ResponderEliminar¡Oh María!Hoy tu tierra nos ha germinado al Salvador.Bendita eres entre las mujeres por todos los siglos...Hoy la DEIDAD se ha unido con nuestra humanidad tan fuertemente que jamás se podrá separar ya esta unión ni por la muerte ni por nuestra ingratitud.BENDITA SEAS: