TESTIMONIO DE LOS
GUARDAS DEL SEPULCRO
No puede pasarse
por alto que –en medio de todas estas narraciones- quede el curioso e
indignante tema de los soldados guardianes del sepulcro, que han huido
despavoridos y han contado a los sacerdotes lo que ellos pueden testificar…; la
piedra corrida de improviso, y unos seres extraños, celestiales, sentados
encima de esa gran piedra redonda. Y como aquello no tiene explicación ni puede
negarse, los sacerdotes optan por el soborno: “Decid que mientras vosotros dormíais, sus discípulos se llevaron el
cuerpo. Y si esto llega a oídos del
presidente, nosotros nos lo ganamos, y vosotros estáis a salvo. Y les dieron mucho dinero para que mantuvieran
la boca cerrada…, o para que la abrieran para contar la patraña que los
sacerdotes ponían en su boca.
Ya
he dejado dicho –al comienzo- el conjunto de absurdos que hay ahí. No deja de
ser llamativa esa vista de ángeles que
descorren la piedra y se sientan sobre ella. Y más llamativo que los
soldados se desploman de miedo y ahí queda todo el testimonio de tales hombres. Porque a partir de ese suceso, lo que salen
es corriendo despavoridos monte abajo, para comunicar a los sacerdotes el
suceso. Es lógico que se fueran a los sacerdotes y no a sus jefes militares,
porque se hubieran ganado el calabozo. Y porque los sacerdotes eran los que habían
organizado todo aquello, pidiéndole guardas al presidente.
Ahora tenemos
unos guardianes puestos por el gobernador para custodiar el sepulcro, que bajo
ningún concepto pueden estar dormidos todos a la vez, porque están faltando
gravemente a su deber. Y unos guardianes dormidos no pueden testificar que
fueron los apóstoles quienes llegaron a robar el cuerpo de Jesús.
Y unos
sacerdotes que tienen que defender su postura, porque otra cosa sería reconocer
su error. Y porque siguen siendo tan
ladinos que van tocando las teclas según conveniencias, y ahora toda inventar
un cuento…, y pagar dinero. Se lo
pagaron a Judas… Ahora lo pagan a los soldados… Lo que no hacen es enfrentarse
a la verdad, ni cuestionarse siquiera el caso. ¡Porque razones tendrían para
dudar ahora mismo, con lo que acaban de contarle los soldados!
No creáis que
no me cuestiona a mí este tema. Ya he insistido mucho en la necesidad de dudar,
de replantearse, de mirar de frente la propia realidad sin buscarse
subterfugios de escapatoria…, siempre buscando cabezas de turco como culpables
o causantes…, y saliéndose de rositas de la propia responsabilidad. No me deja a gusto que pueda quedarme yo en “mi
postura”, que “los demás” sean los equivocados o malévolos, y que yo siga
adelante con mi mismo modo de siempre… Porque mientras no hay un serio (y hasta
severo examen) de mi propia realidad interior, no llegaré a la verdad mía, no
pondré remedios, no buscaré raíces…
Sacudiré las pulgas y me quedaré como estaba y seguiré haciendo lo que
hacía, aunque más de una vez puede ser en detrimento de terceros.
DUDAR uno de
sus posiciones adquiridas, saber escuchar otros puntos de vista, acoger lo que
pueden tener de verdad, interrogarme sobre ellos…, es la única postura sincera
que cabe aquí. Lo contrario será repetir
la negación apriorística de los sacerdotes, la cobardía de los soldados que
huyen del lugar, la felonía de los sacerdotes que sobornan para callar la boca…,
y el plan previo de acallar al presidente, si llegara a él la noticia de lo
ocurrido. Sinceramente es para
preocuparse si uno no es capaz de DUDAR de sí y de los “intereses creados”, que
acaban provocando un estado de mentira y de huida para tapar la verdad que está
patente a los ojos de los que ven o analizan desde fuera. Aparte del daño que se provoca, que va muchas
veces más allá del que imagina quien nunca duda. Porque serán los otros los que
se encuentren con el embolado de no saber por dónde tirar.
En el fondo
está el hecho básico de la Resurrección de Jesucristo, que es la que están
pretendiendo negar de base aquellos sacerdotes. Y como la fe cristiana se
fundamenta en esa Resurrección, el gran problema de aquellos que nunca
quisieron admitir su error, o al menos plantearse su duda, es que mantendrán la
negativa a esa realidad incontrovertible. Y así irá repitiéndose a través de
los Hechos de los Apóstoles, con las detenciones de apóstoles. los juicios
impositivos para que silencien el nombre de Jesús, e incluso las muertes de
Santiago, Esteban… En la mentira recalcitrante
para defender la propia postura, ya cae quien caiga… Esto es lo verdaderamente
grave de ese suceso –que sería casi chusco (el de los soldados desplomados de
miedo y huyendo)-: que tras esa situación van viniendo las otras…, enganchadas
como las cerezas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡GRACIAS POR COMENTAR!