FE Y CORRECCIÓN FRATERNA
La carta de
San Pablo que hoy se lee en la Misa es una carta personal: al discípulo Tito, verdadero hijo mío en la fe porque Pablo
“lo ha engendrado” a esa nueva vida sobrenatural. T como buen padre, no sólo se interesa por lo
personal de su discípulo Tito sino que además le orienta en cuestiones de Iglesia
y misión en las que el discípulo tiene que aprender aún de su maestro. Es que Pablo se siente destinado por Dios a
promover la fe de los elegidos de Dios para conocer LA VERDAD que da LA
RELIGIÓN que conduce a VIDA ETERNA. [He
escrito con mayúsculas esas tres expresiones que han de ir concatenadas para
que ninguna sea una frase suelta].
Por eso ahora le da a Tito las
instrucciones para lo que le ha enviado a Creta: lo primero, para establecer presbíteros en
las diferentes comunidades. Vamos a decir –en nuestro lenguaje- “párrocos” que atiendan las diferentes
comunidades constituidas. Pero no a cualesquiera.
Tienen que ser hombres íntegros y sin tacha en su vida social. Y como estamos
hablando de situaciones tan nuevas en la Iglesia primera, se da por supuesto, a
los casados. Pero ya han de tener probado en su matrimonio la fidelidad. Y de entre ellos saldrá el Obispo que
aglutine a todos. Y si a los presbíteros ya les toca esa vida ejemplar, para
ser Obispos, más se les exige, si cabe: que en su familia hayan sido esmerados
en la educación cristiana de sus hijos; que ellos no sean arrogantes ni
coléricos, ni carentes de dominio de sí (caso muy concreto, en el uso del vino…,
lo que no será una gran prueba que exigir, pero sí “una nota” de muestra de lo
que es su voluntad y actitud. ¡Cómo no,
hombres honrados en ganarse la vida. Y hospitalarios, buenos, sanos en sus
principios, justos… Si han de predicar, no pueden ser tildados por los
adversarios de defectos que no han corregido en ellos.
El Evangelio está en esa misma línea, porque se parte de una necesidad
normal en la vida de una comunidad: que exista la posibilidad –también normal-
de corregir si alguna cosa debe ser
corregida. Pero todo eso lo ha situado
Jesús bajo una palabra que vamos a ver si conseguimos que no sea una palabra
equívoca: el escándalo. Estamos hechos a que “escándalo” haga
relación a “cosa gorda y que inclina a pecar”. Vamos a dejarla en algo mucho
más natural: el que está dando una
ocasión de malestar, disgusto, tensión, incomprensión…; que crea mal
ambiente que repercute dañosamente en algún grado. No hace falta que sea una
materia de pecado, ni grave. Sencillamente
produce un tipo de daño en otros o
del que quedan en mal sabor los otros.
Jesús dice en un evangelista: corrígelo. En Marcos –que hoy tenemos- dice: repréndelo. Que si se arrepiente (y aunque fallara muchas
veces), si se arrepiente, acógelo.
Desde luego que si ese daño se está
produciendo en otros más débiles, más le
valdría la muerte… [Ya sabemos que
Jesús gusta de esas expresiones extremas que rompen por medio con una
exageración que llama la atención…, ¡que es lo que pretende!, para que sirva de
advertencia seria]. Es que el escándalo que está provocando un daño a los
que no pueden defenderse [=”estos pequeños], es de mucha más importancia de
lo que parece.
Y como si los apóstoles hubieran
comprendido que aquí había un tema mucho más de fondo que de detalles sueltos,
le piden que les aumente la fe. Lo
que deja bastante claro que hay un tema de fe (como realidad de fondo), en ese
tema del escándalo. Porque o se entra a
la raíz de una fe que es capaz de cambiar las cosas (en razón de esa fe), o no va a haber nada que hacer. Porque tal fe de la persona o personas debe
ser de tal calibre (aun pequeña en “tamaño”…, como un grano de mostaza) que
fuera capaz de hacer cambiar a una
morera desde su terreno en que está plantada, a plantarse en medio del mar. ¿Un
absurdo eso de plantarse una morera en el mar?
¡Pues sí, si se mira la materialidad de la nueva exageración! Pero LA GRAN EXPRESIÓN de lo que es LA FE.
La FE tiene que ser tal que la
persona CAMBIE…, que esté dispuesta A
CAMBIAR…, que la ponga en ACTITUD DE CAMBIO. Y si me aprietan: que al menos sea capaz de plantearse que tiene que cambiar. Por eso será inútil todo intento si la
persona no llega a tener la gran capacidad de DUDAR DE SÍ, de sus seguridades y
aciertos…; si la persona no tiene la
madurez suficiente para aceptar su posibilidad de estar errada, o de que –al menos-
puede ser que lo esté; si la persona está negada a la introspección por
la que sea capaz de mirar en sí la posible causa de “escándalo” que hay en
ella. [Y vuelvo a decir: “escándalo” es una expresión muy amplia, que abarca
desde una situación pequeña, pero molesta, extraña, dañosa, para otros…, hasta
las mayores maldades para las conciencias ajenas. Y no quiero nunca que se vaya
por este último extremo como escapatoria. Quiero situarlo en realidades
cotidianas, y que ninguno nos escapemos por la tangente. Porque más vale preguntarse: ¿acaso soy yo?, que sacudirse la pulga y
que le caída a otro.
Hoy llego tarde a la cita. Me han tomado el tiempo cuestiones de
envergadura, que no podía dejar de atender.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡GRACIAS POR COMENTAR!