IGLESIA SIEMPRE HUMANA
Puede
comenzarse alabando a Dios porque instituyó una Iglesia que prevalece contra
todas las bajezas humanas, porque es IGLESIA DE JESUCRISTO, Iglesia de Dios. Y
al mismo tiempo –y sin que elo impida nada- con tantas realidades humanas. Que
no son sólo las que hoy vemos, las que hoy escandalizan a muchos, y que sin
embargo –y por encima de ello- sigue llevándola Dios en la palma de su mano.
Con persecuciones (que ya eso lo dejó muy claro Jesús), y con inmensos focos
brillantes que iluminan las tinieblas que siempre son posibles donde hay una
mano humana.
San Juan dirige su 3ª cara a Gayo,
un cristiano fiel, de cuerpo entero. A él lo alaba Juan por su plena lealtad, y
porque ha aceptado a unos misioneros que el apóstol y evangelista ha enviado a
aquella iglesia, que tenía la dificultad de su obispo Diotrefes, que
dificultaba la labor de Juan. Seguramente esos celos infantiles que son tan
fáciles en las personas religiosas que de puro celosas, fallan a la visión
amplia del Reino de Dios. A Gayo, como cristiano plenamente comprometido, le
encarga Juan proveer a esos misioneros que se han dado a la predicación del
evangelio con todo desprendimiento y sin aceptar dádivas de los paganos.
¿Y por qué ese detalle es alabado
por Juan? Porque quien recibe una dádiva
queda comprometido. Porque una dádiva que se recibe está presuponiendo una
correspondencia. Por tanto una falta de
libertad en el apóstol (como lo sería en el juez, en el político, en el
abogado, en una empresa…) Precisamente
por eso los misioneros quieren vivir la libertad de hijos de Dios y no aceptan
nada de los paganos.
¡Cuánto cuidado tenemos que tener
los pastores de impedir el “atrape” de nuestros buenos servidores, que acaban
sintiéndose –luego- dueños de la situación, con “derechos adquiridos” que ¡ay
de quien se los pretende mermar! Porque
es muy cierto que la Iglesia peca fuertemente de clericalismo, como si el clero
tuviera patente de corso para mandar, prohibir, tomar toda iniciativa e impedir
otras. Pero no es menos verdad que los
colaboradores que se asientan en una obra apostólica, son tan absolutistas como
ese mismo clero que pretende hacer de su ámbito un “cortijo propio”. Y eso valga cuando se habla de iniciativas,
de normativas añadidas, de cambios a gusto del consumidor o de anquilosamientos
de quienes no se quieren mover de donde están.
No digamos de quienes se sienten protagonistas hasta llegar a imaginar
que por ellos –clero o seglares- es por los que los fieles acuden. Causa risa…, cuando no pena.
Que esto no es general. Hombres
como Gayo, y mujeres heroicas en su servicio desinteresado y abierto, y clero
inmensamente respetuoso y capacitado para vivir en equipo, los hay a montones. Y lo verdaderamente válido es el sentido
grande de corazón en el que se vive el puro servicio de Dios sin mirarse él al
espejo de su egoísmo, y con la alegría inmensa de aquellos hermanos, seglares o
clérigos, que son capaces de dar a fondo perdido…, haciéndose a un lado…,
estando “allí” como si no estuvieran, porque son muy sabedores de que no hacen
sino lo que tenían que ser, y que no han hecho sino lo que tenían que
hacer. Luego, desaparecen por el foro
como si no hubieran hecho nada.
Cuando Jesús toca hoy en el Evangelio un punto tan importante como
el de la oración insistente y perseverante, está partiendo del sentimiento de poquedad
de aquella viuda a la que el juez no le hace caso, pero ella insiste e insiste.
Y el juez acaba haciéndole justicia porque se plantea el hombre, con bajeza de
miras, que si no lo hace así, la viuda puede arañarle.
Claro que Jesús no es que piensa
que Dios actúa para que no le vayan a
arañar. Pero el cuentecillo del juez
injusto y la viuda persistente le ayuda a explicar que LA ORACIÓN es la fuerza del hombre y la “debilidad” de
Dios. Nuestra pobreza humana nos debe llevar a una fe tan profunda y constante
que recurramos a Dios una y mil veces.
Que nunca nos quedemos en la simpleza de que Dios no nos oye, sino que su
bondad y justicia (que es igual que decir: amor, misericordia, Corazón
abierto…), está buscando en nosotros esa profundidad de fe que no desconfía ni
condiciona.
La palabra final de este evangelio
es para pensársela: Cuándo venga el Hijo
del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra? Es, por tanto, cuestión de fe. Pero esa FE de
tal calibre que llega a poder arrancar un monte y que se traslade al mar. Esa fe que puede ser como un grano de mostaza pero que tiene que ser verdadera fe. Y esa fe absoluta, plenamente confiada,
segura de Dios y del poder de Dios…, que puede cambiar al ser humano, esa FE es
la que Jesús se pregunta si la encontrará Él cuando venga…
Claro: estamos hablando no de la fe
que se vive desde la butaca y esperando que otros actúen. No esa fe que “tanto confía” que la persona
no se mueve de su sitio… Que con poco
que echemos una mirada a la realidad, uno experimenta bochorno de ver que
tengamos tan poca fuerza unos cristianos a los que poco pueden temer las
fuerzas del mal…
Cuando surgió la Acción Católica, y
se llenaron de jóvenes cristianos las Congregaciones Marianas, las células “ateas”
(o políticamente destructoras) se sentían acobardadas por aquella fuerza de
unos cristianos luchadores por la fe, que entraban como aceite en cualquier
rendija posible para poner allí esa fe que ellos mismos tenían, y que contagiaban.
Cuando venga el Hijo del hombre
hoy, ¿hallará
esa fe en la tierra?
El Señor nos enseñó de muchas maneras la necesidad de la oración y la alegría con que acoge nuestras peticiones.Cada instante de nuestra existencia es fruto de su bondad,que carecemos de todo que nada tenemos.Y,precisamente porque nos ama con amor infinito,quiere que reconozcamos nuestra dependencia,pues esta conciencia de nuestra nada es para nosotros un gran bien,que nos lleva a no separarnos un solo instante de su protección.
ResponderEliminarDICHOSO QUIEN AMA AL SEÑOR Y SIGUE SUS MANDATOS.
El salmo canta las bendiciones del justo que conforma su manera de obrar con el modo de obrar de Dios.
El modelo original de este amor a Dios y al prójimo lo tenemos en Cristo,en quien se unió la humanidad y la divinidad en una sola persona,que no tenía otro alimento que hacer lo voluntad de su Padre y que de tal manera amó a los hombres,que dió la vida por ellos.
ORACIÖN.
Señor Jesucristo cuyo amor a los hombres brilla en las tineblas,como una luz,concédenosque,imitando tus ejemplos y amando de corazón tus mandatos,seamos luz para el ciego y auxilio para necesitados, y providencia amorosa para nuestro prójimo.