Nuevamente en el Cielo
La visión que
hoy presenta Juan vuelve al Cielo, lugar de cristal
traslúcido con mat de fuego (=centelleo de las estrellas). Allí, siete ángeles para realizar los
proyectos de Dios. Allí también los
mártires de Roma, los que han vencido a
la bestia, a su imagen a la que es cifra de su perversidad. Llevan en sus
manos ñas arpas que Dios les ha dado,
y son almas resplandecientes.
Cantan el canto de Moisés y el del Cordero.
El de Moisés (recuerdos bíblicos de la liberación de Egipto y el triunfo
de Cristo). Los puntos del cántico de Moisés fueron en aquel momento histórico:
1) Dios actúa prodigiosamente. 2) El
pueblo liberado es la derrota de Egipto (el símbolo de la opresión y del
mal); 3) Los enemigos quedan
espantados. 4) Dios da a su Pueblo la
Tierra prometida. El cántico del Cordero
es la definitiva liberación de la opresión del mal, del pecado y del poder
diabólico.
Los triunfadores que cantan ese canto triunfal sobre la Bestia (el Imperio Romano) son los
mártires de la Iglesia, que reconocen la supremacía de Dios sobre todo, y que
su acción es justa (es acción santa, que genera santos y que defiende a los
santos, a los hombres fieles a Dios), y por eso Dios no deja que venza el
mal. Por eso invita a observar sus mandamientos
y que así sea reconocido el Nombre de Dios.
Y en el Nombre está su mismo Ser, su acción, su Bondad, y que todo
sucede para el bien de sus hijos.
Engarza perfectamente con el Evangelio que acaba precisamente con
esas palabras de plena esperanza. Podrán ocurrir en el mundo todas las
catástrofes, podrán darse todos los abusos, podremos sufrir unos y otros y que
los que son fieles lleven la peor parte.
Pero que estemos siempre seguros de que Dios conserva en su poder
providente hasta los pelos de nuestra cabeza.
El día que uno cae, es porque Dios ha dado su permiso. Y cuando
Dios da su permiso, detrás está su providencia amorosa que transforma todo en
bien de la humanidad, aunque mientras el mundo sea mundo, los soberbios acabarán
machacando a los pequeños, y los llevarán a los tribunales. Pues no
os preocupéis preparando vuestra defensa con argumentos de razón ni de
estrategias humanas. Allí Dios sugerirá lo
que tenemos que responder.
Yo me creía no solamente “evangelizado”
sino un “evangelizador”. Y cuando mañana, si Dios quiere presente mi libro, “¿QUIÉN ES
ESTE?”, pondré la carne en el asador para evangelizar. Pero la pregunta que me viene acuciando es
precisamente si yo estoy evangelizado. Porque me es muy fácil orar con el Evangelio,
y experimentar gozos indecibles en ese permanente descubrimiento de la Persona
de Jesús. Me resulta crucial insistir en
el Evangelio a quienes están conmigo.
Pero ¿yo estoy evangelizado?
La pregunta consiste en esto, y la
traslado por si a alguien le ayudara. ¿Aplico los pensamientos de Jesús, los
que me gustan y los que no? ¿Estoy actuando al modo de Jesús, con los que me
son afines y con los que no) ¿Realmente estoy sintiendo que esa repetitiva nueva evangelización no se refiere al bla,
bla, bla, sobre el Evangelio, sino a que el Evangelio me apriete el
cinturón? Porque la vida no me sonríe
como a mí me gustaría que me sonriera…, y no porque es buena o mala o regular
conmigo, sino porque yo quiero “otra sonrisa” a mi conveniencia. Y si no es así, soslayo los principios y
exigencias evangélicas, que parece que
en ese momento nom van conmigo.
¿Hago mis confesiones desde textos
evangélicos, porque me han cogido por dentro, o sigo con mis fáciles
acusaciones de niño, de “beato” que se fija más en si he cumplido o no unas
cuantas cosas? Cuándo perdono, ¿perdono?
Cuando persono, ¿queda ya todo atrás o la recámara guarda los ecos de lo que ocurrió? ¿No están ahí almacenados para el momento
inoportuno?
Si me dice Jesús que es condición
indispensable para estar con Él, abnegarse,
tomar MI cruz…, ¿eso es un hecho que me estoy poniendo como objetivo, con
clara conciencia de que ese es el camino, y no otro?+ç
Cuando Jesús dice de dejar padre, madre, hijos, tierras para
poder ser su discípulo.., y que los muertos entierren a los muertos…, ¿me
siento directamente aludido sobre mis afectos, mis dependencias, mis posesiones
del corazón, o me quedo en una “comparación” exterior que ni me va ni me viene.
ni me hace cambiar nada mío, y por esos siempre sigo igual de aferrado a LO
MÍO, y de eso nadie me baja?
No: o no he entendido lo que es
nueva evangelización, o me lo estoy saltando bajo el señuelo de mis
confesiones, rezos, Misas diarias, p devotas meditaciones evangélicas?
Y puestos a decir, y ahora pensando
hacia afuera: ¿los fieles cristianos y asiduos fieles, ¿están tomando en serio
eso de tomar el evangelio y buscar ahía
a Dios, a las condiciones de ser verdaderamente cristiano, al modo de
Cristo, y dejándose cambiar a sí mismos y a sus costumbres personales en razón
de ese Cristo y de ese Evangelio?
Queda todavía un tema…: La Iglesia (nosotros, vosotros y ellos),
¿está en trance de nueva evangelización…, o
montada en sus tradiciones y “fábrica de servicios sacramentales”?
Padre: No tenga ninguna duda. SI evangeliza. No solo con su palabra, sino con su testimonio. Su vida es EVANGELIO,o sea buena noticia. Gracias por todo.
ResponderEliminar
ResponderEliminarGrandioso y religiosísimo Padre Cantero ;
Claro que Evangeliza y mucho con espiritu y bien ,para mi este blog
es un bálsamo ,tengo verdaderamente necesidad diaria me da esperanza me
levanta el alma.
Cuando le veo a usted es como si viera a Cristo .
Tras leer su meditación y todos sus interrogantes ;personalmente
siento miedo de las exigencias espirituales que Cristo nos manda
en el Evangelio , porque solo se puede abrazar la Cruz unicamente
deseandola no hay termino medio en este camino de seguimiento .
De hay el perdón y todo lo demás .