”NUEVA EVANGELIZACIÓN”
Otro slogan,
que tiene en sí un inmenso contenido, pero que se desgasta de usarlo. ¡Y mira que es actual, urgente, incluso explosivo.
Porque quiere decir que el Evangelio se nos ha quedado tan en los pies (¿o bajo
los pies…, casi pisoteado!), que o empezamos prácticamente de cero o esto no
tiene luz. Un autor ha dicho incluso que
es la propia Iglesia la que tiene que evangelizarse
nuevamente. Y para los sesgados que
siempre que leen “Iglesia” no piensan más que en “jerarquías”, advierto con toda fuerza que ellos, nosotros, tú, yo,
el último de la fila y el primero, somos la IGLESIA. Y ¡el que esté sin pecado,
que tire la primera piedra!
¿Cuál es hoy el mensaje del
Apocalipsis? [10, 8-9]. Pues
precisamente ese. Cuando el vidente del
Apocalipsis ve un librito a la derecha del ángel que está en lo más alto, va a
pedirle el librito. Y se lo dan,
pero con dos encargos: cógelo y cómetelo.
Y se le advierte que le será dulce al paladar (=comerlo) pero le causará ardor en el estómago (=aceptarlo
y digerirlo).
En efecto, Juan toma el librito y era el paladar dulce como la miel. [Y ya
me estoy viendo a mí mismo en mi gozoso amanecer con esa ilusión diaria de
tomar el Evangelio, meditarlo, enamorarme de él, sentir la miel de sus dulzuras…,
y pretender quedarme ahí…, porque hasta ahí nada me compromete]. Luego, Juan siente que le arde el estómago…
Que el librito es muy dulce pero que tragar
y digerir lo que dice es difícil, exige, llega a molestar…, todos tenemos la
tentación de tomarnos “el antiácido” para suavizar el “ardor”…, poner
paliativos que pretenden que el evangelio diga lo que me gusta, e ir teniendo
esas escapatorias para que nos quedemos tan tranquilos y con “la nuestra”…,
¡pero ya hemos gustado la dulzura…! [Si digo que “me indigno” voy a decir que
me indigno contra mí mismo, el primero de todos]. Indigna el filtro que hemos aprendido a poner
“los buenos” para quedarnos en ese alimento vomitivo de “gustarnos” el
Evangelio y estar soslayándolo a cada instante, siendo escándalo para quienes
nos ven tan inconsecuentes… [pero, ¡ojo!, no sea que se escandalicen los mismos
que escandalizan]. Por eso el librito produce tanto ardor en el
estómago. ¡Y gracias a Dios que lo
produce! Lo malo, lo penoso, es que no
lo produzca. Porque es la clara señal de quien chupa la miel…, pero no traga
hacia adentro… “Gusta” lo dulce y escupe
el núcleo.
Por eso, si esto de “NUEVA
EVANGELIZACIÓN” supusiera un acto de profunda honradez personal para hacer
posible que el Evangelio se tome en serio, ¡que
me afecta directamente a mí, y me está llamando a ser yo el que haga BUENA
NUEVA en mi alma, valdría –y me gustaría, el slogan. Si no, sigo en mis rechazos a las palabras…
Y no queda lejos el Evangelio de hoy.
Allí estaban aquellos jefes religiosos, los “santones cumplidores”, los
que se veían “ángeles custodios” de la ley de Dios, los intocables…, los que quitarían de en medio a Jesús o a quien
se pusiera por delante de ellos… Y
Jesús les pone ante los ojos las expresión bíblica: Mi casa es Casa de oración, pero la habéis convertido en “cueva de
bandidos” [otra expresión bíblica],
¿Por qué, precisamente esa expresión?
Porque de la oración a la realidad hay tal distancia que le está robando
a Dios su propia Palabra. Dios ha
pretendido una cosa, y ellos la están usando a su conveniencia y antojo. Dios
está quedando al margen, aunque ellos pretendan estar allí en nombre de Dios y
responsables del nombre de Dios.
¿Y nos resulta raro o extraño o
exagerado esa palabra escogida por Jesús de en medio de toda la Escritura Santa?
Comprendo que sí. Queremos hacer un Jesús tan dulce al paladar, que siempre
buscamos evitar “tragarnos” “el librito”. Si podemos quedarnos en “buenecitos”,
dulcemente buenecitos, ¿por qué complicaros la existencia? Ya dijo Pablo VI, casi al comienzo de su
pontificado que no admitimos que la fe nos saque de nuestras casillas. Por eso es por lo que urge una nueva evangelización, pero no como
quien la espeta hacia afuera como arma arrojadiza, sino para que sea el momento
de que YO ME TENGO QUE VOLVER COMO UN CALCETÍN, porque yo soy el primero que predico y no doy trigo. [Y sálgase de este naufragio quien
pueda. Es fácil…: seguimos con el librito en la boca pero evitamos
tragarlo. Y ya está conseguido el híbrido].
Ahora queda en el horizonte la
posibilidad, la ilusión, la toma de postura en sinceridad. Y la decisión firme y honrada de TRAGARNOS EL
LIBRITO. Aunque eso hay que concretar
cómo, cuánto, cuándo… “Las comidas a su tiempo, y cada plato a en su orden…
Pero TRAGANDO”. Que si yo ayer advertía
de posibilidades de “desorden”, hoy tengo que decir que esta Palabra de hoy
viene a corroborarlo.
El título que he utilizado es el que escuchó Francisco de Asís cuando oyó unas palabras del Evangelio. Y él experimentó dentro la llamada de Jesús que le decía: "a la letra, a la letra, a la letra...; sin glosa, sin glosa, sin glosa"
ResponderEliminar"Mi casa será casa de oración"¡Qué claridad tiene la axpresión que deigna el templo como casa de Dios".Como tal hemos de tenerla
ResponderEliminarA ella hemos de acudir con amor,con alegría,y también con respeto,como conviene al lugar donde está´!esperándonos¡,el mismo Dios.
Es cierto, que en no pocas ocasiones, la "interpretación" que damos al Evangelio es la que se adapta (o interesadamente adaptamos) a nuestra traquilidad de conciencia, una interpretación que NO compromete, que no inquieta. Nos quedamos con la belleza de las palabras de Jesús, con la delicadeza de sus gestos y actitudes..., pero que en nada compromete nuestras vidas.
ResponderEliminarPersonalmente, desde la humildad, pido al Señor que Su Palabra me transforme, me comprometa, y genere desasosiego (sano) en mí, es decir, el deseo y anhelo de vivir plenamente acorde al Evangelio y ello, "a tiempo total", es decir en todos los ámbitos de mi vida y sin parcelar ese compromiso a momentos determinados.