LITURGIA: Domingo 22 C, T.O.
La lección de este domingo
es la sencillez y la humildad. Desde la 1ª lectura (Ecclo.3,19-21.30-31), el
mensaje es claro: Hijo mío, procede con
humildad y te querrán más que al hombre generoso. Santa Teresa decía, con
lenguaje de juego de ajedrez, que “la humildad da jaque al rey”. El humilde se
atrae la atención de una forma instintiva. Atrae más, dice el texto, que el que
es generoso pero no es humilde, pues con ser una persona que tiene el atractivo
de su generosidad, no atrae con la sencillez del humilde. Por eso: Hazte pequeño en las grandezas humanas y
alcanzarás el favor de Dios. Y la razón es muy sencilla: Grande es la misericordia de Dios y revela
sus secretos a los humildes.
El final es negro
sobre blanco, tomando el tema por el revés: curar la herida del cínico es
tiempo perdido porque el cínico no es humilde, y su cinismo no tiene cura, es brote de mala planta.
Vamos al Evangelio con
la acción directa de Jesús. Ha sido invitado a uno de esos banquetes tan frecuentes
en los fariseos. Y Jesús no desdeña en principio a nadie y acepta la
invitación. Pero no será “convidado de piedra”: va a ir observando a aquellos
invitados que pugnan por los primeros puestos, ya que para ellos es muy
importante la apariencia. Y Jesús, que no se casa con nadie, les advierte que
lo correcto es colocarse al final y así cuando viene el anfitrión, lleva a
quienes quiere a esos puestos de apariencia, con lo que quedan esos tales muy
considerados. Lo peor sería que tuviera que decirle a alguno que se vayan hacía
atrás y que le cedan el puesto a otro de mayor consideración. Sería el bochorno
de los que tienen que irse a los últimos puestos.
No es la lección la de
ser mejor considerados y subir puestos, sino la de la humildad de saberse colocar
al final, Que “la humildad da jaque al rey” y resulta premiada. El acento está
en lo humilde, como puede deducirse del resto de la narración, que para algunos
comentaristas es el meollo de esta exposición.
Cuando invites, no lo hagas a tus amigos, o tus hermanos o parientes o
vecinos ricos, porque ellos te recompensarán con otra invitación semejante.
Invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos, que no pueden invitarte. Dichoso tú
porque no pueden pagarte. Te pagarán cuando resuciten los justos.
Estaríamos mirando a la atención a los pobres, que eran el ojito derecho de
Jesús. Y estaría dando a los fariseos altivos una lección de acogida de los
pobres, y precisamente los lisiados,
cojos y ciegos, que eran el desprecio de aquellos engreídos fariseos.
La acogida del pobre
sería el argumento clave de este texto, y el contrapunto a aquellos banquetes
ventajosos que solían dar, con la seguridad de ser luego invitados
recíprocamente.
La 2ª lectura
(Heb.12,18-19.22-24) va por otro tema muy diferente. Es la afirmación de que el
creyente se ha acercado a Dios, a la vida
eterna, a la congregación de los santos, al Dios juez de todos (que justifica y
santifica a todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino, el
Mediador de la nueva Alianza, Jesús. Bella descripción del final de los
justos que viven en Gracia de Dios.
La concreción de estas
lecturas se hace en la EUCARISTÍA que estamos celebrando hoy domingo y que nos
planta a cada uno ante una actitud de humildad para estar en el ámbito del
Señor. Y una humildad que sabe acercarse al pobre. Y así acercarnos al trono de
la misericordia, al Mediador de la Nueva Alianza, de que nos hablaba la 2ª
lectura. Estamos precisamente celebrando esa Nueva lianza, ese Banquete al que
el Señor nos invita y nos enseña a invitar a los más necesitados.
Dirigimos a Dios
nuestro Padre la oración de petición.
-
Por la Iglesia de los pobres a la que nos quiere dirigir la mirada el
Papa Francisco, Roguemos al Señor.
-
Para que adquiramos la humildad como condición para estar del lado de
Jesús, Roguemos al Señor.
-
Para que nos acerquemos dignamente a la Eucaristía y en ella aprendamos
el estilo de Jesús, Roguemos al Señor.
-
Por ese mundo alejado de Dios, que vive el abuso y la injusticia, para
que con humildad acoja el mensaje evangélico, Roguemos al Señor,
Acoge, Señor, nuestras peticiones y condúcenos por
el camino de tu voluntad.
Por Jesucristo N. S.
Amén.
ResponderEliminar¿Y quienes son los pobres? ¿Que es la Iglesia de los pobres?
ResponderEliminarAprecio en la lectura del Evangelio de hoy, que en tiempo de Jesús había pobres y enfermos con perdida de visión y problemas en piernas y brazos, etc., y que había en el otro lado, personas que celebraban comidas en banquetes de bodas (que hoy siguen siendo una costumbre socio-mundana.)
El asunto es que Jesús observó como para los del banquete, era de gran importancia aparentar ante los demás ser importantes y distinguidos, y tal vez esa es la razón que les empujaba a querer sentarse en los primeros puestos, porque aún hoy, sentarse en los primeros puestos en cualquier evento social es señal de que eres importante.
El problema es que hay quien gusta de "escalar posiciones" para acercarse al meollo, donde está el poder, donde está el dinero, donde está la posibilidad de ser alguien, donde está la posibilidad de que te relacionen y piensen de ti que eres de "su grupo", toda una élite que se opone frontalmente a esos que no cuentan, desde el panadero que no llega a fin de mes, y está ahogado por las deudas, hasta ese que se sienta en cualquier banco de la Iglesia y que nadie conoce, aunque vaya todos los domingos.
(CONTINÚA EN EL SIGUIENTE COMENTARIO)
¿Y quienes son los pobres, ciegos y lisiados de hoy?
ResponderEliminar¿Serán acaso los que se ponen en las puertas de las Iglesias? De estos hay varias clases, según he observado con los años. Está el que pide directamente y que aparece de repente y dura poco, y está el que se pone en la puerta y ya pasen los años, allí sigue, y hoy lo volverás a ver allí.
¿Serán estos los pobres? Porque San Pablo también dijo esta semana que el que no quiere trabajar que tampoco coma. no se, no se.
¿Se les ha ocurrido alguna vez invitar a alguien así a sentarse dentro de la Iglesia? Yo lo he pensado a veces, y alguna vez lo he intentado de algunas formas y otras me he visto a mi mismo diciendo a uno de ellos: -Amigo, si quieres, ¿porqué no entras y te sientas?
Pero, ¿serán estos los pobres a los que se refiere el Evangelio? ¿O los descartados a los que se refiere el Papa Francisco? Me falta entendimiento aquí tal vez.
(FINALIZA EN EL SIGUIENTE COMENTARIO)
Por último les invito a conocer a quien no lo sepa y lea esto, que a lo mejor es nadie y entonces se lo digo a Dios, que hice yo el día de mi boda.
ResponderEliminarRompí todos los moldes sociales. Podría haber elegido seguir la corriente de la sociedad, pero no lo hice. Verán. Nuestra boda (porque me casé con mi mujer), fue de la forma más sencilla. Creo que gustó tanto al sacerdote que nos facilitó todo en el sentido que: nos casamos en día laborable, más concretamente la fecha la elegí yo (el día de San Francisco Javier). A la Iglesia no invité más que a mis familiares más allegados, que eran 7 más los de la parte de mi mujer que eran 4. Más dos testigos, y el cura.
Pedí que por favor, a nadie se le ocurriera tirar arroz en la puerta, y que si alguien quería lo diera a los pobres (si eso era posible).
En vez de banquete, hicimos una comida más o menos especial en un restaurante, pero eso si, sólo con los que habían sido invitados a la Iglesia, es decir, me dejé fuera a un montón de "familiares", "conocidos", etc. Supongo que el choque tuvo que ser morrocotudo para los que se enteraron, y a lo mejor hasta caí antipático. Tal vez lo fuí...o tal vez actué coherentemente a mi fe.
Y esto es todo amigos. Gracias Señor.