LITURGIA
El texto de Ageo que tenemos hoy está conectado
con el de Esdras que hemos tenido en días anteriores y pone un tanto de moviola
sobre lo que hemos visto en días pasados. Diríamos que Ageo (1,1-8) expresa la
actitud de la “oposición” a todo ese movimiento optimista de la reconstrucción
del templo. Porque lo que hoy nos cuenta el profeta es la reticencia de un
grupo que se opone a empezar esa obra del templo porque piensa que no es aún el
momento. Y Ageo les hace caer en la cuenta de que el pueblo no prospera porque
Dios no bendice esa actitud.
Lo que el Señor quiere es que se preparen los materiales
para rehacer el templo, lugar de oracion y casa de Dios, donde pueda complacerme y mostrar mi gloria.
Lo que se saca en claro es que nunca llueve a gusto de
todos. Que donde surge un movimiento, aparece el movimiento contrario. Lo que
tiene una actualidad absoluta. Debe prevalecer lo que construye, lo que
edifica, lo que da gloria a Dios, por encima de los otros intereses humanos e
instintos de contrariedad de los críticos que destruyen más que construyen.
Herodes, según Lc.9,7-9, estaba perplejo ante la obra de
Jesús. Jesús hacía obras maravillosas cuya noticia llegaba a todas partes.
Herodes no sabía a qué atenerse porque él comprendía que Juan Bautista hubiera
podido ser el que las hiciera. Pero a Juan lo ha mandado decapitar él. ¿Acaso
ha vuelto a la vida? Y como no tenía su conciencia tranquila, más temía. Y se
preguntaba: ¿Quién es este de quien oigo
semejantes cosas? No nos dice más el texto que tenemos hoy entre manos, por
lo que poco más puede sacarse en claro. Lo cierto es que Herodes no sosegaba,
porque le remordía la conciencia por la muerte del Bautista, que él había
mandado realizar.
Sería el tema a tomar en cuenta: cuando no se procede con
intención recta, una conciencia sana debe “remorder”. No es lo peor el pecado
que se ha cometido sino el no reconocerlo. Y al no reconocerlo, la conciencia
grita porque no está de acuerdo con ese vivir “contra-conciencia”.
Pero es un hecho que estamos viviendo unos tiempos en que
una gran masa de personas ha llegado a aplastar los primeros brotes de la
conciencia, y vive una vida desordenada con toda normalidad. Es la peor
situación a que podía llegarse. Porque no es lo peor que el mundo viva contra
la ley de Dios, sino que ni lo advierte. Es lo que Jesús describe como pecado contra el Espíritu Santo, que no
tiene perdón.
Todo pecado reconocido, y arrepentido el individuo, puede
ser perdonado, por muy grave que sea. Dice Jesús que puede ser perdonada la
misma “blasfemia contra Jesús”, es
decir, el ir contra su Palabra y contra su persona. No hay pecado que,
reconocido y arrepentido, no pueda ser perdonado. Y aunque sea recalcitrante y
no se reaccione hasta última hora.
El pecado que no tiene perdón es aquel de Herodes que no
tuvo vuelta atrás en su actitud. El pecado sin solución es el del que vive ya
en tranquilidad con su propio pecado, al que ni llega a considerar ni advertir.
Ignorancia culpable porque hubo que saltar barreras para romper con los principios
éticos y morales, hasta llegar a quedar impasibles en conciencia.
Así se explican tantos desmanes como estamos asistiendo en
cada sesión de noticias, que parecen más un elenco de las barbaridades a que se
ha decantado tanta gente, perdida la moral en todos sus aspectos. Nos informan
muchas veces de personas que han cometido crímenes horrendos y que permanecen
fríos e impasibles. ¿Cómo se puede llegar a eso si no es a base de haber
pisoteado todos los mínimos principios humanos? Y no ya por religión, sino por
pura ética.
Otra cosa, es que la pérdida de la religión es lo que ha roto
los moldes básicos de una vida en orden. Mientras se mantiene ese hilo de
referencia del hombre con Dios, se conserva una línea básica que mira más
arriba y que sabe que uno no es un ser independiente totalmente porque hay unos
valores espirituales, un orden superior, un punto de referencia en la ley
natural, recogida tan preciosamente en los diez mandamientos de la ley de Dios.
Que ya bastarían para que el mundo mantuviera unas formas básicas de
comportamiento y relación.
Acto de constricción. Por ser vos quien sois y porque os amo sobre toda las cosa me pesa...
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