LITURGIA Ntra. Sra. de la Merced
Hoy es una fiesta mariana muy popular y al
mismo tiempo con diversas connotaciones que hemos de incluir en nuestras
oraciones. Protectora y Patrona de los encarcelados, que se acogen a la merced
de María. Patrona de Cataluña, que tanto necesita para que haya en aquella
región una paz y concordia entre los ciudadanos. Y Patrona de muchas personas
que llevan el nombre de “Mercedes”. Por supuesto, las Congregaciones religiosas
de Mercedarios y Mercedarias.
Una fiesta, pues, para tomarla en cuenta en nuestra oración
y vivencia espiritual, uniéndonos a todas esas intenciones.
Esdras 6,7-8.12.14-20 nos sigue admirando con la actitud
honrada y respetuosa con la religión de aquellos reyes persas. Ayer era Ciro.
Hoy es Darío, quien da orden de que se contribuya a la reconstrucción del
templo judío con fondos oficiales. Es como una compensación por el expolio que
había sufrido en el destierro el pueblo aquel.
Se cumplía la profecía que había hecho Ageo y Zacarías. Y
con aquellas ayudas se pudo avanzar más rápidamente en la reconstrucción del
Templo de Jerusalén.
El templo se acabó el año 6º del reinado de Darío, y los
israelitas celebraron con gran júbilo y grandes ofrecimientos y sacrificios la
terminación de las obras. Asignaron sacerdotes para el servicio del templo, e
inmolaron la víctima pascual de la que todos participaron.
En el evangelio tenemos un texto que encaja bien con la
fiesta de hoy –de la Virgen de la Merced-, al mismo tiempo que nos deja un fiel
ejemplo de libertad interior, por la que Jesús no se deja cambiar sus planes
mesiánicos por motivos de afecto.
Lc.8,19-21 es el caso de los familiares de Jesús que traen
a María, la madre, para ver a Jesús. Pero no pueden llegar a él porque está
rodeado de mucha gente que le escucha y a la que él le explica las
características del Reino.
Como no pueden llegar hasta él, le envían un recado: Tu madre y parientes están ahí fuera y
quieren verte. Jesús no dejó por eso la obra que estaba haciendo. Para
verse con su familia había tiempo. Ahora su labor está donde está, y eso es a
lo que tiene que atender. Ya había anunciado él que hay que posponer los
afectos familiares cuando hay una superior llamada vocacional. Y contestó: Mi madre y mis hermanos son éstos: los que
escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra.
La lección es mucho más práctica de lo que parece a primera
vista. Las “cosas de Dios” se anteponen a lo demás, incluso a afectos tan
importantes como filiales y familiares. No digamos a otras ocupaciones o
distracciones.
No es extraño escuchar a los fieles que “no tienen tiempo”
para atender su oración y las cosas de su espíritu. Señal de no haber
establecido una jerarquía en la importancia de las cosas. Y se va posponiendo
lo espiritual para “después de”, lo que significa que nunca le llega la hora. Y
cuando ha llegado la noche, el cansancio, el sueño, el olvido, hace que aquello
se haya perdido aquel día. Y el otro y el otro.
Hay que saber poner nuestro mundo espiritual “antes de”, y
que así no pase de largo durante el día. No siempre podrá ser lo primero del
día, pues el trabajo tempranero no deja espacio para un rato de oración. Pero
puede ser “antes de” la merienda, “antes de” tal programa de televisión, de
modo que no se entrará en esos tiempos sin que se haya tenido un espacio
tranquilo para dedicarlo al Señor. Y no digamos ya cuando se trata de la Misa,
a la que debemos frecuentar y que pueda encajar en horarios posibles en la vida
de la persona.
Todo está en que, al modo de Jesús, mi madre y mis parientes son éstos…, estas obligaciones
espirituales, porque “no sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra salida
de la boca de Dios”. Y esa Palabra ha de ser muy considerada como aspecto
fundamental de la vida personal.
No minusvaloró Jesús a su madre y parientes. Los pospuso.
Porque tenía por delante una obra de Dios y de caridad con aquellas gentes que
escuchaban los principios del Reino. Y eso es el ejemplo que debe quedarnos de
este evangelio de hoy.
Mi propia experiencia me dice que lo que dice sobre dar a Dios su espacio "antes de" es así. Puede haber cosas en la vida de cada persona que le "traten de apartar" de esa dirección, por lo que no queda otra que tratar de "forzar" la disciplina necesaria para ello. Puede no ser sencillo pero hay que ponerse aunque sea un tiempo muy corto.
ResponderEliminarEso si, yo me permitiría añadir una cosa que me parece importante: hay que vigilar que nuestra oración no se convierta en una rutina que acabe por desfigurarla. Podría recordarse aquella palabra del Señor que dice: "Este pueblo con sus labios me alaba pero su corazón está lejos de mi".
Por tanto, en mi experiencia es importante no perder de vista esto último, no vaya a ser que acabe diciendo: ¡He cumplido! y resulte que me esté engañando a mi mismo.
¿Y cómo sabemos cuando es con el corazón y cuando es sólo con los labios? No lo se. Yo creo darme cuenta de ello a veces, si me desvío pero no estoy totalmente seguro.
En resumen: "Antes de" y "con el corazón". Diría yo.
Tengo unos amigos que viven cada día el " antes de" para ir a misa.Por las tardes los días laborables es posible ir en el centro de las ciudades, con diferentes horarios de la Eucaristía.Despues irán ce compras, al cine, a un concierto, con los amigos etc.Y con la ayuda de los ángeles cuándo recorren ciudades europeas, temprano asisten a la misa cercana ,informados por internet.Procuran que su hotel no esté muy lejos.
ResponderEliminarSiempre sostuve que la principa oración es la Eucaristía .
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