LITURGIA
Los caminos de la vida son muy complicados y
muchas veces dolorosos como fruto de situaciones humanas. Sara, la esposa de
Abrahán, era estéril y no le había dado hijos a Abrahán, y ella misma le había
sugerido a su esposo que se uniera a la esclava para que de alguna manera
Abrahán fuera padre. Y de aquella unión nació Ismael.
Pero un día Dios le anuncia a Abrahán que su mujer Sara le
va a dar un hijo, cosa que Sara recibió con risa porque Abrahán tenía 100 años
y ella era anciana y estéril. Pero Dios le mostró que Él es más grande que todo
eso y a los 100 años de Abrahán le nació Isaac, de Sara su mujer. Aquí empieza
el relato de la 1ª lectura (Gn.21,5.8-20).
Cuando Isaac crece, juega con Ismael. Y Sara se siente
celosa y teme que Isaac pueda quedar en segundo plano, por lo que pide a su
marido que despida a la esclava Hagar y a su hijo Ismael. Abrahán sufre con
aquello pero Dios le consuela y le dice que haga conforme a la petición de
Sara, porque Isaac va a ser el hijo de la promesa.
Abrahán prepara un viático para Hagar e Ismael y los
despide. Y ellos salen y caminan, hasta que se les acaba el agua, y Hagar está
dispuesta ya a morir. Sólo que no quiere ver morir a su hijo y lo coloca bajo
un árbol y ella se retira. El niño llora y Dios escucha su llanto y acude en su
ayuda, y dice a Hagar que tome al hijo y continúen el camino. Dios le abrió los
ojos para descubrir un pozo de agua, y bebieron y llenaron el odre y
continuaron camino.
El hijo creció y habitó en el desierto y se hizo un experto
arquero.
Los estudiosos ven en todos estos relatos últimos una
explicación de la división de tribus y de su ubicación en el panel de aquellos
territorios. Un creyente “lee” la mano providencial de Dios que va dejando
actuar a las realidades humanas pero él las va conduciendo a un determinado
fin. Y aquí, aparte de la ubicación de los ismaelitas, va a algo mucho más
fundamental: la línea de salvación de Dios sigue la rama directa familiar, con
Abrahán en la cabeza e Isaac como el que continuará la obra de Dios.
En el evangelio tenemos otra narración de esas que son
difíciles de entender al pie de la letra, y que hay que echar mano a otras
explicaciones adyacentes para poder entender el fondo la cuestión.
Por lo pronto un hecho muy verosímil es que, tras la
tempestad, la barca ha arribado a un lugar inesperado: la región de los
gerasenos o gadarenos. (Mt.8,28-34), que ya iremos viendo que no era lugar muy
acogedor, ni antes ni después del hecho principal.
Cercano al lugar de desembarco estaba el cementerio. Y entre
las tumbas vivía (si así puede decirse), un endemoniado feroz. Como estamos en
San Mateo, las narraciones suelen hacerse en plural, por lo que aquí nos sitúa
a “dos endemoniados”. Hablaremos de un endemoniado en lo que resta de
exposición. Era tan furibundo aquel poseso que nadie se atrevía a pasar por
allí.
Divisado Jesús por aquel energúmeno, comienza a gritar
desaforadamente: ¿Qué tienes que ver con
nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo? Si nos
echas, envíanos a la piara.
Ahí, el lenguaje plural, queda explicado por la narración
paralela del hecho, en que el demonio que posee a aquel hombre no es un demonio
individual sino “una legión” de demonios. Por eso aquel pobre hombre vivía tan
desgraciado y peor que animalizado. Pero el poder de Jesús se sobrepone a
aquella “legión” diabólica, y les permite ir a los cerdos, que bajo aquellas
fuerzas demoníacas se lanzan acantilado abajo y se ahogan en el mar.
A la otra parte queda libre el que estaba poseso, Y Jesús
junto a él. Los porquerizos, responsables de la piara, tienen que dar cuenta en
el pueblo de lo que ha ocurrido, empezando por la liberación del endemoniado y
desembocando en aquella estampida de los cerdos.
La pregunta que, en nuestra mentalidad, surge es cómo Jesús
permite semejante daño en la economía de muchas familias que vivían del negocio
de los cerdos. Si nos trasladamos a la mentalidad judía, aún hoy vigente
todavía, el cerdo es un animal prohibido. Por eso no comen los judíos carne de
cerdo. Por eso aquel negocio era ilegal y aún ofensivo en las mentes de la
mayoría, y Jesús había actuado contra la ilegalidad.
Salieron los habitantes de la aldea y pidieron a Jesús que
se marchara. Fue su respuesta. No miraron al paisano curado y que ahora volvía
a ser un hombre normal, gracias a Jesús.
Cuando una persona, por ejemplo yo, lee las Sagradas Escrituras, ve y entiende lo que es capaz de ver y entender según la capacidad que Dios, le haya dado.
ResponderEliminarCierto es también que las capacidades que Dios da, a veces son talentos en bruto que hay que pulir y formar. Salvo casos muy especiales, que también creo que los hay, las personas trabajan y se forman poniendo su esfuerzo empujado por la Gracia de Dios.
Como comenté hace unos días en presencia de un amigo, cuando uno lee un determinado pasaje del Evangelio, puede llegar a recibir una cosa en su interior, y si lo lee días o semanas después, a lo mejor ve algo que no parecía estar ahí la vez anterior. Esa es la riqueza de la Palabra de Dios.
Ciertamente, hay pasajes más complicados que requieren un "conocer" la Doctrina del Magisterio de la Iglesia Católica, para evitar "interpretar" erróneamente.
Recordemos que la Palabra de Dios en la Iglesia está formada de dos partes: La Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición (distinguir de la tradición en minúscula).