LITURGIA
Estamos ante uno de los textos más
trascendentales de la Biblia, porque no sólo es una referencia al pueblo
hebreo, que estaba en Egipto, sino que su tema llega hasta nuestros días. De
hecho ese texto se lee el Jueves Santo para expresar el sentido de la Pascua
del Señor.
Ex.11,10-12.14 es la preparación inmediata del pueblo
hebreo para su liberación de Egipto. Pero eso no se produce de una manera
simple sino que es eminentemente celebrativa. Los hebreos han de prepararse
para la gran fiesta de su liberación, y lo han de hacer con el sacrificio de un
animal, con cuya sangre han de señalar las puertas, para que cuando pase el
ángel exterminador contra los egipcios, al ver esa señal de la sangre, pase de
largo.
Comerán el cordero no como un banquete cualquiera, sino con
un ritual: cordero asado al fuego y no cocido en agua, la cintura ceñida, las
sandalias en los pies y el bastón en la mano. Todo como quien está de paso.
Comerán a toda prisa porque es la Pascua,
el paso de la esclavitud a la libertad, y no da lugar a pararse.
Esa noche pasará Dios por la tierra de Egipto. Morirán
todos los primogénitos, hombres y animales, y Dios hará justicia a favor de su
pueblo elegido. La sangre será la señal de que la casa es de los hebreos, y
será un día memorable para los hebreos, que ya lo celebrarán siempre como
fiesta.
Nosotros los católicos trasladamos ese PASO o PASCUA al
Jueves Santo, fiesta de generación en generación, como Dios anunció en aquel
entonces, y que para nosotros ya no es la liberación de una esclavitud material
sino del dominio de Satanás y del pecado y la muerte, por el sacrificio del
NUEVO CORDERO que es Cristo, y que entrega su vida por nosotros y por muchos en
esa PASCUA PEREMNE de la Eucaristía.
El evangelio ya tantas veces repetido de los discípulos de
Jesús cogiendo espigas en sábado. Mt.12,1-8. Era un juego inocuo para aquellos
hombres familiarizados con el campo, y que tantas veces lo habían hecho (y que
tantas veces lo hemos hecho los que hemos tenido la suerte de tener espacios
relajados en medio de los sembrados de trigo). Pero aquel día era sábado. Otro
día no hubiera pasado nada. Pero en sábado suponía para las mentes obtusas de
los fariseos “un trabajo” que en sábado no se podía hacer. Algo tan distante
del pensamiento de Jesús, para quien aquello era una minucia sin importancia,
un simple juego sin trascendencia.
Los fariseos le llaman la atención a Jesús porque tus discípulos están haciendo una cosa que
no está permitida en sábado.
Jesús se fue mucho más al fondo de la cuestión y les
presentó el caso de David –venerado por los judíos- que, viniendo de una
escaramuza con un grupo de hombres, se presenta en casa de Dios y comieron de los panes presentados, cosa que no estaba
permitida sino a los sacerdotes. Primera razón: en determinados casos cede
la ley. La ley no es un absoluto que no admita excepciones. La ley del sábado
no es tan estricta que no se puedan arrancar unas espigas. Y en general la ley
está supeditada a las circunstancias. Por eso los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en
culpa.
Y entonces entra Jesús en lo más concreto: Pues yo os digo que aquí hay uno que es más
que el templo. La vida con Jesús no tiene en cuenta esas leyes porque
Jesús está por encima de ellas, y porque
la atención de Jesús se detiene en la
misericordia y no en el sacrificio. Y si lo pensaran así ellos, no condenarían
a los apóstoles por una nimiedad. Y porque el Hijo del hombre es Señor del
sábado. He ahí la suprema razón. Jesús está por encima de todas esas leyes
que han exagerado los hombres, y quiere, antes que todo, vivir la misericordia.
Es la nueva mística de los tiempos mesiánicos, y por tanto la esencia de lo que
hemos de vivir nosotros, anteponiendo la misericordia y la comprensión a los
sacrificios o cualquier modo externo de vivir nuestras creencias religiosas.
Jesús va al fondo. Jesús va a lo interior.
Señor: mis circunstancias con importantes para ti. Tu Palabra me dice hoy que por encima de todo está la misericordia, y que para ti, lo cuadriculado, o lo que "debe ser" a veces puede pasar a un segundo plano o incluso no armonizar con tu misericordia según mis circunstancias.
ResponderEliminarTe doy gracias, porque se que me entiendes y me conoces.
Durante la jornada atravesamos muchos sembrados: educativos, profesionales, culturales, sociales, familiares... Jesús nos acompaña y nos recuerda que el amor y la misericordia es lo primero.Pidamos también que el Señor envíe operarios a su mies.
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