LITURGIA
La liturgia de Santiago nos dejó ayer sin el
momento sublime en que Dios se manifiesta al pueblo en el Sinaí. Una
presentación del autor que es toda una situación que se sale de los límites
humanos, para describir la presencia de Dios.
Hoy Dios, desde el Sinaí da sus mandamientos a Moisés,
expresándole con palabras lo que luego quedaría grabado en las dos tablas de la
Ley. (Ex.20,1-17). Por lo pronto, la presentación de Dios: Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de la esclavitud de Egipto.
Y hecha la presentación, viene la natural contrapartida que debe haber por
parte del pueblo: No tendrás otros dioses
frente a mí. No te harás ídolos, figura alguna. No te postrarás ante ellos ni
les darás culto, porque yo soy el Señor, un Dios celoso. Pero actúa con piedad
por mil generaciones cuando me aman y guardan mis preceptos. Todo eso sería
el primer mandamiento, el supremo mandamiento. Pero eso arrastra consigo unas
consecuencias: No pronunciarás el nombre
del Señor, tu Dios, en falso. Fíjate en el sábado para santificarlo.
Muchos “fieles” de hoy ¿tienen cogido esto en serio?
Reconocer a Dios como único, supone no construirse ídolos de ninguna clase.
Supone no pronunciar en falso el nombre de Dios y supone santificar el día de
descanso. ¿Está todo esto asumido de verdad por los fieles católicos? ¿Se está
viviendo la verdadera relación con Dios?
Luego pasa a la 2ª tabla: Honra a tu padre y a tu madre; así se prolongarán tus días en la tierra
que el Señor tu Dios te va a dar. Obsérvese que es el único mandamiento que
añade una promesa.
Luego sigue la enumeración de los otros mandamientos: No mataras. No cometerás adulterio. No
robarás. No darás falso testimonio contra tu prójimo. No codiciarás los bienes
de tu prójimo: no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni un buey,
ni nada que sea de él.
Vuelvo a lo dicho: ¿Está hoy tomándose en serio el fiel
cristiano estos mandamientos que Dios dio ya con su palabra a aquel pueblo que
quería pertenecerle? Un repaso a fondo de los mandamientos primitivos sería ya
de mucha utilidad para tomar tono en la práctica de la vida evangélica. Porque
Jesús no vino a abolir esos mandatos de Dios sino a llevarlos a un afinamiento
e interiorización. Ya no se trata de la materialidad del cumplimiento. Se trata
de crear una personalidad nueva por la que el nuevo pueblo de Dios viva acorde
con ese único Dios, que es el Señor.
El evangelio es la aplicación a la realidad de la parábola
del sembrador: Mt.13,18-23. En esa aplicación, ya Jesús no habla de “los
pájaros” que se comen la semilla sino del Maligno que arrebata la Palabra que
se había sembrado en el corazón de la persona. Para Jesús es un hecho que el
Malino actúa. Hoy hay mucha tendencia a eliminarlo. Para Jesús es una fuerza
que actúa.
Otra cosa es que mucha gente lo usa como coartada para
seguir viviendo a su manera, y cuando sale la cosa mal, “la culpa la tiene el
demonio”. Yo suelo decir que el demonio tiene cosas más importantes que hacer,
y que muchas faltas que se cometen, vienen de que la persona se mete en el
peligro, porque sí…, y luego pretendería que Dios hiciera el milagro de que no
cayeran. Ahí es mucho más serio plantarse ante uno mismo y ver lo que uno tiene que evitar, y no
echarle las culpas al demonio.
Otro grupo va a la Palabra de Dios con gusto y la acepta
con alegría, pero sin meditar, sin profundizar, sin echar raíces. Es el efecto
de la inconstancia, que se echa atrás ante la menor dificultad. La palabra está
muy bien mientras no comprometa.
Otra clase de personas: las que tienen mil cosas entre
manos (afanes de la vida, atracción de las riquezas), mil intereses creados, o
mil temores de perder algo… Son muchos obstáculos para que la Palabra pueda
surgir de entre tantas “zarzas”. Siempre acaba ahogada la Palabra. Lo humano
tira mucho. La Palabra supone una actitud de fe… Y la fe se soslaya, se hacen
amalgamas, se dan explicaciones…, y en definitiva se salta.
Quedan las personas verdaderamente fieles que se pliegan a
la Palabra de Dios, y que la acogen por encima y por delante de cualquier otra
cosa. En ellas se ve el fruto. Y será mayor o menor (que en eso no puede entrar
la medida humana), y que para Jesús es ya tierra
buena.
Los mandamientos son caminos de felicidad.Cuando lo vivimos nos sentimos llenos de amor y paz.Nuestro Padre Dios en su misericordia nos dio estás instrucciones para nuestro bien.Jesus añadió el mandamiento nuevo del amor,como Yo os he amado.
ResponderEliminarEn la memoria hoy de San Joaquín y santa Ana pidamos por todos los abuelos, que contribuyan al bien de sus hijos y nietos.Que encuentren tiempo para rezar y se sientan útiles en la sociedad y que no se vean abandonados por sus hijos.( Magnificar)
ResponderEliminarQuise decir oración de la publicación Magnificat.
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