Solemnidad del SAGRADO CORAZÓN
Una rica liturgia nos ofrece el CICLO
B en la FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN con 3 lecturas cargadas del sentido del amor
de Dios, que se manifiesta precisamente en Cristo, y que tienen su simbolismo
en el Sagrado Corazón de Jesús.
El corazón es un elemento frecuente en la vida diaria para
expresar un máximo de sentimiento personal: “Te quiero de todo corazón”, “lo he
sentido con todo mi corazón”, “te prometo de corazón”… Con el corazón
expresamos simbólicamente el amor, y con el corazón o corazones atravesados por
una flecha indicamos el amor hasta el enamoramiento. No es, pues, forzado celebrar
la FIESTA DEL CORAZÓN DE JESÚS para indicar el amor de Jesucristo a nosotros,
que es en definitiva el amor infinito de Dios a la humanidad y a cada persona
en particular.
Os.11,1.3-4.8-9 en la 1ª lectura nos sintetiza una historia
del amor de Dios. Israel, desde el principio fue un pueblo amado de Dios. Era
niño, recién formado, y de Egipto llamé a
mi hijo; luego creció e Israel era joven y le amé… Yo le enseñé a
andar y le alzaba en mis brazos. Aunque él no comprendía, yo le curaba de sus
llagas. Yo le atraía con correas de amor…, levantaba el yugo que lo oprimía y
me inclinaba y le daba de comer.
Toda una serie de imágenes de amor que hasta pudiéramos llamar
“maternal” por parte de Dios, y que nos remontan al mismo origen de aquel
pueblo, en el que ya Dios se mostraba amorosamente. Por eso la mirada al
Sagrado Corazón nos lleva hasta el mismo amor de Dios a la humanidad, que luego
se concreta en la cercanía del Hijo humanado y extendiendo su mano en beneficio
de sus hermanos los hombres. Se me
revuelve el corazón, se me conmueven las entrañas.
La 2ª lectura (Ef.3,8-12.14-19) es la declaración de Pablo
que se siente insignificante por sí mismo para trasmitir el inmenso mensaje del
amor de Dios, ese misterio escondido desde el principio de los siglos y
confiado ahora a Pablo: que se siente emocionado porque él es vehículo para los
mismos seres celestiales para que lleguen a conocer el misterio de Cristo. Dice
Pablo que: mediante la Iglesia, los
principados y potestades en los cielos, conocen
la multiforme sabiduría de Dios, según el designio eterno, realizado en
Cristo Jesús.
Por
eso Pablo se siente anonadado y “doblo
mis rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en
la tierra, pidiéndole que de los tesoros de su gloria os conceda abarcar lo ancho, lo alto, lo largo, lo
profundo comprendiendo lo que trasciende toda filosofía: el amor cristiano”.
[Por mucho tiempo se tradujo esa última expresión por “el amor de Cristo”]. Obsérvese
que en esas dimensiones que ha nombrado Pablo, en ninguna se ha puesto medida…
En realidad son dimensiones infinitas que abarcan el todo del todo. Por eso me
sigue haciendo eco aquella traducción primitiva de ese texto, porque esos
“límites” ilimitados del amor, corresponden precisamente al amor de Cristo, que
es un amor infinito. Ese es precisamente el que se simboliza en el Corazón de
Jesús.
El
evangelio de Juan 19,31-37 es el más expresivo
para mostrarnos al Corazón de Jesús, por cuanto que la lanzada que le infringió el centurión, llegó hasta el
mismo corazón físico de Jesús. La Vulgata tradujo que la lanza “abrió el
costado”. Y San Agustín interpreta que ese costado abierto es la puerta de
entrada al mismo interior de Jesús, a su Corazón, para que nosotros podamos
entrar en sus sentimientos y en el horno de amor que arde en ese corazón de
Jesucristo.
Las
imágenes con el Corazón fuera del pecho, llagado y con llamas, nos están
poniendo ante los ojos esa realidad de un amor ardiente.
Por
otra parte, en la descripción evangélica se nos dice que salió de su costado sangre y agua, que es la prueba de que aquel
corazón herido había dado de sí toda su sangre sin reservarse nada. El amor del
Corazón de Jesús es el amor de Dios y es por tanto amor infinito que lo da
todo.
San
Juan se goza en dar ese testimonio porque él lo ha visto con sus ojos y lo que
trasmite es una verdad indiscutible. Luego lo lleva a la interpretación
bíblica, que muestra a las claras que no
le rompieron ningún hueso sino que lo
traspasaron.
Hoy quisiera felicitar a todos aquellos que aman siguiendo el mandato del Maestro. Y a todos los que intentan amar así, y a todo aquel que se da cuenta de lo importante que es amar así. Y a todo aquel que conoce como nos ama Jesús. Muchas felicidades en este día.
ResponderEliminarEl mundo necesita más que nunca de este tipo de amor, el verdadero amor.
España necesita mucho que Reine el Sagrado Corazón de Jesús en nuestras vidas. Pido pues, al que tiene la última palabra y del que depende el destino final de todos nosotros, que nos ampare y que nos acoja como sólo Él puede hacerlo. Amén.