PROCESIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN. MÁLAGA
La imagen del Sagrado Corazón procesionará hoy por
el centro de Málaga, haciéndose JESÚS presente a muchas personas que no
frecuentan las iglesias pero que son adictas a los desfiles procesionales en
alguna de las diversas formas de participación: como espectadores, como Hombres
de trono, como Portadores, Músicos…
Para los
fieles que viven estos acontecimientos como expresión de fe, el momento de una
procesión es una reafirmación de esa fe, también desde esas diversas maneras de
estar acompañando a la imagen por las calles de la ciudad.
Liturgia:
La 1ª lectura y el evangelio
contraponen dos actitudes ante el proyecto de Dios. En la 1ª (Gn.3.9-15) Eva
actúa escuchando la voz de la serpiente en contra de lo dicho por Dios, y acaba
echando mano del árbol de la vida, tronchando esa vida y acarreando la muerte.
En el evangelio (Mc.3,20-35) encontramos a otra mujer,
María, que es alabada por cumplir la
voluntad de Dios, pese a que la misma familia no está por la labor. Primero
intentando llevarse a Jesús porque lo consideran fuera de sí porque está dado a
hacer el bien y predicar el camino de Dios a las gentes, y luego trayendo a
María como la manera de quitar a Jesús de su labor.
En medio de las dos oportunidades Jesús ha de enfrentarse a
los doctores de la ley que pretenden convencer a la gente de que Jesús está
movido por Belzebú, en cuyo nombre -dicen ellos- echa los demonios.
Jesús los invita a sentarse aparte y les hace la reflexión
de que Satanás no puede echar a Satanás porque esa sería una pelea absurda y
además así Satanás no podría subsistir.
Advierte Jesús entonces algo que es de suma importancia: el
pecado que cometen aquellos doctores de la ley es un pecado que acaba por no
tener perdón. Y no es que no pueda Dios perdonar todo pecado cuando el pecador
se reconoce como tal, sino que aquellos responsables religiosos han caído en lo
peor que podían caer: en atribuir al espíritu del mal lo que sólo puede hacer
el espíritu del bien, el poder de Dios. Jesús echa los demonios con el poder de
Dios y aquellos doctores lo atribuyen a Satanás. Ese es el pecado que no tiene
perdón porque no se reconoce como tal pecado y no hay arrepentimiento. Y Dios
querría poder perdonar pero la persona no se pone a tiro para recibir el perdón
de Dios. Es lo que Jesús llama “blasfemia
contra el Espíritu Santo”, que ni es una blasfemia expresa ni nombra al Espíritu
Santo. Pero ese Espíritu de Dios es el que inspira los buenos deseos y los
buenos propósitos y aquellos doctores de la ley no están por acoger las
inspiraciones de Dios.
La lección que nos aporta la pedagogía de este domingo es
la fidelidad a la voluntad de Dios. Esa fidelidad que tiene en María y en Jesús
su exponente más claro porque ellos se plegaron en todo a los deseos y
proyectos de Dios, María por su obediencia a los deseos de Dios, y Jesús porque
actúa con el poder de Dios.
La EUCARISTÍA nos lleva a esa esencia de lo que es vivir de
acuerdo con los planes de Dios, que a Jesús le llevó hasta el sacrificio, el
mismo sacrificio que revivimos en cada Misa por el que somos salvados todos los
que aceptemos y vivamos acordes con el Espíritu de Dios que habita en nosotros.
Escucha, Padre, nuestras peticiones.
ResponderEliminar- Que estemos atentos a conocer tu voluntad. Roguemos al Señor
- Que ninguna atracción humana nos aparte del bien. Roguemos al Señor.
- Que tengamos la humildad de reconocer nuestros pecados. Roguemos al Señor.
- Que participemos de la Eucaristía sabiendo que el sacrificio es parte de nuestro caminar en la presencia de Dios. Roguemos al Señor
Señor Jesús: expulsa de nosotros el espíritu del mal y llévanos de tu mano a hacer lo que agrada al Padre.
Tú, que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo y eres Dios por los siglos de los siglos.
Desgraciadamente por tercer año consecutivo no podré asistir. Por suerte pude participar de la Eucaristía durante la Novena. Una pena.
ResponderEliminarTuve que quedarme un año más en casa, sin poder participar en ninguno de los actos de la Festividad del Sagrado Corazón. Se lo he ofrecido por la conversión de los pecadores, como me ha pedido el Señor; reconociendo humildemente que soy una ¡gran pecadora.¡una pena; pero , así es!
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