Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor
Esta nueva invocación es dar vuelta sobre una misma
realidad que ya se ha presentado y que seguirá presentándose. Unos círculos
concéntricos que expresan de una u otra manera la esencia misma del Corazón de
Cristo. Jesús podría haber dicho de sí: “soy bondadoso de corazón” y con ello
decir todo lo que se puede decir para afirmar un hecho incontrovertible. Si ya
San Juan nos afirma que “Dios es amor”, es decir, que se manifiesta en obras de
amor, lo mismo puede decirse de Jesús: “Jesús es amor”, y se ha manifestado en
obras de amor.
La invocación dice que el Corazón de Jesús está “lleno”…,
que lo abarca todo, que no le falta nada
en esa bondad y amor. Es plenitud. Es fuente y manantial que mana misericordia
y delicadeza, que no se agota nunca. Bien podemos rezar con devoción y seguridad
la jaculatoria propia: Sagrado Corazón
de Jesús, en ti confío.
Liturgia:
Empieza Jesús a desmenuzar la
“plenitud” de la ley. Y lo hace con el mandamiento: “No matarás”. Así está
formulado escuetamente, si bien cuando se acude al Código de la Alianza que dio
Moisés, de parte de Dios, hay muchos detalles muy delicados del trato que hay
que tener con el prójimo.
Pero Jesús explica ahora expresamente. Se dijo: “No matarás
y el que mate será procesado”. Pero YO OS DIGO… Entra Jesús como nuevo
legislador, como el nuevo Moisés, y con la autoridad de entrar en el propio
mandamiento de Dios.
¿Y qué es lo que dice Jesús? –Que el que esté peleado con su hermano será procesado. “Matar” ya
no es solo “matar”. Mata el que está peleado con su hermano, el que lo ofende
con palabras desdeñosas. Hay muchas maneras de matar. De pronto, ante una
tensión originada con alguien, se dice: “esa persona ha muerto para mí”, o “no
quiero cuentas con Fulano”. Ya he matado en mi corazón.
Se ha pasado de dar muerte física a una muerte moral,
interior, en el corazón. Jesús ha apuntado ya a las realidades interiores,
donde se cuecen los malos pensamientos…, y todo aquello que Jesús describe en
Mc.7,21-22.
Sigue Jesús afinando y entra a enseñar una actitud concreta
que hay que tener: Si tu hermano tiene
quejas contra ti… Lo ha dramatizado en un momento en que alguien va a
presentar su ofrenda al altar. Y cuando va de camino –y por decirlo así está ya
en la fila…- y se acuerda entonces de que su hermano o prójimo tiene queja de
él…
Ni siquiera es que el donante tenga conciencia de un fallo
personal, sino que advierte que otro está dolido por algo que se hizo con él.
Entonces Jesús afina hasta el punto de pedir a ese donante que deje su ofrenda al pie del altar y vaya
primero a reconciliarse con su hermano. Después puede volver a presentar su
ofrenda.
Llegado aquí se me viene a la vista aquel muchacho que
asistía a una Misa de Curso que yo oficiaba, y al llegar al momento de la paz
se dirigió a mí y me dijo: “Perdone, Padre: tengo que pedirle perdón a mi
compañero, pues aunque él no lo sabe, he pensado mal de él. Y así no puedo
comulgar”. Atravesó el círculo de compañeros y se fue al aludido a pedirle
perdón. Y yo me quedé pensando: Éste muchacho ha entendido el evangelio.
Jesús concluye: Procura
arreglarte con el que te pone pleito mientras vais aun de camino… No dejes
que se enconen las tensiones que pueden surgir en el interior del alma y deja
tu mente y tu espíritu limpios antes que tener dar cuenta del fallo.
Y como ha puesto una comparación “judicial”, continúa la
parábola diciendo que si no arreglas pronto, habrás de dar cuenta ante el
tribunal, y tendrás que pagar el delito cometido. Y entonces puede ocurrir que
se te exija pagar hasta el último centavo. No pretende Jesús establecer una
comparación con el perdón del pecado como si Dios estuviera ahí detrás para
hacer pagar el delito. Pero vale la parábola para indicarnos que la aplicación
del “no matarás”, en la mente de Jesús, va muy a fondo y que en este terreno
del respeto al prójimo se nos exige mucho.
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