7º día de la Novena al S. Corazón. Málaga
Corazón de Jesús, templo santo de Dios.
Es bastante simple de explicar y entender. El Corazón de
Jesús es Jesús mismo. Jesús es el Hijo de Dios encarnado. Por tanto Jesús, el
Corazón de Jesús, es el Verbo de Dios encarnado. La realidad humana de Jesús es
el templo donde habita la 2ª Persona de la Santísima Trinidad, que es Dios como
el Padre y como el Espíritu. El Corazón de Jesús es Dios.
Liturgia:
Nuevos lazos que pretenden poner en
ridículo a Jesús. Hoy le llegan de parte de los saduceos, secta religiosa que
no admite la resurrección. (Mc.12,18-27). Y para desbancar a Jesús de su fe en
la resurrección, le vienen a proponer un “caso de conciencia” muy retorcido,
pero basándose en una ley, la del levirato, por la que se determinaba que si un
varón moría prematuramente sin dejar
hijos, el hermano había de llegarse a la mujer viuda para suscitarle un hijo al
difunto. Esa ley estaba en vigor en Israel, y se basaba en la afrenta que
suponía para un varón no tener descendencia.
Pues bien: la cuestión que le plantean a Jesús es la de una
mujer cuyo marido muere sin dejar hijos. Le ha de “suceder” el segundo hermano.
Pero también muere sin dejar hijos. Y así con el tercero…, y hasta siete (siete
es un número simbólico que expresa la totalidad). Por tanto aquella mujer ha
quedado sin hijos, pese a estar casada con siete hermanos.
La cuestión que plantean los saduceos para llevarla al
ridículo y negar así la resurrección, es que cuando llegue la resurrección que defiende Jesús, ¿de quién será esposa
aquella mujer, puesto que los siete han estado casados con ella?
Naturalmente para nuestra mentalidad aquella ley no tiene
sentido, pero para ellos sí. ¿Cómo resolver ese embrollo cuando se verifique la
resurrección?
Jesús se va a la raíz: Estáis
muy equivocados, y no entendéis las Escrituras ni el poder de Dios, porque en
la resurrección no se casarán ni los hombres ni las mujeres. Serán como los
ángeles del cielo.
La resurrección es otro estadio de vida que no se mide por
las medidas humanas. Suele ser uno de los puntos que más se plantean en la
curiosidad humana, y sin embargo es ficticio toda solución que queramos darle
desde nuestras categorías y conocimientos humanos.
Frecuentemente nos están preguntando cómo será en el cielo
la relación de los que aquí estuvimos unidos, amigos, casados… O cómo nos
veremos y nos conoceremos… O cómo seremos felices en la hipótesis de que alguien íntimo no esté
en la beatitud. Y muchas más preguntas que quisiéramos poder tener resueltas
aquí con nuestras mentes limitadas y terrenas.
Yo no pierdo el tiempo con esas preguntas. Yo sé a ciencia
cierta que el bienaventurado será plenamente feliz. Y lo será porque disfrutará
de la presencia de Dios. Y que nada le podrá quitar esa felicidad. Pero ya no
sé decir más, ni nadie lo puede explicar. Aquello de que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el entendimiento humano puede
comprender. Y que sin embargo es una realidad. Los teólogos recurren a lo
que ellos llaman “la luz de la gloria”, un “nuevo sentido” capaz de captar lo
que aquí no nos es posible ni imaginar.
Jesucristo acabó la conversación aquella con un
razonamiento propio de las escuelas rabínicas que a nosotros no nos es de mucha
evidencia pero que para aquellas gentes eran argumentos muy válidos. Les dice: y a propósito de que los muertos resucitan,
¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el episodio de la zarza, lo que le
dijo Dios: “Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob”? No
es Dios de muertos sino de vivos. Estáis muy equivocados.
Una curiosidad que hoy se plantea es el tema de la
incineración o el enterramiento, y precisamente lo plantean algunos desde el
tema de la resurrección. La verdad es que el resultado de la incineración o el
del enterramiento es el mismo: la destrucción del cuerpo material, de una
manera o de otra, o por el fuego o la putrefacción. Volvemos a la misma: es que
la resurrección es OTRA COSA, es “otra dimensión” pero no catalogable con el
pensamiento y el sentimiento humano. Ahí hemos de dejarle todo a Dios, que es
el que sabe y el que no nos adelanta la respuesta. Esa la tendremos por propia
experiencia en su momento.
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