Corazón de Jesús en quien el Padre halló todas sus complacencias
En el evangelio tenemos al pie de la letra esa realidad: Éste es mi hijo amado en quien me complazco.
Ese Hijo amado es el Hijo del Padre y, en aquella circunstancia era Jesús, el
Hijo hecho hombre. El Hijo hecho hombre es Jesús, y Jesús es EL CORAZÓN DE
JESÚS o Jesús manifestado en su amor profundo y total, que se encierra y se
simboliza en el Corazón. El Padre se complace en ese Hijo y por tanto en todo
lo que lleva en sí la obra de ese Hijo Único, que es el Jesús del evangelio, el
amor y la misericordia vivido de muchas maneras. Todo eso que se expresa en la
realidad del CORAZÓN DE JESÚS.
Liturgia:
Pasamos al capítulo 6 de San Mateo
(1-6.16-18), que sigue presentando el Sermón del Monte. Jesús da pautas de
conducta por las que deben regirse los que quieran ser sus discípulos o
seguidores. Y la primera de esas pautas es cuidar
de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por
ellos. Esa “justicia” que es la rectitud en el proceder. El bien que hagan,
no sea para aparentar y agradar externamente, Eso lo hacen los fariseos pero no
debe ser nunca el modo de proceder de quienes vayan con él. Porque esa conducta
meramente externa no es la que ve Dios ni la que aprecia Dios., no es la que
recompensa el Padre Celestial.
Y va a poner Jesús tres casos muy concretos que ya eran
habituales entre los fariseos, pero que han de evitarse decididamente por los
discípulos de Jesús: sobre la la limosna,
la oración, el ayuno.
Dice Jesús: Cuando
hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante como hacen los
hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de que los vea la
gente y ser honrados por los hombres. Os aseguro que ya han recibido su paga.
El argumento es el mismo en el tema de la oracion y del
ayuno (o privaciones), y responde a una realidad que tenía vista constantemente
Jesús en sus andanzas por entre los santones de Israel. Jesús veía a los que
daban limosna de forma ostentosa, los que rezaban hipócritamente con aspavientos
externos para que la gente los admirase, y los que compungían su rostro para
que la gente observase su ayuno. Y Jesus reacciona frente a esas tres prácticas
enseñando a las gentes a hacerlo todo con una actitud de interioridad: entra en tu aposento y tu limosna quedará en
secreto y tu Padre –que ve lo secreto- te recompensará.
Con la oración pasa igual: rezan los hipócritas en las sinagogas y en las calles para que los vea
la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga, paga tan exigua como la
alabanza de las gentes. Por eso cuando tú
vayas a rezar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y reza a tu Padre. Y tu
Padre que ve lo escondido, te recompensará.
En el ayuno, lo mismo. Los hipócritas ayunan y desfiguran
su rostro para demostrar su sacrificio y ser admirados de las gentes. Ahí se
acaba ya su paga. Es lo que se llevan consigo. En cambio cuando tú ayunes, lávate la cara, perfúmate la cabeza para que tu ayuno
lo note, no la gente sino el Padre que ve en lo escondido, y tu Padre que ve en
lo escondido te recompensará.
Repetitivo pero muy claro de entender. La vida de
seguimiento de Jesús es algo íntimo y profundo que tiene su centro en lo hondo
y escondido de la persona. La mano izquierda no se debe enterar de lo que hace
la derecha…, buena manera de explicar que la vivencia cristiana es
fundamentalmente interior. No es que la mano derecha no haga la limosna, pero
de tal modo que “la izquierda no se entere”, no se haga para ser admirado sino
porque el bien ha de hacerse. Pero será siempre con ese “secreto” que sólo
puede ser visto por uno mismo y aquella otra persona que recibe el favor.
¿Habéis comprobado lo molesto que es la persona que reza
bajito pero no tan en secreto que no se oiga? Ese mascullar oraciones que
molestan a todo el que rodea… ¿Por eso les va a oír más el Señor? ¿No sería
mucho más de agradecer que “entrara en su interior” y allí en lo secreto
expresara su oración?
Quizás habrá que repasar algunas expresiones de nuestra
espiritualidad para ver si estamos viviéndolas en secreto, en el secreto del
alma, y estamos más acordes con la enseñan de Jesús.
Lo de mascullar oraciones es muy cierto. Me toca sufrirlo a veces y molesta. Al igual que los fieles en la misa se adelanten al sacerdote o suban el tono por encima del de al lado. Yo entonces me callo y contesto para adentro.
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