y tenemos reunión (en Málaga)
a las 5'30 de la tarde,
con Hora Santa a las 7
y Eucaristía A LAS 7'30
Mc 4, 5-6 y 16-17
Otra parte de la semilla, dice Jesús,
cayó en peñascal, brotó rápidamente, pero
el calor del sol la quemó porque no tenía raíces y se secó. Es de las
experiencias que podemos constatar a menudo. La Palabra de Dios tiene –por sí
misma- una eficacia: “Es viva y eficaz”,
dice la carta a los Hebreos. De su naturaleza es ser “penetrante”… Pero he aquí
que Jesús cuenta que cae en lugar de piedras, donde no hay tierra para
arraigar. Era una “zona” del campo cuyo substrato era pedregoso. Y aunque la Palabra tenga en sí el dinamismo
interno de penetrar, no puede hacerlo cuando no hay por dónde.
Y s curioso y expresivo cómo dice
Jesús que esa Palabra es recibida con
alegría. No podía ser menos. El
Evangelio es Buena noticia y lo que
es bueno es recibido siempre con gozo. El alma que se ha acercado, aun mínimamente,
a la Palabra de Dios, experimenta normalmente una especie de aire fresco…, un
sentido de ilusión y deseos. La Palabra de Dios no puede menos que llevar en sí
esa alegría, esa fuerza que ilusiona. Toca, y es como vara mágica que levanta
esperanzas y hace concebir deseos. Pero ahora viene la persona que se pone a
tiro, que ofrece algo donde anude esa Palabra, y la persona que vive una veleidad:
recibe con alegría pero no pone de su parte mucho más. Al menos en ese punto concreto. [Porque no es
extraño que personas espirituales, que tienen exigencias evangélicas, que dan
de sí mucho en otras parcelas de su vida, luego presentan su zona pedregosa en la que simplemente quisieran…, pero no ofrecen tierra donde
arraigar algún punto concreto de esa penetrante Palabra].
Y llega el sol de mediodía…, que da calor…, y la mata que ha surgido con
aires de esperanza, se quema… Y como no
hay raíz, se seca. Ahí pueden estar las
personas de poco o nula fuerza de voluntad, que se entusiasman con alegría ante
un ideal que les descubre la Palabra. Y crece
rápidamente el deseo, el sueño de alcanzar esa fruta… Pero al tener que “empinarse” un poco y
sentir el esfuerzo que eso supone, se
escandalizan. Es una palabra que usa Jesús.
No es escandalizarse de la Palabra, ni de algún mal exterior. Es escándalo de uno mismo…, es el desinfle de
unas nebulosas ilusiones, que se topan con la propia realidad…, y se agostan y
se secan en un abrir y cerrar de ojos.
Y vuelvo a insistir en el aspecto
que realmente me importa más: no son sólo aquellos que –por constitución- no tengan raíces en sí mismos. En donde
quiero fijarme es en otras almas que pueden mucho, que hacen mucho, que viven
en otras cosas muy decididamente. Pero
luego llegan a determinados aspectos, a situaciones concretas, a llamadas
exigentes de esa Palabra penetrante,
y ahí se detienen…, ¡ahí nos echamos atrás!..., ahí ponemos nuestras
cortapisas, nuestras justificaciones, y ahí nos quedamos parados. Y unas veces “escandalizados” de nuestra falta de valentía y otras –lo peor- sin
siquiera escandalizarnos…, porque nuestros resortes de autodefensa nos ponen “a
seguro” de nosotros mismos. Somos éstos
los que realmente acabamos por ser vulgares por no ser capaces de dar el paso
que vemos que debíamos dar. Y he dicho “vulgares”
por no decir “perversos”, como dice de los “simplemente buenos” un maestro de vida espiritual, de la Congregación de los
Sagrados Corazones.
Jesús especifica que la falta de raigambre en sí mismos los hace efímeros (volátiles, volubles), y en sobreviniendo la tentación o persecución
por causa de la Palabra, sucumben. “Volubles”,
que en tanto caminan y rinden en cuanto que la Palabra les sea placentera,
devota, dulce, tierna, consoladora… Pero que al surgir la tribulación o persecución
por razón de la Palabra, se escandalizan.
¿Qué “tribulación”? Sencillamente que uno tiende a asentarse en
lo que es, y queda muy “tranquilo” con lo que hace. ¡Que no venga ahora la Palabra a levantarle
los pies del suelo! Tenemos nuestras “devociones”,
“cumplimos” nuestros compromisos, hacemos determinado bien a los demás (o “determinados
demás”)… Y nos vamos a la cama “con
nuestra conciencia tranquila”. Lo que no
ha habido ha sido una autocrítica, una razonable duda de la propia verdad, un
planteamiento de si Dios puede estar diciendo algo nuevo…, mostrando un nuevo “tramo
de escalera”…
¿Qué “persecución”? Puede ser que alguna vez venga desde fuera,
desde “enemigos”, o los que fácilmente constituimos “enemigos”, sencillamente
porque no son como queremos…, o porque son demasiado iguales a uno mismo y con
eso sentimos que nos pisan el terreno. Pero
la peor “persecución” es la que surge DENTRO; o “dentro” de los amigos,
o dentro del propio corazón. Esa “persecución”
que uno fantasea por el mero hecho de que no es aplaudido en su modo de
proceder. En realidad, casi es lo mismo. Porque los verdaderos AMIGOS no son los que
alaban, los que adulan, los que dan la razón, los que se muestran acordes
siempre. Y que uno se dé por “perseguido” por ellos no es que ellos lo hagan
mal, sino que uno “no tiene buen estómago”. ¡Cuántas veces necesitaríamos del amigo que
nos corrigiera y nos abriera los ojos para poder ver “las piedras” que nos están
impidiendo –dentro del alma- que la Palabra de Dios sea realmente en mí, viva, eficaz, penetrante como cuchillo de
doble filo, que entra hasta la médula de los huesos y separa ahí dentro esas adherencias que nos impiden la fuerza
intrínseca de LA PALABRA!
Padre, lo felicito por su exposición de la parábola del sembrador.No ha podido ser más clara y eficaz.
ResponderEliminarHoy festividad de los Apóstoles SANTIAGO Y FELIPE ,leemos en el Evangelio,c´mo Jesús enseña a sus discípulos y ante la pregunta de Felipe, la respuesta de Jesús"FELIPE,TANTO TIEMPO COMO LLEVO CON VOSOTROS Y NO ME HAS CONOCIDO? ¿Cuántas veces,quizá,tendría que hacernos Jesús el mismo reproche que a Felipe?
¡Tantas veces como he estado junto a ti y no te has dado cuenta!.Y nos podría enumerar el SEÑOR una ocasión y otra,circunstancias difíciles
y no estuvimos serenos porque nos faltó la cercanía de Dios.¿Cuánto bien nos hace hoy la respuesta de Jesús a este Apóstol,porque en él estamos representados también nosotros.