Mc 6, 47-52
Lo ocurrido allí había dejado
perplejos a los apóstoles, directos protagonistas de aquel prodigio. Las gentes
pudieron ser más o menos conscientes. Pero cuando los doce pasaron con sus
canastos recogiendo la sobras, fueron comentando a la gente la realidad de lo
sucedido. Y la gente se fue admirando, emocionando…, y reaccionando de la forma
más propia que ellos podían concebir. Un
líder que llega a tener esa aceptación…, un poderoso en obras y palabras que
los mantiene horas escuchando sus palabras, y que cura a sus enfermos…, y
encima saca pan y comida de donde no la hay, en el “rey” que ellos necesitan.
Jesús es ha hablado del “Reino”… Y –a lo humano- ellos pueden concebir que ha
llegado la hora de que el pueblo tima la iniciativa y lo proclame “rey”. [que
en realidad para ellos vendría a ser como un “alcalde” con fuerza para remover
a un pueblo que estaba necesitado]. Los
apóstoles no le hacen ascos a esa idea y suman su entusiasmo porque se pongan
en movimiento en orden a ese nombramiento.
Que hay que pensar que no estaba lejos de las ambiciones de poder que
ellos albergaban continuamente… Podía ser aquella la hora y la ocasión.
Y cuando legaron a Jesús con sus
canastas llenas, alguno más ambicioso u otro menos perspicaz, le adelantan a
Jesús –con el mayor entusiasmo- que seguramente es ese el momento que tanto
esperaba de “establecer el reino de Dios”. A Jesús le entristeció sobremanera que los
Doce entraran en esa falsa idea, ¡con tantas veces que Él les había hablado de
un Reino tan distinto a lo que ahora a ellos les entusiasma. Así se explica la expresión del evangelista: al punto les obligó apremiantemente que se
embarcasen y se le adelantasen a la ribera opuesta. ¡Totalmente A LA OPUESTA!..., y solos…, sin
Él… Diríamos en nuestro lenguaje que a
Jesús “le habían dado un disgusto”.
Se embarcaron, con ese profundo
pesar de tal final del día. Jesús se fue
a las gentes y, con buenas dotes de persuasión y conociendo bien a psicología
de la masa, los despidió. San Juan nos dirá que se retiró al monte a
orar a solas. ¡Eran los grandes momentos
de Jesús! Y quizás en este momento, su gran
necesidad… Poner en orden –en clima de
profunda oración- todo lo que había ido sucediendo, aquel día…; dejar el alma
en manos de Dios y dejarse empapar por su Presencia… Buscar nuevas “rutas” que
Dios quisiera marcar… Y pasar horas en
ese relajante diálogo de oración confiada y, juntamente, de desahogo, rendida
obediencia, ilusiones de futuro del verdadero Reinado de Dios…
Pero cuando hubo anochecido, estaba la barca en alta mar y él solo en tierra. Oraba Jesús y su oración a Dios no despegaba
sus ojos de aquellos hombres. Y si ya
había sido “tormenta” aquel embarque a solas y con el Maestro contrariado, otra
tormenta del Lago, con vientos y olas amenazantes, se venía a sumar a la
situación. Y Jesús no está tan embebido
y ajeno en su oración, que se haya descuidado de sus amigos. Dice el evangelio que jadeaban bogando porque el viento les era contrario…
Jesús no es que deje su oración
sino que su oración se traslada ahora al lugar donde están sufriendo sus
apóstoles… Y se viene a ellos. Marcos y Mateo
nos dicen que caminando sobre el mar
Juan lo expresa de manera que lo mismo puede interpretarse que viene por la
playa, porque la barca estaba tan cercana (sin que ellos lo advirtieran) que
Jesús no tuvo ni que subir a ella.
Si seguimos con nuestro evangelio
de Marcos, tenemos a Jesús que viene a ellos caminando sobre el mar. ¡Por si les faltaba algo, ahora se encuentran
con un nuevo horror!: un fantasma… ¿Quién, si no, podía dibujar entre las olas
aquella figura blanca que parece pasar de largo por donde está la barca? Y
gritan más, más desaforadamente, más horrorizados, porque perdieron la serenidad… Están fuera de sí… Se les han
acumulado muchas cosas y ya rompen estentóreamente.
Entonces se oye la voz de Jesús: Tened
ánimo, SOY YO; no temáis. Eran tres palabras más que suficientes para
saber que no era un fantasma, sino Jesús mismo. Eran palabras que ellos habían
escuchado de una u otra forma como expresiones muy frecuentes en Jesús.
Otra vez se bifurcan los
evangelistas. San Mateo imprime dramatismo con aquella salida de Simón Pedro
que pide –en su terror contenido- una prueba de que es Jesús y no un fantasma: Si eres Tú, mándame ir a ti andando sobre el
agua.
Yo imagino la sonrisa amplia que se
dibujó en el rostro de Jesús. Aquello era una chiquillada, pero era hermoso oír
a aquel hombre que la decía… Que
seguramente la decía sin saber lo que estaba pidiendo. Y con simpática respuesta, Jesús le dice: VEN. Ahora son los otros Once los que se quedan
pasmados de ver que Simón echa los pies fuera de la barca y se deja descolgar
en medio de los vientos y las olas… Pretendieron seguramente impedírselo…, pero
antes ya estaba Simón caminando sobre el mar en dirección a Jesús, que estaba a
escasa distancia. Sucedía todo según la fe que había mostrado.
Pero vino un golpe de viento que lo
tambaleó… Lo tambaleó físicamente y en
su misma fe… Ahora es cuando se mira a sí mismo, se asusta de ver lo que está
haciendo…, y al apartar sus ojos de Jesús, empieza a hundirse… Un grito
espantoso de angustia se le escapa suplicando; Señor, socórreme. A Jesús le bastó alargar la mano, y asirlo
para que se mantuviera a flote… Y con cariño y sorna le dijo: ¡Qué poca fe! Por dentro sonreía Jesús. O reía. Porque todo aquello no era para
menos.
Como la barca estaba allí mismo,
Marcos nos dice que Jesús subió a ella y amainó el viento. Ahora no preguntan, como la otra vez. Lo que
nos dice el evangelista es que estaban desmesuradamente atónitos…
No les salía el resuello. Y nos añade: es que no se habían dado cuenta cabal todavía de lo acaecido con los panes, sino
que su corazón “estaba estúpido”.
San Mateo lo concluye de otra
manera: se postraron delante de Él,
diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.
Hoy celebra la Iglesia la festividad de la Virgen bajo la advocación de MARÍA AUXILIADORA.Auxilio de los cristianos le decimos en la letanía del Santo Rosario.Acudamos a Ella ,que fue la fiel intérprete de las enseñanzas de Jesús y pidámosle que sepamos abrir nuestro corazón a las enseñanzas de su Hijo y hacerlas vida de nuestra vida.
ResponderEliminarMe uno al recuerdo de hoy de María Auxiliadora, la Virgen de D. Bosco. Muchos, aprendimos a amar a la Virgen bajo esa advocación en el mundo salesiano y que tanto bien ha hecho, hace y hará a tantos jóvenes (y no tan jóvenes) que hoy 24 de mayo, celebramos. Como decía D. Bosco, "Ella lo ha hecho todo".
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