BEATIFICACIÓN DEL P.TIBURCIO ARNAIZ S.I.
Solemne
beatificación del Padre jesuita Tiburcio Arnaiz, en la Santa Iglesia Catedral
de Málaga, ciudad en la que ejerció una mayor parte de su ministerio en la
Compañía de Jesús, dedicado especialmente a las gentes más desfavorecidas y
abandonadas de la fortuna. Gentes del pueblo y de los barrios más deprimidos, y
de las aldeas y núcleos rurales de la periferia de la ciudad.
Gran
enamorado del Corazón de Jesús, fomentó su devoción y entronización en muchos
hogares, y reanudó la salida procesional aun en tiempos muy difíciles en la
sociedad y en la política.
Fue
Director del Apostolado de la Oración, al que atendió con todo interés, y
compartió su tiempo –por otra parte tan abierto a diversos campos de
evangelización- en fervorosas pláticas y meditaciones. Interés muy particular
dedicó a los Primeros Viernes, exhortando a amar al Corazón de Jesús. Sus
palabras enardecían a quienes participaban de aquellos actos.
El P.
Tiburcio Arnaiz es elevado a los altares, confirmándose en la práctica de la
Iglesia su santidad, que ya era reconocida por el pueblo sencillo, que visita
asiduamente su tumba en la Iglesia de los Jesuitas de Málaga.
Liturgia:
Efesios 1, 15-23: Habiendo oído hablar de vuestra fe en
Cristo y de vuestro amor a todos los santos, no ceso de dar gracias por
vosotros, recordándoos en mi oración, a fin de que el Dios de nuestro Señor
Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación
para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis
cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en
herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder en favor
de nosotros, los creyentes, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó
en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el
cielo, por encima de todo principado, poder, fuerza y dominación, y por encima
de todo nombre conocido, no solo en este mundo, sino en el futuro.
Y «todo
lo puso bajo sus pies», y lo dio a la Iglesia, como cabeza, sobre todo. Ella es
su cuerpo, plenitud del que llena todo en todos.
He optado por transcribir el párrafo porque es muy
inteligible y porque poco se puede añadir. Lo que invito es a una lectura
reposada de ese texto, para dejarse tocar por la Palabra de Dios que nos llega
a través de Pablo. El último párrafo es de una importancia vital en el tema de
la Iglesia porque ahí la presenta como Cuerpo Místico de Cristo. Cristo es la
Cabeza, la que rige todo. La Iglesia es el Cuerpo, en el que se desenvuelven
las diferentes funciones, muy diversas y todas importantes, como son
importantes todos los miembros de un cuerpo humano, en recíproca dependencia.
La Iglesia es el Cuerpo de Cristo, que da plenitud al Cristo total.
En el Evangelio (Lc.12,8-12) Jesús advierte la
trascendencia de estar con él, de formar con él ese cuerpo. Y lo expresa con
una llamada: Si alguno se pone de mi
parte ante los hombres, también el Hijo del hombre se pondrá de su parte ante
los ángeles de Dios. [Esto lo utilizan mucho los adjuntos sudamericanos
para organizar esas “cadenas” con las que multiplicar su difusión, aunque
muchas veces son trampa de los expertos que –gracias a esa multiplicación- se
hacen de las direcciones de mucha gente para luego meterles sus propagandas.
Por lo que no debemos dejarnos engañar por esas “cadenas”, y mejor es dejarlas
morir sin reenviar]. Es evidente que las palabras de Jesús son para algo más
serio que para enviar adjuntos.
La contraposición a esa afirmación de Jesús es la de quien “me reniega ante los hombres, lo renegarán a
él ante los ángeles de Dios”. Ya entendemos que se trata de situaciones de
manifestación de la fe o de la verdad del evangelio.
Al que hable contra
el Hijo del hombre se le podrá perdonar, pero al que blasfeme contra el
Espíritu Santo, no se perdonará. Quiere decir: todo pecado es perdonable si
hay arrepentimiento. No es perdonable cuando no hay arrepentimiento. Cuando se
le justifica o se le ignora culpablemente. [Yo me pregunto si el mundo de hoy
no está cayendo en esa blasfemia contra el Espíritu Santo; es decir: esa
negación de la Gracia de Dios].
Nos anuncia Jesús la luz de ese Espíritu Santo para poder
responder ante los poderosos sobre nuestra fe: El Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir.
Viendo por la tele
ResponderEliminarBuenos días a todos.
ResponderEliminarA su pregunta si se está cayendo hoy en la blasfemia contra el Espíritu Santo, yo humildemente me atrevo a dar una respuesta: si.
ResponderEliminarUn buen día para celebrar y agradecer a Dios el paso por el mundo del P.Tiburcio Arnaiz, el reconocimiento como Beato de la Iglesia es ponerlo por ejemplo a seguir en su comportamiento espiritual y social, un tema muy difícil siempre pero mas aun en tiempos de tribulaciones como los actuales. Enhorabuena Iglesia de Dios, enhorabuena Compañía de Jesús.
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