LITURGIA
Entramos en la 2ª carta de San Pablo a los
fieles de Tesalónica (1, 1-5. 11-12), con un exordio solemne en el saludo y en
el ruego a favor de esa comunidad. Escribe en nombre propio y de
Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses que forman parte de la
Iglesia de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Os
deseamos la gracia y la paz…; damos continuas gracias a Dios por vosotros, pues
vuestra fe crece vigorosamente y vuestro amor recíproco.
Y Pablo
se siente orgulloso de aquellos cristianos, porque ve que su fe es constante en
medio de las persecuciones y luchas, que ponen de manifiesto la madurez de
aquellos creyentes.
Por eso
pide a Dios que considere dignos de su vocación a aquellos fieles, y pide para
ellos la fuerza de permanecer en esa tarea de la fe, y así den gloria a Dios.
El
evangelio recoge la diatriba de Jesús contra los fariseos y doctores de
la ley (los escribas), a los que les hace el examen de conciencia que ellos son
incapaces de hacerse. (Mt.23,13-22).
Les pone
delante su hipocresía, que cierra a los hombres el reino de los cielos;
ni entráis ni dejáis entrar a los que quieren. Ellos no entran porque
rechazan a Jesús y a su enseñanza. Y ya con eso tendrían bastante para vivir
lejos de la verdad. Pero no se conforman con eso sino que provocan en los otros
una necesidad de seguir sus propias doctrinas y así apartan de Jesús. También
otro sentido: ponen tan difícil la vida de fidelidad al Señor que le presentan a
los fieles un panorama insuperable de prácticas y exigencias, de sacrificios y
limosnas que apenas pueden arrostrar: devoráis los bienes de las viudas
con pretexto de oraciones. Y Jesús que sale siempre a favor de los débiles,
les advierte que por eso tendrán una sentencia más severa. En esa misma línea
de exigir y cerrar puertas a los que quieren entrar en el reino, les pone
delante el hecho de recorrer tierra y mar por atraer un prosélito, y
cuando lo logran, lo hacen peor que ellos mismos.
Otro punto de examen es el absurdo de sus normas sobre
juramentos, que obligan si se jura por el oro del templo pero no si se jura por
el templo. O vale jurar por la ofrenda que está encima del altar pero no obliga
jurar por el altar. Es el absurdo total de considerar lo de fuera más
importante que lo que sustenta a lo exterior. Es ceguera y necedad, pero era la
concepción farisaica por la que lo externo es lo que cuenta, mientras que lo
más substancial queda en segundo lugar.
Ese es
el examen de conciencia que hace hoy Jesús a aquellos fariseos. Y no deja de
ser útil escucharlo de su boca porque nos llama la atención sobre nuestras
realidades internas que son siempre mucho más importantes que las externas. Y
no es que no vamos a vivir también prestando atención a lo exterior sino que lo
exterior en tanto tiene valor cuanto que responda a un interior comprometido.
Jesús
califica de “ciegos” a los que se pierden en lo exterior y no profundizan en lo
interno, porque en realidad no ven lo que está a la claras y ante los ojos. La
introspección es básica para estar alerta sobre nuestras formas de vivir no
sólo lo religioso sino lo relacional con los semejantes. Es cierto que hay que
cuidar las formas externas y que más de una vez esas formas externas expresan
el interior de la persona. Pero hay que mirar mucho a los sentimientos más
profundos porque ahí es donde se cuecen las realidades internas del corazón de
cada uno, y lo que luego puede salir a flote.
El pueblo –incluidas personas
piadosas- ha perdido muchas expresiones externas de su actitud religiosa. Eso
de las gentes que entran al templo sin hacer un mínimo gesto de adoración y
reverencia ante la presencia de Jesús Sacramentado… Esa forma de estar en la
iglesia hablando conversaciones que nada tienen que ver con el lugar en que
están…, en voz alta…, sin la menor consideración a quienes están orando… Ese
responder a los móviles como si estuvieran en plena calle… Son formas externas
que expresan una falta de mundo interior y de
conciencia de lo sagrado…, y de respeto a quienes están en la iglesia
anhelando el silencio y la paz.
Merecería la pena hacer
una reflexión personal sobre el particular.
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