LITURGIA del Domingo 21-B del T.O.
La 1ª lectura del libro de
Josué (24,1-2.15-17.18b) nos presenta a Josué planteando al pueblo la elección
que han de hacer en su mundo religioso: pueden volverse a sus antiguos dioses o
pueden servir al Dios de Israel, el Señor.
El pueblo elige seguir
al Señor, del que le constan las proezas realizadas en favor de sus
antepasados: Lejos de nosotros abandonar
al Señor para servir a dioses extranjeros. La lectura está escogida para
hacer contraste con el evangelio.
En Jn.6,61-70 nos
encontramos con los discípulos de Jesús (no los apóstoles) tan escandalizados
con lo dicho por Jesús (tenéis que comer
mi cuerpo y beber mi sangre) que optan por criticar y abandonar: Dura es esta palabra; es un lenguaje
inaceptable. ¿Quién puede hacerle caso?
Adivinó Jesús que
aquellos discípulos lo criticaban y se dirige a ellos y les dice: ¿Esto os hace vacilar? ¿Y si vierais al Hijo
al hombre subir adonde estaba antes? Si escandaloso era lo primero, no
menos lo era esta referencia. Y Jesús remachó: Nadie puede venir a mí si el Padre no lo atrae.
Desde entonces muchos
discípulos no siguieron ya a Jesús. Debió de ser muy doloroso para él, que se
fue a sus apóstoles y con sentimiento les preguntó: ¿También vosotros queréis iros? Era un momento álgido. Podían
aquellos hombres sentirse también mal impresionados por la afirmación de que mi carne es verdadera comida y mi sangre es
verdadera bebida. Hay, pues, un momento de suspense hasta que Simón Pedro
se adelanta y responde: Señor ¿adónde
vamos a ir sin ti? Solo tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros sabemos que
tú eres el Santo consagrado por Dios.
Si los demás pensaban igual o si alguno dudaba,
queda en el misterio. Aunque el evangelista se atreve a decir que bien sabía Jesús desde el principio quienes
no creían y quién era el que lo iba a
entregar, lo que muy bien puede estar diciendo que Judas no era de los
que estaban muy convencido de que las palabra de Jesús fueran de vida eterna.
La 2ª lectura no tiene
nada que ver con el tema principal que se ha desarrollado en las lecturas
anteriores, pero no deja de ser un tema interesante de palabras de vida eterna, de las que hoy día también se reacciona
con escándalo porque el mundo de hoy no acepta la seriedad profunda con la que
Pablo aborda el tema del matrimonio cristiano.
Hay que pasar un poco por encima
de las expresiones que usa Pablo en su diverso modo de hablar al marido y a la
esposa. No se puede prescindir de la mentalidad de la época, con un sentido
acentuado de supremacía del varón. Pero dado eso por supuesto, y que Pablo vive
en esa época, lo importante es el modo como aborda la relación del matrimonio,
en el que el amor de uno hacia el otro –indistintamente tomado el hombre y la
mujer- es una manera de amarse cada uno a sí mismo, y una reproducción del amor
de Cristo a su Iglesia, a la que hace con ese amor santa e inmaculada. Así debe ser el amor del matrimonio cristiano. Por eso abandonará el hombre (y la mujer) a
su padre y a su madre y serán los dos una sola carne.
Apostilla Pablo: Éste
es un gran misterio, y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia. La
expresión griega: “misterio” es lo mismo que la latina “sacramento”. Por eso
Pablo ve en el matrimonio según Dios un sacramento (o acción sagrada, acción de
Dios), que tiene un referente esencial al que representa y al que realiza en la
vida humana: la relación irrompible y sagrada de Cristo y su Iglesia.
¿No es verdad que el mundo de
hoy se ha saltado esta realidad y ha convertido la unión del varón y la mujer
en una simpe aventura que no va más allá de lo que da de sí el tiempo de las
emociones afectivas? El “misterio sagrado” no es tomado en esa dimensión
esencial y se juega irresponsablemente con algo que Dios ha unido. La pregunta que cabe hacerse es si es una unión bajo
la mano de Dios ese conjunto de uniones inmaduras que se están dando hoy día en
parejas carentes de la profundidad humana y ética que se requiere para estar
verdaderamente en la presencia de Dios.
Desembocamos en la EUCARISÍA.
Comemos realmente el Cuerpo de Jesús. Se ha cumplido su promesa. Y quiera Dios
que esa participación en el Cuerpo y la Sangre de Jesús, sea para los
matrimonios cristianos una fuerza y estímulo fuertes para vivir su misterio de
amor perenne.
Queremos ir a ti, Señor, que
tienes palabras de vida eterna.
-
Que
comamos dignamente el Cuerpo de Cristo. Roguemos
al Señor.
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Que no
nos escandalice la Palabra de Dios aunque a veces no la entendamos. Roguemos al Señor.
-
Que el
matrimonio cristiano sea fuerza y estímulo para los esposos creyentes. Roguemos al Señor.
-
Para que
no sepamos ir si no es en seguimiento de Jesús, Roguemos al Señor.
Concédenos, Señor, la madurez en la fe para acoger tu voluntad en todo
lo que nos comunicas.
Por Jesucristo N.S.
La epístola de hoy se nos leía en nuestro matrimonio, hoy en día en que todo ha de ser "políticamente correcto" nadie se atreve a leerla y queda mucho mas bonito leer la epístola sobre la caridad cambiando caridad por amor con lo que los contrayente se creen que se escribió para ellos.
ResponderEliminarLa visita del Papa a Irlanda está dejando ver la laxitud que se ha implantado en la Iglesia, no solo en Irlanda, en los temas referentes a la sexualidad que es el "dios" de nuestros días.
¿Que pasaría si hoy nos preguntara Jesús como hizo a los apóstoles si le vamos a dejar?