INTENCIONES DEL PAPA para este mes.
Universal: La familia, un tesoro. Para
que las grandes opciones económicas y políticas protejan la familia como el
tesoro de la humanidad.
Este mes la intención
del Papa va dirigida a toda persona de buena voluntad y no solo a los católicos.
La familia no es exclusiva de los creyentes. La familia es una institución
natural. La familia es el eje de la vida de cada individuo. Lo que el Papa nos
invita a pedir es que tanto los intereses económicos como los políticos, protejan
a la familia, como el gran tesoro de la humanidad.
¿Qué preocupa al Papa?
Que las mafias que dominan al mundo para sus propios intereses, no dominen este
terreno tan sagrado de la vida humana. Y en cuanto a los políticos, que no
vivan la demagogia de aparentar favorecer a la familia cuando en la realidad
concreta y práctica la van minando sistemáticamente.
El proceso de las
fuerzas del mal ha ido socavando valores esenciales: fe, ejército, Iglesia, Patria,
religión, vida. Y la familia. El Papa sale en defensa del valor de la familia
como valor substancial de la sociedad.
Liturgia:
Dios está haciendo con Jeremías una
enseñanza de signos o de parábolas en acción. El signo de enterrar el cinturón
junto a la corriente del río (que hemos oído hace unos días), y luego recogerlo
ya estropeado, demuestra que el cinturón mal usado no sirve para nada. Y Dios
se lo presenta a Jeremías para indicarle en qué queda un pueblo malvado que se
niega a escuchar la palabra de Dios.
Hoy utiliza otra parábola: que vaya a un taller de alfarero
(18,1-6) y vea lo que hace el artífice con el barro. Si una vasija le sale mal,
vuelve a echar la materia en el barro y construye una nueva. Así, dice el
Señor, puedo hacer yo: Mirad: como está
el barro en las manos del alfarero, así estáis vosotros en mis manos. Dios
nos quiere modelar como vasija útil y nueva,
Nueva parábola de Jesús en el evangelio de San Mateo:
13,47-53. Esta vez la comparación del Reino es con la pesca de una red
barredera que recoge sin distinción toda clase de peces. Pero unos son aptos para
el consumo y otros no. Y la labor del pescador, sentado a la orilla del mar es
ir recogiendo los peces buenos en los cestos, y arrojando al mar a los que no
tienen utilidad.
La vida humana en una sociedad es semejante a esa realidad.
Vamos por la calle toda clase de personas, como en la red barredera. Estamos en
el supermercado y nadie sabe qué piensa el que está comprando a su lado. Como
en la red, estamos todos, malos y buenos, útiles y contrarios. Pero al llegar
al final del trayecto, no todos van a tener la misma suerte. Jesucristo habla
de una selección que se va a producir en la última hora, cuando toca decantar
lo que vale de lo que no vale. Lo que ha respondido a la llamada de Dios será
separado por los ángeles, y lo que no ha respondido irá al horno de fuego.
Jesús, ya por segunda vez, habla del llanto y el rechinar
de dientes. Es un dicho que me recuerda la historia de aquellos marinos
malagueños en la contienda civil del año 36. Le venían pisando los talones
cuando tenían ya el coche preparado y el motor en marcha para salir huyendo, y
a uno se le ocurre que se ha dejado en la casa alguna cosa. Sube por ella y
cuando regresa al coche, ya está rodeado de los milicianos. Y la desesperación
de aquel hombre era haber tenido dispuesto todo para huir y por una minucia
haber perdido la ocasión: el coche
preparado, el motor en marcha y por aquel detalle haber perdido la oportunidad.
Éste es el llanto y el rechinar de dientes, cuando los “peces malos” se
encuentren en el horno de fuego y piensen que pudieron evitarlo. La prueba son
todos los “peces buenos” que fueron recogidos por los ángeles. Pudieron
evitarlo…: es el tormento que carcome como el fuego, pero con la diferencia de
que no acaba con la víctima sino que se preguntará siempre por qué no siguió
otro camino, el buen camino de los que quedaron bien dispuestos.
Tendemos ahora, con una bonomía infantil, a pensar que no
puede haber ese “llanto y rechinar de dientes” que se prolonga y no se acaba.
Jesús no tuvo empecho en presentarlo así. Y no por ello se le fueron las gentes
a buscar otras predicaciones más suaves. Más
importa cambiar de conducta que suavizar el mensaje.
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