Liturgia: SANTOS ARCÁNGELES
La liturgia unió en una sola fiesta a los tres arcángeles,
o ángeles de “categoría especial”, cuyos nombres constan en los libros
sagrados: Miguel, Rafael y Gabriel. Sus dos últimas letras: “_el” están haciendo referencia a Dios.
Miguel, en el Apocalipsis, luchando con el dragón en defensa de la honra de
Dios: “Quién como Dios”; Rafael, en
el libro de Tobías, llevando el ungüento que devuelve la vista a Tobías, “Medicina de Dios”; y Gabriel, el ángel
anunciador de Juan y de Jesús: Fuerza de
Dios. Son mensajeros especiales de momentos muy importantes en la Biblia.
En esta fiesta hay dos primeras lecturas a elegir para la
celebración de la Misa. O bien, la que se toma de Daniel (7,9-10. 13-14), o la
del capítulo 12 del Apocalipsis (7-12).
La verdad es que analizando el texto de Daniel, más sugiere
una visión del Hijo del hombre que la
de un ángel. Tras presentar a Dios, “el
Anciano que se sienta en el trono”, dice que “vi venir una especie de hombre entre las nubes del cielo, que avanzó
hasta el Anciano, y a él se le dio poder, honor y reino. Su poder es eterno, no
cesará. Su reino no se acabará”. Yo no veo ahí una referencia a un ángel,
porque un ángel no tiene poder, honor y reino eternos.
En Apoc 12 sí queda patente la lucha de Miguel y sus
ángeles que pelean contra el dragón (que se llama diablo y Satanás) y lo
precipitan a la tierra: “Ya llega la
victoria, el poder y el reino de nuestro Dios y el mando de su Mesías”.
Por razón de esos ángeles, y ante ellos, tañeré para ti, Señor (Salmo 137), daré gracias a tu nombre…, y que te den
gracias todos los pueblos y reyes de la tierra.
El evangelio (Jn 1,47-51) recoge el final del diálogo de
Jesús con Natanael, cuando Jesús le hace saber que verá cosas mayores: verá el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir
y bajar sobre el Hijo del hombre, haciendo referencia a la visión de Jacob
y a la escala por la que subían y bajaban los ángeles de Dios.
La verdad es que está poco conseguida la liturgia de esta
fiesta, lo que puede depender de la menor concreción que tiene la teología
sobre el tema de los ángeles. Así, pues, la única referencia directa a un
arcángel en esta liturgia de hoy, es la del libro del Apocalipsis. Por lo que
yo me voy a permitir ampliar el horizonte para llegar a Gabriel como el
mensajero de Dios para la manifestación del misterio más grande, el de la
encarnación del Hijo de Dios. Gabriel, considerado como el ángel de la pureza,
se dirige a María, la inmaculada joven de Nazaret, para comunicarle el misterio
impensable de que Dios se va a hacer hombre en la Persona del Hijo del Altísimo. El ángel Gabriel es
el medio de Dios para serenar en María la turbación primera: No temas, María, porque has hallado gracia
delante de Dios, y para revelarle el secreto sublime: concebirás en tu seno y darás a luz un hijo a quien pondrás por nombre JESÚS. Para un hebreo era mucho esa
revelación. Porque venía ya con el nombre designado (cosa que sólo hace Dios) y
porque ese nombre significa SALVADOR. Lo
que Gabriel anuncia a María es el MESÍAS DE DIOS, del que ella va a ser el
vehículo de la vida del Hijo de Dios en el mundo de los mortales: será grande y será llamado Hijo del
Altísimo, y le dará el Señor el trono de David, su padre, y reinará en la casa
de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin.
Si se hubiera tomado como evangelio ese comienzo de Lc
1.26, habría habido una referencia directa a ese arcángel de la anunciación y
llegaría más a los fieles el contenido de la fiesta. Yo me lo he permitido
poner en esta reflexión en el deseo de celebrar la veneración de estos arcángeles.
Queda Rafael sin una alusión directa en la liturgia de hoy.
El arcángel que condujo a Tobías a buen éxito de su misión –encontrar esposa- y
que luego lo acompañó hasta la casa de Tobías, el padre, queda como el acompañante
y protector de nuestros viajes para que lleguen a feliz puerto. Es buena
costumbre la de rezar a este ángel Rafael cuando se va a iniciar un viaje, e
incluso cuando salimos de nuestras casas y vamos a estar en la calle con
nuestras gestiones: que Rafael nos acompañe y nos haga volver a nuestra casa
con salud y buen éxito en nuestra empresa. Es la otra cara del arcángel, aparte
de la que indica su nombre, Medicina de
Dios, cuyo sentido está dibujado al comienzo de esta reflexión.
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