RESUMIENDO…
Ayer
miércoles –mientras veía el texto de San Pablo momentos antes de salir de
viaje, y luego en la Concelebración Eucarística que tuvimos en Madrid en el
ENCUENTRO NACIONAL del Apostolado- sentí pesar de no haber podido hacer
comentario de algo tan sublime y maravilloso como la descripción del AMOR
CRISTIANO que nos hace San Pablo en el capítulo 13.
Os extrañaría si os dijera que el
texto “escueto” (y mucho más reducido) que los novios eligen frecuentemente
para su boda, me llega a resultar “pesado”, y después de casi 400 bodas, me
llega a “empalagar” el mismo texto. No por el texto en sí, sino porque no soy
hombre de copiar/pegar, y por
consiguiente ya podéis imaginar lo difícil que es “crear” algo que ya se tiene
visto por arriba, por abajo, del revés y del haz. Anécdota aparte, el texto es
sublime, grandioso, y se le ha llamado tradicionalmente el HIMNO DE LA CARIDAD.
Es lo mejor que se puede
ambicionar…, el camino mejor…, el que ahora es y el que permanecerá
eternamente. Porque la fe se acabará
cuando veamos a Dios cara a cara. Y
consiguientemente también se acabará la esperanza porque ya se tiene y lo que
se tiene no se espera.
¿Podríamos hablar lenguaje de ángeles?, ¿ser héroes en
actuaciones arriesgadas? ¿Tener el don de profecía o ser sabios en todas las
disciplinas? Pues nada de eso es nada, y se quedaría como el sonido de campana
que conforme se escucha, se pierde ya. Lo que realmente PERDURA es el AMOR. Nada que ver con la profanación de esa
palabra, usada en cada canción, en cada ocasión y aún –contradictoriamente- en
cada egoísmo. Nada que se parezca al puro y mero sexo, camuflado bajo esa mala
expresión de “hacer el amor” (como se
puede decir “hacer churros”). [Una vez, participando en el blog que me hizo
naces a este “arte”, su “administrador” me hizo un bajo comentario a esa
expresión…, señal de que no captaba más allá…]
San Pablo habla del AMOR VERDADERO
(y hasta me da vergüenza de tener que añadirle el adjetivo…, pero hoy hay
que especificarlo, por desgracia).
Y habla, con una síntesis
magnífica, de las características del AMOR: comprensivo,
afable, servicial, sin que quede espacio a la envidia y el egoísmo [que le
son términos opuestos y contradictorios]; que
no es mal educado (ni se permite a sí mismo serlo], que no lleva cuentas del mal para tirar en cara lo que se lleva “guardado”
en la recámara de los recelos; y nunca se
detiene en el defecto ajeno (la injusticia…, el fallo, el estar preparado para
dar el golpe donde más pica); ni se irrita.
Porque disculpa siempre, ve la buena fe del otro siempre, espera en el
otro siempre…, y aguanta siempre…, SIN
LÍMITES. El amor NO SE PASA nunca.
Y VINIENDO AL
TEMA DE HOY JUEVES,
No puedo dejarlo
pasar por alto tampoco, por ser UN DOCUMENTO ESENCIAL Y PRIMITIVO en la Iglesia.
Primero porque Pablo recuerda el
Evangelio que les predicó “y que vosotros aceptasteis, que yo recibí y yo os trasmití…Es, por tanto posesión de la
Comunidad cristiana inicial.la que recibió de Cristo, de los apóstoles…, sin
cortarse el hilo de trasmisión: que Cristo murió por nuestros pecados, y así
está en las Escrituras Sagradas; que
resucitó (también conforme a las Escrituras Santas), y que SE APARECIÓ
resucitado a Pedro, a los Doce, a más de 500 hermanos juntos, a Santiago, y el
último –indigno como un hijo abortivo- a mí. No son mis méritos ni mi dignidad, porque soy
el más menor de todos, sino la pura Gracia de Dios conmigo. Y tengo que decir que esa Gracia de Dios no
se ha frustrado en mí.
Todos predicamos lo mismo, porque
no hay otro evangelio distinto. [Es una clara advertencia a los fieles de Corinto
de que Pablo no ha venido a inventar, ni su autoridad se la ha inventado él…,
NI EXISTE NI PUIEDE EXISTIR otro Evangelio que el que él les ha trasmitido en
correa sin fin desde los primeros]. Por decirlo así, Pablo les presenta
credenciales de verdad y de una autoridad que ha recibido.
Es uno de los textos básicos en el
cristianismo.
En el Evangelio, y sin meterme en comentario –aunque me encantaría-
tendríamos el ejemplo auténtico del amor, el de Cristo que acoge sin acepción
de personas; el de la mujer aquella de
mala fama, que rompe todos los respetos humanos y se vuelca en dadivosidad con
Jesús, en razón de su muy fuerte arrepentimiento de su pasado, y el amor que
pone en delicadezas hacia ese personaje que ella ha sabido que pasa haciendo el bien. Ahíta de sus goces efímeros y tan
insatisfactorios, acaba cayendo a los pies de Jesús y con donación plena de su
propio pecado transformado en amor hacia el Jesús Bueno.
Y el reconocimiento de ese Jesús
Bueno hacia esa pobre mujer que –de hecho- se está regenerando allí a sus
pies. Y cuando el fariseo santón hasta
duda de Jesús por no saber quién y qué tal es aquella mujerzuela, Jesús sale en
defensa de ella. ¿Qué hay en aquella
mujer y qué hay en aquel fariseo? Hay
una INMENSA DIFERENCIA: la del amor agradecido. El fariseo, que se basta a sí
mismo, no tiene necesidad de perdón… (cree él), y no necesita amar... La mujer,
hecha una piltrafa humana, y que busca el perdón, sólo puede ya amar. Y Jesús advierte que esa mujer ama mucho porque se le
ha perdonado mucho; el fariseo no se ve en actitud de amor,
porque cree que no necesita nada. Él ya
lo cree tener todo.
El Evangelio de hoy, nos habla de una mujer pecadora pública. ¿Cuándo conoció ella a JESÚS?Probablemente escuchó sus Palabras, su doctrina que hablaba de perdón y de MISERICORDIA...Pienso que en algún momento encontró la MIRADA DE JESÚS...que sin duda rompió su corazón...Cuando entró en la casa del Fariseo Simón, seguro que no vería a nadie. Poco le importaban los comentarios y críticas de los amiguetes del Fariseo... Sólo quería demostrar a JESÚS su arrepentimiento, su inmenso amor, echándose a sus pies, con sus lágrimas, besos y perfume. Antes de que la defendiera JESÚS... ya se sentía perdonada, renovada..."porque había amado mucho..." desde aquel día en que JESÚS la miro... y rompió su corrazón.
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