LA GRAN INTUICIÓN DE SAN PABLO
La 1ª carta a
los fieles corintios es un ejemplo de pedagogía. Empezó el apóstol por una
alabanza y reconocimiento de los valores de aquella comunidad, y quién sabe si una
presentación amplia de lo que debía ser una comunidad cristiana que se
fundamentara en Jesucristo y su pensamiento y caminos hacia la plenitud. Pero una cosa es el árbol y otra las hojas. Y en aquella comunidad se dan muy diversas
fallas de diversa índole, que el padre –que les ha engendrado para Cristo- no
tiene más remedio que ponerles ante los ojos, corregirles y, con preguntas que
les penetren (por su misma forma de hacerlas), reprenderles errores. Y ha
llegado ya al que puede ser el más radical…, quiero decir, el que toca a las raíces: que la Eucaristía llegue a no ser Eucaristía,
bien porque ni pueden celebrarla, o porque la celebran dejándola huera. [Creo
que todo esto es un proceso mucho más a mirar nosotros desde el corazón, que no
como quien recuerda historias pasadas y “ajenas”…,
porque de “ajenas” no tienen nada.
Y ahora, entrando precisamente en
las raíces mismas desde donde ha de ser sanado un árbol, si quiere conservarse,
les presenta una intuición muy paulina, que es la UNIDAD TOTAL de Cristo con
los cristianos en UN SOLO CUERPO. Pero
que implica precisamente la UNIDAD DE LOS PROPIOS FIELES ENTRE SÍ, porque la
comunión eucarística tiene que presuponer que esa unión está ahí, o que tiene
que producirse urgentemente. Y la
comparación con el cuerpo humano es clarísima. Cabeza sin cuerpo, no tiene
sentido. Cuerpo sin cabeza, es cadáver. La Cabeza es el núcleo en donde nace la
unidad, la conexión, la sangre que circule, los movimientos del cuerpo, la interrelación entre todos. De modo que en el cuerpo humano cada miembro
está conectado, en relación y dependencia del otro, hasta el punto de que no
hay miembros que puedan considerar menos útiles a los otros. Y dice Pablo: ASÍ ES TAMBIÉN CRISTO. Así es la completa imagen del CRISTO TOTAL:
una unidad, una interrelación, una mutua dependencia, donde hasta el mismo
Cristo Cabeza vive y es, en la medida en que los miembros viven y son…, cada
uno en su función, y cada uno dirigido por ese Cristo, y según es Cristo.
Luego, unos serán apóstoles, otros
serán fieles; unos serán miembros de prestigio y autoridad y otros serán los
que componen el entramado de tantas y tantas otras funciones. Es evidente que sólo en la unidad y
correlación interdependiente de unos respecto de los otros, es como funciona el
cuerpo humano, y como funciona la Iglesia, y como funciona la familia, y como
funcionan las comunidades de cualquier género. Y cuando surgen elementos espurios
que alteran la normalidad de las células, tenemos el cáncer que corroe y mata…,
la enfermedad que altera.
Llegados al Evangelio, reconozco
que es uno de los que considero más tiernos y como el retrato más sencillo de
Jesucristo. Los habrá más teológicos, pero éste es un retrato sobre la marcha.
Caminaba Jesús ajeno a cualquier
incidencia. Nada más que llegar a la entrada de Naím, se topa con un
entierro. Podría ser de cualquiera…, de
un anciano ya vencido por los años…
Pregunta y le dicen que es un muchacho, hijo único de una pobre viuda.
El Corazón le da un vuelco, observa en efecto a la madre que va derrengada por
su propio dolor (que es doble: su hijo muerto, su orfandad penosa posterior…) y Jesús no piensa…, por decirlo así “no pone
orden” en su proceso de entendimiento…, porque lo que se le abre es el Corazón,
y el corazón no entiende de razones. Por
ello se dirigió rápidamente a ella, a la mujer sufriente, para decirle una
palabra que Él quiere dejarle como paso previo: Mujer, no llores. La verdad
es que esa palabra por sí misma resultaba hueca porque ¿cómo no iba a
llorar? ¡Es muy fácil decir no llores!,
pero la mujer va desgarrada por el hijo joven que ha perdido…, y porque ¿qué va
a ser ahora de ella? Pero Jesús había
ido a la madre porque era lo que le dolía a Jesús en el alma al verla sufrir.
Los hechos tienen que venir uno
detrás de otro, y a la palabra “no llores”
acompaña Jesús con el hecho: detiene a los que llevan el féretro, y da la voz
de LA VIDA a aquel cadáver: “Yo
te lo digo: levántate”. Lo mismo
podía ser un loco o un iluminado…, y la madre y los que lo llevan se quedan
perplejos entre aturdidos y extrañados…
Todo ocurre en un instante. No da
mucho tiempo a pensar. El joven se
incorpora entre el asombro y casi el terror de muchos. Y aquí hubiera acabo la escena muy
hermosamente, y la gente se hubiera quedado tan admirada y alabando a Dios…
Pero queda el gesto final, de una inconmensurable ternura, cuando Jesús toma al
muchacho de la mano y se lo entrega a su
madre. Es momento culmínate del
corazón. Es la delicadeza, el rasgo que podría haberse omitido pero que no
omite Jesús… Es como la gran explicación de por qué Él le había dicho a la
mujer, en reacción primera espontánea, que NO LLORARA. Razón tenía Jesús, aunque hubiera parecido al
comienzo que su palabra era un poco tonta pidiendo que no llorara la pobre
madre viuda… Seguramente nos dice el
Señor que cada momento de Dios es el SUYO…, que los ritmos de Dios son los
SUYOS…, que Dios mismo actúa con “procesos humanos” cuando actúa en realidades
humanas. Que el Evangelio no fue un
libro para la biblioteca, sino un pedazo de vida, un germen de vida que está
pidiendo ser profundizado, “descuartizado” en la oración, para que no se escape
ni una coma.
La madre que recupera a su hijo muerto es una imagen de la Iglesia que recibe también a sus hijos muertos por el pecado a través de la acción misericordiosa de Cristo.La iglesia que es Madre,con su dolor, intercede por cada uno de sus hijos.
ResponderEliminarTodo el Evangelio,pero especialmente estos pasajes en que se nos muestra el Corazón misericordioso de Jesús,ha de movernos a acudir a Él en las necesidades del alma y del cuerpo.Él sigue estando en medio de los hombres,y sólo espera que nos dejemos ayudar.
Una vez mas, Jesús muestra la compasión de su Corazón, ante el dolor de una madre viuda, que lleva a enterrar a su único hijo. JESÚS,¿no vio en este cortejo el sufrimiento y soledad que un día padecería su madre, al mrir ÉL en la CRUZ? Aquí, "JESÚS SE LO ENTREGÓ VIVO A SU MADRE"; pero a MARÍA se lo entregarían SIN VIDA, su cuerpo deshecho... lleno de heridas y SU CORAZÓN ABIERTO...
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ResponderEliminarSus palabras son obras .