LITURGIA
La 1ª lectura, de Isaías (30,18-21.23-26) ha
reunido dos párrafos para mostrar la prosperidad que traerá la llegada del
enviado de Dios. Dice tantos detalles que más que comentarlos, prefiero
copiarlos y que el lector los vaya leyendo despacio y encontrando esa mano
bondadosa del Dios que envía su Mesías a la tierra y la transforma.
«Pueblo de Sión, que habitas en
Jerusalén, no tendrás que llorar, se apiadará de ti al oír tu gemido: apenas te
oiga, te responderá.
Aunque el Señor te diera el pan de la angustia y el agua de la opresión [un pueblo centrado en Dios, a Dios mismo le atribuye angustia y opresión, pero para corregir enseguida, como se ve a continuación], ya no se esconderá tu Maestro, tus ojos verán a tu Maestro.
Si te desvías a la derecha o a la izquierda, tus oídos oirán una palabra a tus espaldas que te dice: "Este es el camino, camina por él."
Aunque el Señor te diera el pan de la angustia y el agua de la opresión [un pueblo centrado en Dios, a Dios mismo le atribuye angustia y opresión, pero para corregir enseguida, como se ve a continuación], ya no se esconderá tu Maestro, tus ojos verán a tu Maestro.
Si te desvías a la derecha o a la izquierda, tus oídos oirán una palabra a tus espaldas que te dice: "Este es el camino, camina por él."
Te dará lluvia para la semilla que
siembras en el campo, y el grano de la cosecha en el campo será abundante y
suculento; aquel día, tus ganados pastarán en anchas praderas; los bueyes y
asnos que trabajan en el campo comerán forraje fermentado, aventado con pala y
con rastrillo.
En toda alta montaña en toda colina
elevada habrá canales y cauces de agua el día de la gran matanza, cuando caigan
las torres.
La luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol será siete veces mayor, como la luz de siete días, cuando el Señor vende la herida de su pueblo y cure la llagas de sus golpes».
La luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol será siete veces mayor, como la luz de siete días, cuando el Señor vende la herida de su pueblo y cure la llagas de sus golpes».
El
evangelio (Mt.9,35 a 10,1.6-8) también ha recogido varios fragmentos para dejar
constancia de la realización de aquellas promesas que hemos visto en la lectura
anterior.
Jesús
recorría ciudades y sinagogas para anunciar el evangelio del Reino, curando toda enfermedad y todas las
dolencias. Es la plasmación de la acción mesiánica, lo que es la verdadera
Buena Nueva que corresponde a su venida.
Al
ver a las gentes, se compadecía de ellas
porque andaban extenuadas y abandonadas como ovejas sin pastor. Imagen
terrible para un pueblo pastoril, acostumbrado a ver a los pastores solícitos
de sus rebaños. Y sin embargo, aquellas gentes no tenían verdaderos pastores
que les llevasen hasta Dios. Y Jesús se vuelve a sus discípulos para hacerles
conscientes de que la mies es mucha y los
obreros pocos, rogad, pues, al dueño de la mies que envía obreros a su mies.
¿Qué diría hoy Jesús ante la visión del pueblo actual…, ante la penosa visión
de pastores que apenas pueden ya tener acción sobre pueblos, por sus edades y
limitaciones? Situaciones extremas de sacerdotes con 5 pueblos, a los que muy
difícilmente pueden abarcar con una atención medianamente de pastores de esa
grey.
Con
razón Jesús, ante la imposibilidad física de atender a tantas gentes, dice a
sus discípulos que rueguen a Dios. Porque a Dios le importan esas gentes y
tiene que salir al paso de alguna manera. El Papa ha insinuado una posible
salida. Los extremosos de la religión no lo ven con buenos ojos, pero habrá que
plantearse qué es lo que se pretende y dónde está la verdadera necesidad. Si
los pueblos no tienen sacerdote, si no pueden celebrar la Eucaristía, si no
pueden recibir a los que nacen y despedir a los que mueren…, ¿no será mucho más
acorde con el plan salvador de Dios que haya fórmulas que palien el problema?
Lo que habrá es que pensar con el pensamiento de Jesucristo, que siente
compasión, y que no se limita a lamentarse.
Lo
que tenía en sus manos, lo realizó: enviar a sus discípulos a sustituirlo a él para expulsar espíritus inmundos y curar
toda enfermedad y toda dolencia. Lo que él no podía abarcar, que lo
atiendan los discípulos con el poder mismo de Jesús: Id y proclamad diciendo que el Reino de Dios está cerca. Curad
enfermos, resucitad muertos, limpiad leproso, arrojad demonios. Ellos, los
discípulos, enviados por él. Por eso el Papa lleva razón cuando piensa que hay
un camino para hacer real la ayuda al pueblo fiel, y que no es que tenga que ir
ese pastor tradicional que ha ido siempre. De lo que se trata es de buscar
soluciones a un problema real y sin solución en sí mismo. Cada día asistimos a
la muerte de algún sacerdote ya anciano, y no asistimos con la misma cantidad,
ni de lejos, a la llegada de una nueva vocación al sacerdocio o la vida
religiosa.
La situación de la Iglesia es bastante penosa la verdad. Voy a decir una herejía. Mi madre me dice que la Iglesia se ha perdido conmigo un buen sacerdote. Amor de madre será, pero la verdad yo estoy casado, y ni me lo podría plantear. No es el tema, pero mientras los puristas de la religión de empeñan en seguir sus líneas rectas, se abren nuevas alternativas que son rechazadas, no vaya a ser que la línea ya no sea recta. Y ahora que lo pienso: ¿para que escribo esto?
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