LITURGIA
Estos días vamos a ir
siguiendo la 1ª carta de san Juan. Como decíamos ayer, el núcleo de la carta
–que es el del pensamiento del evangelista- es el amor: amor de Dios a nosotros
y amor de nosotros entre nosotros. La carta es un cántico al amor y una
enseñanza sobre la realidad de un amor verdadero.
Comienza hoy el texto (1,5-2,2) volviendo sobre la idea
básica de que Dios es la LUZ. Por consiguiente ante Dios todo tiene que ser
limpio y claro: Este
es el mensaje que hemos oído a Jesucristo y que os anunciamos: Dios es luz y en
él no hay tiniebla alguna. A
continuación saca consecuencias prácticas: Si
decimos que estamos en comunión con él y vivimos en las tinieblas, mentimos y
no obramos la verdad. (Vivir “en la tiniebla” es vivir en pecado, así como
“vivir en la luz” es vivir en la gracia de Dios): Pero, si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces
estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de
todo pecado. Caminar en la luz no es un concepto espiritualista; supone
“estar en comunión unos con otros”, vivir la caridad.
Si decimos que no hemos pecado, nos
engañamos y la verdad no está en nosotros. Pero, si confesamos nuestros
pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de
toda injusticia.
Siempre es pesaroso encontrarse con quien dice que “no tiene pecados”, porque
la verdad es que nadie hay que no los tenga. Y porque “al que no tiene
pecado”…, el falso justo, Jesús no ha venido. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y su palabra no
está en nosotros.
Hijos míos, os escribo esto para que
no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a
Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no
sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
Intercalado
con los misterios del Nacimiento, y como una realidad que tuvo relación con ese
hecho, la liturgia sitúa hoy la fiesta de los SANTOS INOCENTES, aunque fue un
hecho que ocurrió tiempo después, tras la venida de los Magos.
Leemos
el evangelio correspondiente en San Mateo (2,13-18) que nos trasmite la
crueldad de un mal gobernante que, con tal de asegurarse el reino y que no
pueda haber quien se lo dispute, acaba por mandar la muerte de tantos niños
inocentes, de dos años para abajo, para asegurarse –según la fecha que han dado
los Magos- que caerá en esa redada el anunciado rey de los judíos que ha nacido. Y siembra el dolor en tantas
familias con la violencia de un tirano que sólo piensa en sí mismo.
No
era su única fechoría. Constan unas 30 muertes de todo el que Herodes
sospechara que podía disputarle el trono, incluida su amada esposa. Pero se
cegaba ante la idea de perder el trono, aunque eran alucinaciones suyas y no
realidades.
Así
ocurre que buscando al Niño Jesús para matarlo, ha ideado una farsa: la de
encaminar a los Magos hacia el lugar donde los libros sagrados hablan del “rey
de los judíos”, para que tomando ellos nota clara de su ubicación, poder ir
Herodes a adorarlo…, es decir: ir a ciencia cierta donde darle muerte.
Pero
Dios, que es más listo que Herodes, avisa a los Magos en sueños para que
vuelvan a su país por otro camino y no le den la pista al tirano. Y como buen
tirano, se enfurece y opta por la muerte de todos los niños.
Esta
historia no es única. En la realidad de la historia de la vida y de los
pueblos, esa escena se ha repetido en diferentes ocasiones, en las que un
dirigente obcecado con su dominio y ansias de poder, ha levantado tremendas
persecuciones que han dado al traste con millones de personas.
Y
no menos llamativo el negocio del aborto, con el que intereses inconfesables de
distinta índole, dan muerte a millones de seres inocentes. Lo que pasa es que
esas muertes tienen nombres concretos en la figura de las madres, capaces de
quitar la vida a un fruto de sus entrañas. Y en más de una ocasión, forzadas
por varones sin conciencia que no tuvieron reparo en crear esas vidas
irresponsablemente, y que con la misma irresponsabilidad fuerzan a quitarlas de
en medio.
El
día de los santos inocentes no es así una fecha para gastar bromas, sino para
experimentar el terrible dolor de las vidas perdidas antes del uso de razón,
sin que hayan hecho nada contra sus semejantes.
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