MUCHAS FELICIDADES en la Navidad de Jesús
LITURGIA
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En la Misa de Medianoche (aunque se venga a celebrar a la
tarde/noche por motivos prácticos y pastorales), la lectura 1ª (Is.9, 2-7) nos
saluda con un anuncio emocionante, que advierte el cambio de la historia: El pueblo que caminaba en tinieblas vio una
luz grande. Y explica que el pueblo estaba en las sombras, cuando les
brilló una luz que aumentaba la alegría y el gozo. ¿Por qué? Porque la vara del opresor, el yugo de la
carga, el bastón de su hombro, los quebrantaste. Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado, y es su nombre
“Maravilla de Consejero”, “Dios fuerte”, “Padre perpetuo” y “Príncipe de la
paz”.
En la 2ª lectura (Tit.2,11-14) se aplica a la fiesta de hoy
la palabra aquella de Pablo: Ha aparecido
la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a
renunciar a la vida sin piedad y a los deseos mundanos, y a vivir en adelante
una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la venida de nuestro Señor Jesucristo.
Y desembocar en la narración escueta del nacimiento del
Señor. (Lc.2,1-14). Un momento tan sublime que, sin embargo, en el evangelio,
se nombra casi de corrida: Y mientras
estaban allí (en Belén) le llegó a María el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo
envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre.
Un ángel de Dios es el que celebra la gran fiesta y la
comunica a los pastores, con el primer villancico de la historia: Gloria a Dios en el Cielo, y en la tierra
paz a los hombres que Dios ama.
La 2ª Misa es “de la aurora”: comienza con la 1ª lectura de
Is.62 , 11-12: Mira a tu salvador que
llega, el premio de su victoria le acompaña. Completado con el Salmo 96: Hoy brillará una luz sobre nosotros, porque
nos ha nacido el Señor, insistiendo así en la idea de la 1ª Misa.
Nuevamente viene una 2ª lectura de la carta a Tito (3,4-7)
con una referencia a que ha aparecido la
bondad de Dios y su amor al hombre. Se avanza en la idea de que no es
mérito del hombre, que no lo hubiera merecido, sino don de Dios, por su propia
misericordia, con la que nos ha salvado.
Para desembocar en el evangelio de Lc.2,15-20, que trae la
adoración de los pastores. Avisados por el ángel que les ha nacido un salvador,
vienen a adorarlo, y a admirarse de todas las cosas que se decían del Niño. Y
María, como un cofre de reliquias valiosas, guardaba
todas estas cosas en su corazón. Y los pastores se vuelven a sus rebaños
dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído, tal como se les
había anunciado.
Finalmente la MISA DEL DÍA, que es propiamente la que
corresponde a las Misas del día 25, sube el tono a la eternidad, donde tiene su
principio sin principio el Verbo de Dios, el Hijo, igual al Padre.
Comienza la 1ª lectura (Is.52,7-10) con una exclamación de
emoción por el mensaje que trasmite: ¡Qué
hermosos los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la buena noticia,
que pregona la victoria, que dice a Sión: “Tu Dios es rey”! Es el mensaje
de este día que ya tiene en su historia la venida a la tierra del Hijo de Dios.
En distintas
ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los
profetas, Ahora, en esta etapa final,
nos ha hablado por el Hijo. El Hijo que es LA PALABRA DE DIOS, el que
nos hace audible el mensaje del Padre, y que es la Palabra poderosa que sostiene el universo. (Heb.1,1-6, en la
2ª lectura).
Finalmente el evangelio (Jn.1,1-18) que nos pone por
delante la eternidad del Hijo de Dios, el Verbo eterno como el mismo Padre: En
el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era
Dios. Estamos ante lo que sería el “nacimiento” eterno del Hijo, el mismo
que –al pasar de los siglos- se encarna en el seno de María y se hace hombre,
cuya fiesta celebramos en el día de la Navidad. Y por ello nos felicitamos,
porque somos los creyentes en Cristo los más afortunados hombres y mujeres de
la historia.
Pidamos a Dios sentir la felicidad auténtica de compartir
humanidad con el Hijo de Dios encarnado.
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Para que la presencia de Jesús en nuestro mundo nos dé ojos limpios
para ver lo bueno. Roguemos al Señor.
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Para que sintamos con la grandeza de corazón de Jesucristo. Roguemos al Señor.
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Para que compartamos felicidad con los que pasan necesidad. Roguemos al Señor.
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Para que hagamos unión de eucaristía con los que nos rodean. Roguemos al Señor
OREMOS: Que no nos encerremos en nosotros y en nuestro
pasarlo bien, y que procuremos hacer sentir la Navidad a otros que viven menos
favorecidos.
Lo pedimos por Jesucristo N.S.
Hago un paréntesis en mi retiro para desear públicamente a todas las personas de buena voluntad, y en especial al Padre Cantero, una muy FELIZ NAVIDAD del Señor.
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