Mañana tenemos en Málaga la celebración del
PRIMER VIERNES
LITURGIA
El Señor
es la Roca perpetua (Is.26,1-6). Es lo que va a dar pie al evangelio que
sigue a continuación. El anuncio de los tiempos mesiánicos va a crear murallas
y baluartes que defiendan al Pueblo de Dios. Y su seguridad va a estar en ese
Señor como Roca inconmovible, que da consistencia a unos tiempos nuevos. En
ellos la humildad vencerá a la soberbia, y va a tener prioridad el pobre porque
el pobre no tiene más apoyo que el Señor.
Jesucristo concluye el sermón del monte con una advertencia
importante (Mt.7.21.24-27). La verdadera fe no es la que se apoya en la
verborrea espiritual; en repetir un “Señor,
Señor” que piensa que así va a ser escuchado. La fe auténtica tiene que “cumplir la voluntad del Padre que está en
el cielo”.
Y para hacerse entender, el Señor recurre a sus parábolas. El que escucha estas palabras mías y las
pone en práctica, se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre
roca. Con esto ya está ligando este evangelio con la 1ª lectura, en la que
la Roca es Dios mismo. Edificar la casa sobre Dios, los mandatos de Dios, el
pensamiento de Dios. Y eso lo conocemos a través de Jesús, Palabra del Padre,
que nos va conduciendo a la verdad completa por la fuerza del Espíritu Santo
que actúa en nosotros.
Cuando se ha edificado sobre roca, no se conmueven los
cimientos: Cayó la lluvia, se salieron
los ríos, soplaron los vientos, y descargaron contra la casa, pero no se
hundió. Puede haber embates de mil clases que actúan contra la fe de la
persona. No se viene abajo porque su fe está en el Señor.
Da pena cuando alguien dice que está perdiendo la fe porque
le ocurren contrariedades. ¿Dónde estaba puesta esa fe? ¿Qué pretende uno
alcanzar de la fe? No ha construido sobre Roca.
Jesús continúa su parábola mirando al que construye sobre arena (el que escucha estas
palabras mías y no las pone en práctica): que cayendo la lluvia y soplando los
vientos, rompen contra la casa y se hunde totalmente. Es el caso de muchos,
a quienes la contrariedad les hace dudar. No pusieron su fe en el Señor.
Creyeron que la fe era un salvoconducto para vivir en tranquilidad. No aceptaron
la realidad de un Cristo que padeció él mismo…
No sólo es que el Adviento siempre habla a nuevo. Es que yo
voy a intentar llevaros conmigo a un adviento del que disfruto hace muchísimos
años. [Así comienza mi libro: QUIÉN ES ESTE]
San Lucas es el evangelista del adviento. El ADVIENTO duró
siglos, muchos siglos. Por eso Isaías -8 siglos anteriores a Jesús- es el
profeta que más aparecerá en estos días. Y dicho esto, me vuelvo al principio.
Comienza San Lucas: “Puesto que muchos han emprendido el trabajo de coordinar la narración
de las cosas verificadas entre nosotros, según nos las trasmitieron los que
desde el principio fueron testigos oculares…"
San Lucas no fue discípulo de Jesús. No vio con sus ojos.
Pero es hombre culto, honrado, parte historiador y, mucho, hombre de fe, que ha
leído muchas narraciones de aquella vida de Jesús. Unas le han interesado más.
Otras, menos. Algunas, nada, salvo la curiosidad del “cuentecillo piadoso” y
lleno de fantasías, de aquellos primeros cristianos que pretendían “llenar
lagunas” o ver en Jesús un puro milagro sobrenatural. (Son los evangelios apócrifos (no revelados por Dios), que unas veces encierran costumbres de la época, historietas
más o menos verosímiles, y muchas fantasías).
Por eso Lucas, el médico, no se limitaba tomar de aquí y de
allí. Él sabe que hay muchas cosas escritas, muchas verdades sublimes, y mucha
necesidad de expurgar. Y para eso tiene a mano “testigos oculares”, contemporáneos de Jesús o muy cercanos a los -que desde el
principio- habían visto y oído o recibido de primera mano. Y, además,
“ministros de la palabra”. ¡Que no es decir poco!
La devoción pretende que la gran confidente de Lucas fue
María, la Madre
de Jesús, y por eso Lucas es el “evangelista de la infancia”. Por lo que yo
puedo saber, eso queda en la “piedad” pero no en los hechos históricos
probados.
Lo que sí es cierto –son cosas que se verán a lo largo de
este periplo- es que testigo ocular y plenamente fidedigno de Lucas fue el
Espíritu Santo, Por eso Lucas será el evangelista más humano, más sencillo, más
asequible…, a la par que el gran evangelista del Corazón misericordioso. Para
el que quiere entrar por primera vez en el Evangelio, yo siempre le llevo a San
Lucas.
Él, sus datos, mi fantasía (apoyada en ciertas costumbres de
Israel), va a ser nuestro acompañante en el Adviento, si Dios quiere. Por
supuesto que MARÍA va a ocupar el protagonismo, como persona que vivió de lleno
el adviento histórico, y fue parte esencial de él.
Todas las personas pasan cada día por contrariedades en el mundo. A veces incluso ocurre que lo percibimos porque las conocemos. Pero al mismo tiempo, las pasamos nosotros. La contrariedad no es un elemento del que se pueda salvar uno por medio de la fe. Lo que si ayuda la fe es a vencer el efecto de la contrariedad, haciendo pasar a la persona por encima de ella, manteniendo sus fuerzas intactas o renovando su esperanza para seguir adelante. En eso consiste la perseverancia en la fe.
ResponderEliminarTambién es bueno tratar de ser observador de tu propia realidad y analizar bien, porque siempre hay una bendición en nuestra vida que hace que la oscuridad que puede dar una contrariedad más o menos difícil, sea bien enfocada.
Otra cosa que podríamos hacer con "nuestra fe" es la de procurar nosotros el alivio al prójimo en sus contrariedades. La fe puede mucho cuando hay. La pregunta es: ¿tenemos fe? ¿en que tenemos puesta la fe y para que?
Es el propio Cristo quien hizo esta pregunta en una ocasión: ¿Cuando yo regrese, hallaré fe en la tierra?
Ciertamente, la fe es un don, pero no es menos cierto que la fe hay que cuidarla y hacerla fructificar. "Muéstrame tu fe y yo te mostraré mis obras hechas por la fe", o dicho de otro modo: "muéstrame tu verborrea de decir "Señor Señor...", y yo te mostraré que la fe es otra cosa".