LITURGIA
El Adviento litúrgico está dividido en dos
partes. Desde el Domingo 1º al día 16, y del 17 al 24. Los evangelios de la
primera parte son escogidos en relación
a la 1ª lectura, concretando en la obra de Jesús los anuncios mesiánicos que se
han desarrollado en esas primera lecturas.
A partir del 17 los evangelios corresponden a “lo
histórico” de aquellos últimos tiempos del adviento que nos narra sobre todo el
evangelio de Lucas y algún detalle de San Mateo. En este período la voz
cantante la llevan, pues, los evangelios, que nos hacen vivir las propias
experiencias de aquellos personajes que antecedieron a la venida de Jesús.
Estamos ya en el 17 de diciembre, y por tanto ya entramos
en este segundo período, que es de rango litúrgico superior. Ahora no se
entremezcla ningún santo del santoral cristiano. Nos zambullimos plenamente en
el tema de la espera inmediata del Mesías.
La 1ª lectura está tomada del Génesis (49,2.8-10) con la
promesa de Jacob sobre Judá, que será entre sus doce hijos el que continúe la
línea mesiánica: No se apartará de Judá
el cetro ni el bastón de mando entre sus rodillas, hasta que le traigan
tributos y le rindan homenaje los pueblos. Es una de las primeras profecías
sobre la rama de la que vendrá a nacer el Mesías Salvador.
El evangelio, de San Mateo (1,1-17) encierra una de esas
genealogías a las que eran tan dados los israelitas, y que para ellos son de
suma importancia para determinar el origen de alguna persona.
Mateo va a centrar la venida de Jesús, empezando desde Abrahán,
el padre de la fe de aquel pueblo, y cuya línea no se corta sino que se
continúa fielmente en Isaac, Jacob y Judá.
Judá se casó con una prostituta, de la que tuvo hijos y en
concreto a Farés. Farés a Esrom…, y así sigue la línea mesiánica que llega a
Jesé, y a David. El Mesías será hijo de
David, a través de otra serie de personajes: Salomón, Roboam, etc., hasta
el destierro de Babilonia.
Después del destierro hay otra serie que desemboca en José,
el esposo de María, de la cual nació
Jesús, llamado Cristo. De modo que el que da línea directa mesiánica a
Jesús es José.
Para un conocedor de los personajes bíblicos que se citan
en esta relación, aparecen personas indeseables, que fueron vergüenza de
Israel. Lo que significa que Jesús no ha venido al mundo sino asumiendo en su
historia gentes de todas clases, puesto que él venia a salvar al mundo entero y
no se redujo a personajes ejemplares. Asume la historia tal cual es, y en la
vida y en las familias, hay de todo, y tanto más cuando pasan siglos de por
medio.
Aparte de eso, hay una cierta ficción en la elección de los
personajes progenitores, de manera que se divide esa genealogía en tres grupos
iguales de catorce generaciones cada uno, lo que busca como un dato “perfecto”
coincidente para introducir en el mundo la figura del Mesías.
No puedo explicarme con ese dato una comunicación que yo
recibí en cierto cursillo, en que se hacían coincidir los números con su
equivalente de letras hebreas, de modo que salían las consonantes del nombre de
DAVID (en hebreo no hay vocales). Pase que coincide la primera y la última, que
puede ir con el número catorce. Pero la consonante intermedia sería otra “D”
según la cuenta de los “catorce” de cada grupo. Lo que ya no me he puesto yo es
a contar los nombres que salen en cada grupo y si por ahí puede explicarse
aquello que a mí me mostraron en aquel cursillo. Lo he transcrito a modo de
curiosidad, y por si hay alguien que tenga la respuesta.
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