LITURGIA Jesucristo Rey del
Universo
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVKVqngPw0vseGchaYchFlbApsPGkUDDvmFT1esyBn_LWHOwOP36vX4Oc7yskzYOJ5nIdJ2zEhLKqrkaEKkeh07jky1pE_kGRq4o-XBBgbGn0LIXVUxXTDsnlHWp5OMrK_A5ev96zwJCA/s400/Jesus+4.bmp)
Cuando los fariseos pretendieron que les concretara cuándo
iba a llegar el Reino de Dios, él les responde que no den crédito a los que
digan que “esta aquí” o “allí”, porque el
Reino de Dios está entre vosotros, o por decirlo en forma directa: el Reino
de Dios es Jesucristo mismo, y el Reino de Dios está donde Cristo está.
En el Padrenuestro nos enseña Jesús a pedir que venga a nosotros el Reino de Dios. Y él
llega y es proclamado Rey y él se manifiesta como Rey. El evangelio de hoy es
muy expresivo (Lc.23,35-43): sobre la cruz de Jesús, Pilato planta un letrero,
que dice: JESUS NAZARENO REY DE LOS JUDÍOS. Y cuando los sacerdotes pretenden
que lo cambie, Pilato –hasta entonces condescendiente de más- se afianza en lo
escrito. Jesucristo es Rey.
Y llega aquel malhechor crucificado a su derecha a
reconocerle como Rey y le pide que te
acuerdes de mí cuando estés en tu reino, y Jesús asiente a aquel título y
le dice que hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso, en mi Reino de
felicidad.
Ese es el reinado de Jesús; ese es el reinado de Dios. No
es un reino humano, un reino de poder e influencias, sino una cruz, desde donde
reina Jesucristo, y ese Paraíso prometido al malhechor que ha hecho acto de fe
en ese rey ajusticiado como él en un patíbulo infamante de una cruz.
La 1ª lectura -2Sam.5,1-3- nos muestra la elección que
hacen las tribus del norte de Israel, que escogen a David como rey, de acuerdo
con Dios que ha prometido: Tú serás el pastor
de Israel, tú serás el jefe de Israel. Y lo ungen Rey. Naturalmente David
no podía ser el rey para siempre porque moriría. Pero aquel reinado se prolonga
hasta los tiempos de Jesús: el hijo de
David, el rey de Israel, en quien se verifica ya el Reinado de Dios.
Y la 2ª lectura –Col.1,12-20- nos dirá que Él es anterior a todo, y todo se mantiene en
él… Porque en él quiso Dios reconciliar consigo todos los seres, los del cielo
y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.
El año litúrgico nos ha ido llevando en dos líneas
paralelas a esa síntesis de nuestra vida que está plasmada en los misterios de
la vida de Jesús, por una parte, y en los misterios de la vida de la Iglesia, a
través de los domingos del año. Todo ello culmina finalmente en la FIESTA DE
JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO en la que se recopila todo y da sentido a todo,
porque Jesucristo es nuestro rey.
No se trata de establecer comparación con los reyes de la
tierra. El Reinado de Dios es otra cosa. No es reino de poder sino dominio
sobre nuestras almas para que en todo momento vivamos de cara a Dios y
cumplamos sus decretos. O lo que es lo mismo: para que el evangelio sea nuestra
pauta de conducta. No sólo nuestra materia de meditación y oración, sino ley de
vida.
Sea la EUCARISTIA el centro de nuestro conocimiento interno
del Corazón de Cristo, y que así reine en nuestros corazones, en el sentir y en
el pensar y en el querer. Porque Jesucristo reinará cuando pensemos al modo
suyo, sintamos con sus sentimientos, y amemos lo que él ama.
Pidamos que venga a nosotros el Reino de Dios.
-
Para que la Iglesia sea el lugar donde Cristo reine y desde se expanda
a todo el Universo. Roguemos al Señor.
-
Para que en nuestros pensamientos, palabras y obras se vaya realizando
el Reino de Dios. Roguemos al Señor.
-
Para que en el mundo reine Jesucristo, en los Estados, los Gobiernos,
el pueblo. Roguemos al Señor.
-
Para que la EUCARISTÍA sea el centro de nuestra vida. Roguemos al Señor
OREMOS.- Libra, Señor, al mundo de la esclavitud del mal y
establece entre nosotros tu Reino de santidad y de gracia, de verdad y de vida,
de justicia de amor y de paz.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡GRACIAS POR COMENTAR!