Este tercer viernes NO HAY ESCUELA DE ORACIÓN,
que pasa al cuarto viernes, día 22.
LITURGIA
Podríamos ver en esta lectura del libro de
Sabiduría (6,2-12) una fuerte advertencia a los que tienen el poder, porque a
ellos se les va a exigir mucho por su grado de responsabilidad en que se
desenvuelva el orden y el bien común. Dice expresamente que al pequeño también
se le exigirá, pero menos, porque tiene menos conocimiento y menos
responsabilidad en el conjunto.
Los que están en el poder, de Dios han recibido ese
encargo. Por lo mismo, él examinará sus intenciones. Si como ministros de su Reino, no habéis gobernado rectamente ni
guardado la ley, ni habéis caminado haciendo la voluntad de Dios, terrible y
repentino caerá el juicio sobre vosotros; un juicio implacable espera a los que
mandan. (Parece escrito este texto para el momento actual, con tantas
situaciones de desconcierto que hay por el mundo y por nuestra Patria).
Concluye el párrafo con una exhortación: Desead, pues, mis palabras; ansiadlas, que
ella os instruirán.
Tenemos reciente el evangelio de los diez leprosos curados,
y poco nuevo puede decirse de ese hecho. Lo recordamos en Lc.17,11-19. Iba
Jesús camino de Jerusalén, y pasaba entra Samaria y Galilea; estamos, pues, aún
al norte de Palestina. Cuando iban a entrar en un pueblo, le salieron al
encuentro diez leprosos. Se paran a lo lejos, porque los leprosos no podían
tomar contacto con la gente, por estar estigmatizados como enfermos
contagiosos, que podían infestar a otros.
Desde esa distancia gritaron a Jesús: Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros. Tenemos, pues a unos
enfermos que saben que Jesús se compadece de los que sufren, y vienen a él con
la fe de que pueden alcanzar la salud
por la palabra de aquel Maestro.
Jesús los ve y les dice: Id y presentaros a los sacerdotes. Era doble la razón de aquella
palabra de Jesús. Para la creencia del pueblo, la lepra era consecuencia del
pecado. Por tanto eran los sacerdotes los que tenían que hacer en aquellas
situaciones. Pero juntamente eran los sacerdotes los que declaraban limpio de
lepra al que hubiera quedado curado de aquella terrible enfermedad. Lo que
significa que Jesús ya había hecho la curación cuando los envía a los
sacerdotes, y que les está diciendo indirectamente que quedan curados de su
lepra.
Se fueron hacia los sacerdotes, y observaron por el camino
que su piel había curado y estaba sonrosada normalmente. Nueve siguieron su
camino hacia los sacerdotes, como estaba estipulado por la ley. Pero un
samaritano, para quien las leyes no valían por su actitud cismática respecto a
Jerusalén y el mundo religioso de Israel, se volvió a Jesús y se postró ante él
para darle las gracias.
Jesús sintió gozo de aquel hombre; incluso gozo de que no
se ceñía a la materialidad de las leyes, y preguntó: ¿No han sido diez los curados? Los otros nueve ¿dónde están? ¿No ha
vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios. Y se volvió a él y
le dijo con toda su alma al que seguía postrado en agradecimiento: Levántate; vete. Tu fe te ha salvado. De
los otros no dice nada. Ellos siguen su camino y también están siguiendo la
norma que les ha dado Jesús. Ellos dependen más de la ley y, aunque curados por
la acción de Jesús, van a su avío: que los sacerdotes declaren su curación, y
así poder reintegrarse a la vida social como unos más del pueblo.
Pero es curioso cómo Jesús se ha resentido de que no
volvieran a dar gracias, y cómo acoge con simpatía al samaritano que sí ha sido
capaz de regresar al que le ha curado, y agradecerle la curación.
Suele aprovecharse este relato para insistir en el hecho de
que Jesús, aun siendo él quien perdona los pecados, sin embargo remite a los
sacerdotes para que ellos den constancia del perdón. Lo cual es una gracia muy
especial porque las personas necesitamos de esa constatación. Dios perdona, sí,
el pecado. Pero quiere “materializar” el hecho del perdón en la palabra de
aliento, consuelo, ayuda e incluso corrección que aporta el sacerdote en un
acto tan humano como el de la manifestación del arrepentimiento por parte del
pecador y de mano tendida al perdón por parte del sacerdote, en quien Jesús ha
depositado el poder de perdonar los pecados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡GRACIAS POR COMENTAR!