LITURGIA
Juec.6,11-24.- Leyendo este
texto ve uno reflejado en la pregunta de Gedeón tantas y tantas preguntas que
se hace la gente: Si el Señor está con
nosotros, ¿por qué nos ha venido encima todo esto? ¿Dónde han quedado aquellos
prodigios que nos contaban nuestros padres? Es comprensible que haya una
pregunta a Dios ante los desastres que se viven. ¿Dónde está Dios? Y como un
modelo de respuesta que hay que aplicar a toda pregunta de ese tipo, Dios se
manifiesta a Gedeón de forma fehaciente.
Pero veamos: Gedeón
preguntó respetuosa y religiosamente. Gedeón no se quedaba en la queja. Estaba
disponible a lo que Dios pudiera querer de él. Y Dios le encarga que sea el
propio Gedeón el que libre al pueblo de la tiranía de los madianitas que
asolaban los sembrados de los israelitas.
Gedeón se extraña:
¿Quién es él para tamaña empresa? Es el más pequeño de una pobre familia. ¿Qué
puede hacer él? Y Dios le dice: Yo estaré
contigo y derrotarás a los madianitas como un solo hombre.
Gedeón pidió a aquel
extraño personaje que se le ha hecho presente que quedara allí mientras él le
ofrecía una comida, y marchó a prepararle un cabrito y panes ácimos. Y cuando
los tuvo, se los trajo. El tal personaje le dijo que pusiera la carne sobre una
piedra y que derramara sobre ella el caldo. Lo tocó con la punta del cayado y
se levantó una llamarada que consumió todo.
Quedaba patente que
era Dios mismo quien se había presentado. Dios había dado respuesta a la
pregunta: Dios seguía allí y Dios seguía haciendo sus obras. Lo que Dios
requiere es un hombre de buena fe que no se encierra sobre su queja, y que está
disponible a los proyectos de Dios. Ahí es donde está la respuesta. Ahí es
donde tendrían que dirigirse esas preguntas de muchos que quieren saber “dónde
está Dios”, en vez de preguntarse dónde están ellos, y cómo pueden hacerse
disponibles a los proyectos de Dios. No tanto qué piden sino qué ofrecen, para
que Dios “toque” con su dedo misericordioso y haga subir esa llamarada de
aceptación.
Gedeón sintió el temor
reverencial de haber tenido delante a Dios, pero Dios lo tranquiliza: No temas, no morirás. Y Gedeón levanta
un altar en aquel lugar, y le puso el nombre de “Señor de la paz”
Continuación del
evangelio de ayer, Jesús reacciona ante la marcha del joven: Mt.19,23-30: Creedme: difícilmente entrará un rico en el
Reino. Lo repito: más fácil le es a un camello pasar por el ojo de la aguja,
que a un rico entrar en el Reino. Se espantaron los discípulos y exclamaron:
Entonces, ¿quién puede salvarse? No
hablaba Jesús de “salvación” sino de pertenencia al Reino. Para “salvarse” –ya
lo dijo- tenían los mandamientos. Pero el Reino era el que él traía. Con todo,
aclaró: A los hombres no les es posible.
Pero Dios todo lo puede Y una de las cosas que está en las manos de Dios es
hacer pobre al que es rico, hacer humilde al que es soberbio, poner en
disposición al que no lo está.
Pedro entonces
preguntó qué pasaría con ellos, que lo habían dejado todo y habían seguido a
Jesús. Y Jesús, sin entrar en más detalles, les dio la respuesta: A los que han dejado todo y lo han seguido,
cuando llegue la resurrección os sentaréis en doce tronos para regir a las doce
tribus de Israel.
Y bajando más al
concreto, les dice: El que por mí deja casa, hermanos y
hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna.
Puede pensarse que
esto se queda aplicado sólo a los consagrados. La realidad es que hay muchas
personas en la vida que viven esa realidad, porque cumplen perfectamente
aquello de Jesús: El que ama más a Dios
que a sus familiares…, o el que se ama menos a sí mismo… Se trata de tantos
que han sacrificado una buena parte de su vida para hacerse generosos con sus
hermanos, por razón de su fe y amor a Jesucristo. La experiencia da que se
recibe ese ciento por uno y la satisfacción de tener una herencia de vida
eterna. Doble paga, pues. Así es la grandeza del corazón de Dios. Ahí está
Dios, dando respuesta a la pregunta que le hacemos. Y que sería la respuesta a
tantos que se quejan a él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡GRACIAS POR COMENTAR!