Liturgia:
Otro día muy lleno en las lecturas de
la Misa. Amplia la 1ª lectura (Hech.3,11-26) es continuación de la de ayer, con
la curación del lisiado del templo. La gente se ha arremolinado alrededor de
Pedro y Juan y parece hacerlos a ellos el centro de lo sucedido. Pedro tiene
que salir al paso y mostrarles que no son ellos los que tienen que recibir
agasajo porque quien ha actuado dando el movimiento a aquel paralítico ha sido
Jesús.
Y ya aprovecha para repetir una vez más el misterio total: vosotros entregasteis a Jesús y lo
rechazasteis ante Pilato. Rechazasteis al santo, al justo cuando pedisteis el
indulto de un asesino. Matasteis al autor de la vida pero Dios lo resucitó de entre los muertos.
Este hombre ha creído en
su nombre, y su fe le ha restituido completamente la salud. Dios ha cumplido su
promesa que había hecho por los profetas.
Todo esto tiene una consecuencia que Pedro le pone delante
a aquellas gentes a las que les está explicando. Y es que ahora le toca a
ellos: arrepentíos y convertíos
para que se borren vuestros pecados. Que sois hijos de los profetas y por
tanto sois hijos de la alianza que hizo Dios con vuestros padres. Dios envía a
su Cristo primeramente para vosotros, para que os traiga la bendición.
Condición necesaria para ello es que vosotros os apartéis de vuestros pecados.
Y el pecado del que tenéis que salir es de la falta de aceptación de Jesús,
como Mesías que Dios había prometido y que es el salvador.
En Lc.24,35-48 tenemos la continuación del relato de ayer.
Los dos discípulos que han regresado desde Emaús con el corazón ardiendo de
emoción porque han visto al Señor, y pensando que ellos traen la novedad a los
apóstoles y demás discípulos, se encuentran con que ya es noticia sabida porque
Jesús se ha aparecido a Simón Pedro.
Estaban hablando de estas cosas cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: -Paz a vosotros.
La primera reacción es de miedo. ¿Por dónde y en qué momento ha entrado Jesús?
De ahí el miedo y la fácil idea de que aquello que ven delante es un fantasma.
La sorpresa les ha cogido de improviso. Y Jesús les dice: ¿Por qué os alarmáis? ¿Por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: SOY YO EN
PERSONA. Palpadme y daos cuenta que un fantasma no tiene carne y huesos
como veis que tengo yo. Y dicho eso les mostró sus manos y pies con las
llagas de los clavos, ya luminosas.
Y como no acababan de creer, les dice: ¿Tenéis ahí algo de
comer? Y le traen un resto de pescado
asado, y él lo tomó y comió.
El sentido apologético de este texto es evidente, aunque
hubiera nacido del propio Jesús. Porque un cuerpo resucitado no tiene carne y
huesos, ni come. Pero tenían que convencerse de que Jesús resucitado era
realmente el mismo Jesús de antes, y Lucas nos narra esos detalles que son más
comprensibles para aquella gente que necesita pruebas de que están ante Jesús.
Para aquella gente y para aquellas comunidades a las que Lucas dirigía su
evangelio, que necesitan de pruebas de la verdad de la Resurrección del Señor.
El resultado final es el que saca Jesús de este episodio: Esto es lo que yo os decía mientras estaba
con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y
salmos acerca de mi, tenía que cumplirse.
Lo que sigue es de una importancia enorme y de una proyección
práctica muy fuerte. En aquel momento les
abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Es que todas las
razones y todas las pruebas de otro tipo no bastan para asentir con fe. Tiene
que haber un toque de Dios en el alma de la persona para que llegue al
asentimiento y a la seguridad que trae el sentido de la fe. Nos dirá más
adelante –hoy no lo recoge el evangelio leído- que a los discípulos y apóstoles
les quiso dejar parados en Jerusalén hasta
que recibieran la fuerza de lo alto. Mientras tanto no basta ni las pruebas
ni la buena voluntad. El cambio de cada persona no se produce por razones, sino
por “la fuerza de lo alto”…, cuando Dios pone en el alma esa “chispa” de su
Gracia y “abre el entendimiento para entender las Escrituras”. Que no es el
“entender” de la comprensión o explicación sino ese otro entendimiento de la
fe, que está en otra zona diferente y que es pura gracia de Dios.
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