Liturgia:
Seguimos con Pablo, quien junto a
Bernabé trasmiten la palabra de Dios, y la gente acude a escucharlos. A los
judíos les levanta la envidia el ver cómo la gente se va tras ellos y esos
judíos responden con ofensas a las palabras de Pablo. Entonces el apóstol junto
a Bernabé les advierte a los judíos que el mensaje de salvación era en
principio para ellos, pero ya que ellos no quieren aceptarlo porque no se
consideran dignos de la vida eterna, se dedicarán a los gentiles. Interpreta
Pablo con toda convicción que así se lo ha mandado el Señor: Yo os haré luz de los gentiles. Aquello
fue una estampida de gozo para los gentiles, que alababan la palabra del Señor,
y creyeron muchos de ellos.
No les salió de balde aquello a los dos apóstoles, porque
las señoras distinguidas organizaron una persecución contra ellos, quienes
hubieron de abandonar el territorio. Y siguiendo lo que Jesús había enseñado a
hacer cuando el apóstol no es aceptado, sacudieron sus pies en testimonio
contra aquellas señoras y se marcharon de allí con el corazón lleno de gozo,
alegría y Espíritu Santo. Podríamos decir que “razón de más” para aquella
vocación de salida al mundo gentil. Providencia de Dios que saca bienes de los
males, y que abre así el horizonte al mundo entero. Ahí queda la obra de Pablo,
de la que nos llega un testimonio especial en sus diversas cartas a ese mundo
no judío: romanos, corintios, gálatas, efesios…, que han enriquecido el
conocimiento de nuestra fe.
En el evangelio seguimos con el sermón de la Cena
(Jn.14,7-14) con diversos puntos de interés. Jesús acaba de decir que si me conocierais a mí, conoceríais también
a mi Padre, gran afirmación que nos hace posible saber que el conocimiento
de Jesús nos mete de lleno en el conocimiento del Padre. Pero todavía se
explicita más a propósito de la intervención de Felipe: Señor, muéstranos al Padre y nos basta. A lo que Jesús responde un
tanto extrañado: ¿Todavía no me conocéis? Felipe:
quien me ha visto a mí, ha visto al Padre. El Padre permanece en mí y yo en el
Padre.
Jesús es el SACRAMENTO DEL PADRE. ¿Qué es un “sacramento”?
–Una realidad visible que nos pone en comunicación con lo invisible. Al Padre
nadie lo ha visto. Pero el Padre se ha mostrado en el Hijo. De ahí que Jesús,
como signo sensible, nos ha puesto en contacto con el Padre Dios. No hace
muchos días una persona me insistía en que ella no quiere cuentas con Dios (con
el Padre) al que ve alejado y poco amable. Sólo quiere relacionarse con Jesús,
cercano y misericordioso. Y tuve que irle llevando a comprender que tanto amó el Padre al mundo que le envió a
su Hijo, de manera que el amor del Padre es el que hace posible la obra del
Hijo. Y que cuanto de bondad pueda ver en Jesús, no es sino el reflejo de la
bondad del Padre; “Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre”, “el Padre y yo
somos UNO”. Las obras que yo hago
–dice Jesús en el evangelio de hoy- el
Padre hace él mismo las obras. Y a la hora de creer en mí, hay que creer a las obras. Y dando un
salto admirable y emocionante, nos advierte que quien cree en él, hará las mismas obras de Jesús y aun mayores; porque
yo voy al Padre y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré para que mi Padre sea
glorificado.
En mi apostolado de Ejercicios espirituales he tenido que
empezar con frecuencia por desmontar la imagen falsa de Dios, la imagen falsa
del Padre Dios. De una parte el mismo léxico popular ha mostrado un Dios lejano
y hasta cruel, lo cual es propio de religiones primitivas, donde el hechicero
estaba puesto para aplacar a los dioses. De ello hay mucho contagio en el
Antiguo Testamento en el que la idea absolutamente teocéntrica de que nada
puede ocurrir sin la directa intervención de Dios, ha hecho redactar a los
escritores de la Biblia unas imágenes de Dios airado, lleno de cólera,
castigador. Y también períodos de la predicación que han insistido abusivamente
en la idea de un Dios terrible y temible.
No se parece en nada con la imagen que Jesús nos trasmite
de su Padre. Y con esa afirmación de que “quien me ha visto a mí, ha visto al
Padre”. ¿Y qué es lo que hemos visto en Jesús? La ternura, la misericordia, la
cercanía a la necesidad de la persona…, a Jesús que no juzga a nadie y no
condena a nadie, sino que advierte para que las personas huyan del mal y se
abracen al bien, con el que llegarán al abrazo amoroso del Padre, “que no
quiere la muerte del pecador sino que se convierta y viva”.
Me agradan los dos últimos párrafos del comentario. Aun en nuestros días estamos usando salmos en los que Dios va a derrotar a nuestro enemigo. Yo personalmente no tengo enemigos que derrotar, he tenido como todos personas que me han rodeado y no me han querido nada e incluso han buscado algún aml para mi, pero yo no los puedo considerar enemigos para los que quiera un mal, eso no sería cristiano.
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