Liturgia: Domingo 1º de CUARESMA.- B
Comienza la Cuaresma con las
tentaciones de Jesucristo. Y por cierto, este año, con el evangelio de San
Marcos, (1,12-15) que no explicita nada sino que se limita a constatar el hecho
de los 40 días del desierto, dejándose
tentar por Satanás Eso y que vivía en un lugar inhóspito entre alimañas y que los ángeles le servían
es todo lo que consta por la narración de este evangelista.
Un comentarista resume de forma muy simple y real que
“tentación es la vida del hombre sobre la tierra”. La vida es una constante
tentación porque siempre se nos ofrece lo cómodo, lo placentero, lo ventajoso…,
como primera oferta que se nos pone ante los ojos. Y enderezar el rumbo de modo
que no nos dejemos engañar sino que hagamos permanentes elecciones de lo que
debemos vivir y cómo, es la lucha que se ofrece para vencer la tentación, es
decir, para que la vida se viva bajo la fuerza del bien, de la verdad y de la
verdadera belleza, que es adonde Dios nos dirige. Ya hace unos días, el jueves
de ceniza, se nos enfocaba el período cuaresmal como una actitud de elección
entre bueno y malo, entre vida y muerte. Y hablando lenguaje cristiano, entre
bueno y mejor.
Por eso la lucha frente a la tentación tiene que ser la
práctica constante de ir aplicando ese principio para que lo que vivamos en el
día a día sea la elección de lo que es más agradable a Dios.
Por otra parte se nos pone de manifiesto que la tentación
no es un mal. Si hubiera sido un mal, Jesús no hubiera podido ser tentado.
Jesús se deja tentar porque quiere poner ante nuestros ojos que la tentación es
parte de la vida, y que lo que toca es luchar frente a los engaños sutiles que
lleva en sí la tentación. Por eso en el Padrenuestro se pide a Dios que no nos deje caer en la tentación, y no
se pide no tener tentaciones. Las tentaciones suceden y no precisamente como
obra del demonio sino como situación normal en la que debemos tomar partido…;
situaciones en las que nos encontramos sin querer o en las que nos hemos metido
por imprudencia. Lo importante es no dejarse caer en la tentación y estar
siempre muy avizores para evitar que el engaño nos doblegue.
Jesús, vencidas las tentaciones, sale a predicar la Buena
Noticia, el Evangelio de Dios, advirtiendo de que ya se ha cumplido el plazo y
que el reino de Dios está cerca. Tan cerca que es que Jesús ya está en su vida
pública y él lleva en sí el reino de Dios y es el que quiere mostrar y hacer
que el mundo acoja porque ese reino de Dios es la salvación.
La 1ª lectura, con el pacto de Dios con Noé (Gn.9,8-15) ha
barruntado lo que será un día ese reino de Dios: un pacto de Dios con el hombre…, una señal por la que Dios se
compromete a que nunca más habrá otro diluvio.
Jesucristo es mucho más que la señal del arco que puso Dios
en las nubes. Jesucristo es el enviado de Dios que es semejante en todo a los
hombres, menos en el pecado, y que por eso ha querido pasar por la prueba de la
tentación. Pero no sólo la vence sino que da el paso al frente para que el
reino de Dios sea una realidad.
Con ello nos está llevando al terreno de que nosotros no
podemos contentarnos con salir vencedores de la tentación, sino que tenemos que
lanzarnos hacia adelante y vivir una vida mucho más llena de bondad que el
simple liberarnos del mal.
En eso, la 2ª lectura (1Pe3,18-22) nos hace mirar al hecho esencial de nuestro
Bautismo, por el que el Espíritu Santo pone en nosotros un botón de fuego para
caminar con decisión en la línea de una conciencia recta, exigente y pura, que
no juegue con el mal, que no discuta con la tentación, que camine con los ojos
puestos en Dios y en Jesucristo para vivir una vida acorde con la vocación
bautismal que hemos recibido, esa vocación que nos hace hijos de Dios y herederos de su gloria.
La EUCARISTÍA es el sacrificio de Cristo, y por tanto la
más terrible de las tentaciones. De ella sale victorioso Jesús porque –incitado
a bajar de la cruz para creer en él- no cayó en la tentación y se mantuvo fiel
a la vocación redentora que había ofrecido a Dios. Ojalá que nosotros, ante la
riqueza profunda de la Eucaristía, luchemos decididamente ante toda tentación
que la vida nos va a poner por delante en el transcurso de nuestra vida.
Pidamos a Dios la fidelidad al reino, aun en las cosas
pequeñas.
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Para que la Iglesia sea fiel a su misión en la presentación del reino
de Dios, Roguemos al Señor.
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Para que en la realidad de nuestra vida personal seamos sinceros para
no jugar con la tentación, Roguemos al
Señor.
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Para que respondamos a nuestro Bautismo con mucha fidelidad, Roguemos al Señor.
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Para que viviendo la Eucaristía, seamos fieles al reinado de Dios en
nosotros, Roguemos al Señor.
Con la oración
que Cristo nos enseñó, pedimos que “no nos dejes caer en la tentación, y que
nos libres de todo el mal”.
Por Jesucristo N. S.
El ser humano será tentado por el Demonio a lo largo de toda su vida. la tentación en sí no es mala, lo malo es que el hombre sucumba porque comete una infidelidad a nuestro Dios hecho hombre por Amor.En el Padrenuestro se lo pedimos: "No nos dejes caer el la tentación". El hombre, por sí mismo, sin la ayuda del Espíritu Santo no podría salvarse; pero Dios nos tiene unidos a Él con una cuerda de Amor.Respeta nuestra libertad, y nos inspira para que hagamos lo bueno. Todos conocemos las penalidades del desierto; a veces parece que nos falta la fuerza para seguir, pero Él Señor lo ha vivido y ha vencido, con lo cual, también nosotros, alimentadospor Él , venceremos.
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