Liturgia:
Llegamos al último domingo –por
ahora- del Tiempo Ordinario. En él se hace –en la 1ª lectura
(Lev.13,1-2.44-46)- una descripción de la situación de los leprosos (tomado el
tema de la lepra en un sentido muy amplio). Una afección de la piel era
suficiente para que el individuo quedase marcado socialmente, y tuviese que ir
al sacerdote para que dictaminase su situación. “Se trata de un hombre con lepra, y es impuro”, es decir
contagioso…, un peligro para el resto de la población.
En consecuencia ha de vestir harapiento y despeinado y con
la barba rapada, para que se le distinga a distancia y la gente se aparte de
él. Es más: ha de ir gritando “Impuro,
impuro” (la palabra “tabú” que indicaba que debían apartarse las personas
al paso del leproso).
Como se puede ver, era una situación muy desgraciada, que
dejaba a la persona enferma de lepra, lejos de la vida social.
Un leproso se acerca a Jesús (Mc.1,40-45), suplicándole de
rodillas. Un leproso que no está guardando las normas de la distancia pero que
ha confiado en el Señor. Su oración es muy delicada y abandonada en el
sentimiento de Jesucristo: Si quieres,
puedes limpiarme. Tiene esa seguridad. Si Jesús quiere, el leproso confía
que puede quedar limpio de su lepra. Está pendiendo de él.
Jesús alarga su mano y, ante la repulsa de sus mismos
discípulos, tocó al leproso, algo que
hubiera supuesto que Jesús quedaba contagiado. Pero Jesús es la sanación y la
vida, y responde al leproso: Quiero.
Queda limpio. La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Pero eso no bastaba para su reincorporación a la vida del
pueblo. Por ello Jesús le dice que vaya al sacerdote, que es el que tiene que
declarar que ha quedado libre de su enfermedad. Y ha de ofrecer su don, como
mandó Moisés.
Jesús le encargó severamente que no lo dijese a nadie. Pero
es natural que aquello no podía dejarlo pasar por alto el hombre que volvía a
ser persona. Y divulgó el hecho con grandes ponderaciones. Por esa razón Jesús
no podía entrar abiertamente en los pueblos y se quedaba en los descampados, y
aun así venían muchos de muchas partes.
Hay una 2ª lectura que es de enseñanza práctica. 1Cor.10,31
a 11,1, da una norma de vida que puede ser perfectamente vivida por todo
creyente, y a la vez servirle de pauta para su modo de comportarse: cualquier cosa que hagáis –comer, beber u
otra cosa cualquiera- hacedlo todo para
gloria de Dios.
Traslademos ese principio a la vida concreta de cada
persona. Y haga lo que haga, que tenga siempre delante si aquello es para
gloria de Dios. Porque si lo es, siga adelante. Si no lo es, detenga su acción
porque aquello no agrada a Dios.
Y entonces, sigue diciendo Pablo, no será motivo de
escándalo para nadie.
Y dice de sí que él procura
contentar en todo a todos, no buscando mi propio bien, sino el de ellos para
que todos se salven. En consecuencia, exhorta a seguir mi ejemplo, como yo sigo
el de Cristo. No ha sido vanidad del apóstol sino hacer presente que la
recomendación que ha hecho de hacerlo
todo a gloria de Dios, es algo que es posible. Él lo vive, y por tanto es
posible vivirlo. Lo que hay es que proponérselo seriamente y convertirlo en
norma para la vida.
La persona que está muy liada en algún tipo de pecado,
piensa que no es posible salir de esa situación. Y Pablo se pone en medio y
dice: si yo lo cumplo es porque es posible cumplirlo.
El ejemplo de los buenos creyentes ha de ser testimonio de
que se puede vivir de acuerdo a los mandatos de Dios, y que ningún mandamiento
es imposible. Lo que requiere es la actitud seria de que vivir la vida
cristiana no es un paseo sino una lucha que hay que mantener constantemente
contra las tentaciones que inclinan al mal. O podría decirse de forma más
positiva: la vida cristiana es haber amado a Dios sobre todas las cosas, y en
consecuencia ya comáis, ya bebáis o
hagáis, sea todo para gloria de Dios.
A eso nos lleva la fuerza de la gracia de Dios. Y el camino
de la gracia santificadora son los sacramentos. Entre la práctica frecuente del
Sacramento de la Conversión (“la confesión”) y la participación en la
EUCARISTÍA en forma seria y comprometida, se va construyendo esa fuerza por la
que es posible hacerlo todo para gloria de Dios.
Señor, si quieres puedes limpiarme.
-
Que nuestra oración sea confiada e insistente. Roguemos al Señor.
-
Que la lepra del alma, que es el pecado, nos lleve al sacerdote, como
primera solución. Roguemos al Señor.
-
Que nuestra vida proclame claramente que Cristo nos ha limpiado. Roguemos al Señor.
-
Que todo lo que hagamos sea bajo la mirada de Dios y para su gloria. Roguemos al Señor.
Sabemos,
Señor, que si te ponemos delante de nuestros ojos, vamos a tener una mayor
fidelidad a tus mandamientos. Concédenos esa mirada y esa fe que nos lleve a
amarte sobre todas las cosas.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
El tema central de la liturgia de hoy es la purificación del pecado, que es como la lepra del alma.
ResponderEliminarEl Señor viene a buscar a los enfermos, y Él es quien únicamente puede calibrar y medir con toda su tremenda realidad la ofensa del pecado.
En el salmo se desarrolla la misma reflexión :"Dichoso el que está absuelto de su culpa.....".
El encuentro con el Señor es un día inolvidable como lo fue para el leproso del Evangelio.
Pidamos al Señor que nos conceda por mediación de nuestra Madre, hoy nuestra Señora de Lourdes,la gracia reconocer nuestras flaquezas y debilidades y dejar que El nos toque para sanar todas las miserias de nuestra vida.
La doctrina de Jesús tiene un valor prerenne para los hombres de todas las generaciones; un tesoro que vamos recibiendo de manos de la Iglesia que es la depositaria y lo guarda fielmente con la asistencia del Espíritu Santo y lo expone con autoridad . Es algo hermoso porque al adherirnos a la FE que la Iglesia nos propone, nos ponemos en comunicación directa con los Apóstoles y, a través de ellos con Jesucristo, nuestro primer y único Maestro; corremos por encima de los siglos y nos plantamos en su propia escuela.. Gracias a este Magisteriovivo , podemos decir que el mundo entero ha recibido su Doctrina, y que se ha convertido en Galilea y que toda la tierra es Cafarnaún y la Humanidad entera está a orilla del Lago de Genesaret.Es requisito indispensable que todos los hombres conozcan estas verdades de la FE para salvarse.Nadie se puede salvar si no conoce la Verdad de Cristo.Debemos de conocer muy bien todas estas verdades y evitar las lecturas que pongan en peligro la Fe o la moral. La FEes nuestro mayor tesoro, y por nada del mundo nos podemos exponer a perderlo. Se lo pedimos a la Santísima Virgen , nuestra Madre que nos proteja para que nuestra Fe no se malogre, que nos enseñe a discernir entre lo bueno y lo malo, para no care en las insidias del maligno.
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