Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En la página evangélica del día de hoy, en el capítulo décimo
del Evangelio, Lucas nos hace entender cuánta necesidad tenemos de invocar a
Dios, “el Señor de la mies, para que envíe operarios a su mies”. Los operarios
de los cuales habla Jesús son los misioneros del Reino de Dios, que Él mismo
llamaba y enviaba “de dos en dos delante de sí en cada ciudad y lugar a donde
estaba por ir”.
Su taera era anunciar un mensaje de salvación dirigido a todos.
Los misioneros anuncian siempre el mensaje de salvación a todos; no solamente
los misioneros que van lejos, también nosotros, misioneros cristianos que
decimos una buena palabra de salvación. Y este es el don que nos da Jesús con
el Espíritu Santo. Este anuncio es decir: “Está cerca el Reino de Dios”.
Porque Jesús ha ‘acercado’ a Dios hacia nosotros, Dios reina en
medio de nosotros, su amor misericordioso vence el pecado y la miseria humana.
Esta es la Buena Noticia que los ‘operarios’ tienen que llevar a
todos: un mensaje de esperanza y de consolación, de paz y de caridad. Jesús,
cuando envía a sus discípulos delante de él en los pueblos les recomienda:
‘Antes digan: paz a esta casa’ (…) curen a los enfermos que allí se
encuentren’.
Todo esto significa que el Reino de Dios se construye día a día
y ofrece ya en esta tierra sus frutos de conversión, de purificación, de amor y
de consolación entre los hombres. ¡Es algo muy hermoso construir día a día este
Reino de Dios que va naciendo! ¡No destruir, sino construir!
¿Con cuál espíritu el discípulo de Jesús deberá realizar esta
misión? Como primera cosa deberá ser conciente de la realidad difícil y a veces
hostil que lo espera. De hecho Jesús dice: ‘Les envío como corderos en medio de
los lobos’. Es clarísimo. La hostilidad está siempre al inicio de la
persecución de los cristianos: porque Jesús sabe que la misión es obstaculizada
por la obra del maligno.
Por esto, el operario del Evangelio se esforzará en ser libre de
los condicionamientos humanos de todo tipo, no llevando ni bolsa, ni alforja,
ni sandalias, como ha recomendado Jesús, para solamente confiar en la potencia
de la Cruz de Cristo. Esto significa abandonar todo motivo de vanagloria
personal y volverse humilde instrumento de la salvación obrada por el
sacrificio de Jesús, muerto y resuscitado por nosotros.
La del cristiano en el mundo es una misión estupenda y destinada
a todos, es una misión de servicio, ninguno excluído. Esta necesita de tanta
generosidad y sobre todo de la mirada y del corazón dirigido hacia lo alto para
invocar la ayuda del Señor.
Hay mucha necesidad de que hayan cristianos que testimonien con
alegría el Evangelio en la vida de cada día. Los discípulos enviados por Jesús,
‘llegaron llenos de alegría’.
Cuando nosotros hacemos así, el corazón se llena de alegría. Y
esta expresión me hace pensar a la alegría de la Iglesia cuando sus hijos
reciben la Buena Noticia, gracias a la dedicación de tantos hombres y mujeres
que diariamente anuncian en Evangelio: los sacerdotes, aquellos buenos párrocos
que todos conocemos, las monjas , misioneros, misioneras… Y me pregunto,
escuchen la pregunta: ¿Cuántos de los jóvenes que ahora está aquí presentes en
la plaza sienten la llamada del Señor para seguirlo?
¡No tengan miedo! Sean valientes y lleven a los demás esta llama
del celo apostólico que nos ha sido dada por estos discípulos ejemplares.
Recemos al Señor, por la intercesión de la Virgen María, para en
la Iglesia no falten nunca corazones generosos, que trabajen para llevar a
todos el amor y la ternura del Padre celeste”.
El Santo Padre reza la oración del ángelus y después dirige las
siguientes palabras:
“Queridos hermanos y hermanas, expreso mi cercanía a los
familiares de las víctimas y de los heridos del atentado que se registró ayer
en Daca. Y también ante el sucedido en Bagdad. Recemos juntos por ellos, por
los difuntos y pidamos al Señor que convierta el corazón de los violentos
enceguecidos por el odio.
(El Papa reza) Dios te Salve María…
Saludo a todos los fieles de Roma y peregrinos que llegaron de
Italia y de diversos países. En particular al grupo de Bérgamo guiado por su
obispo. Los bergamascos no han ahorrado para el cartel, ¡se ve bien! Y a los de
Braganca-Miranda (Portugal); a las monjas Misioneras del Sagrado Corazón que
vinieron desde Corea con algunos fieles; a los jóvenes de Ibiza que se preparan
para la Confirmación;y al grupo de peregrinos venezolanos. Quiero saludar
también a mis compatriotas de La Rioja, de Chilecito: ¡se ve bien la bandera
allí!
Saludo a algunas peregrinaciones especiales, en el signo de la
misericordia: el de los fieles de Ascoli Piceno, que llegaron a pié a lo largo
de la antigua vía Salaria; el de los socios de la Federación italiana de
turismo equestra, que vinieron a caballo, incluso algunos desde Cracovia;
a los que vinieron en bicicleta y motocicleta desde Cardito (Nápoles).
Saludo al concluir, a la Asociación “Bricciole di speranza di
Carla Zichetti, la familia Camiliana laica, la escuela jardín de Verdellino, a
los jóvnes dde Albino y Desenzano, y a los de Sassari.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡GRACIAS POR COMENTAR!