Liturgia
Miqueas (7, 14-15. 18-20) se adelanta hoy a la idea del Pastor de
Israel, Dios, como Pastor bueno que pastorea
a su pueblo, con especial atención del profeta a las que están apartadas en la maleza. Lo mismo que Dios liberó a su
pueblo cuando lo sacó de Egipto, así ahora Dios conduce a su pueblo. Es un Dios
como no hay otro, que perdona el pecado,
absuelve la culpa y se complace en la misericordia. Y volverá a compadecerse y
extinguirá nuestras culpas, arrojará al fondo del mar todos nuestros delitos.
Es un presagio de Jesús, el Pastor Bueno, que quedará
definido con toda clase de detalles en el Evangelio, pero que ya está dibujado
de antemano por el profeta, mirando así directamente al Corazón de Dios.
Mt 12, 46-50 nos trae el muy conocido momento en que Jesús está metido de lleno en una enseñanza a un
grupo de gentes, realizando su misión mesiánica y de establecimiento del reino
de Dios.
En esto recibe un recado: Tu madre y tu familia está ahí fuera y quieren hablar contigo.
Jesús ha de hacer una elección ante Dios: o dejar de hacer
lo que está haciendo de acuerdo con su vocación mesiánica, o continuar con lo
que está haciendo. La llamada que le hacen de parte de su familia puede
esperar. Él ha de plantearse qué poner primero. Y Jesús tiene muy claro que
primero es el Reino de Dios. Tiene superclaro el amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con
todas tus fuerzas, y es evidente que eso no está sólo para saberlo sino
para vivirlo. Y cuando se plantea un dilema a elegir, es evidente que ha de
elegir según ese primer mandamiento que está sobre todos los demás.
Y Jesús pone sus ojos en aquellas gentes que tiene delante
y concluye: Mi madre y mi familia son los
que escuchan la palabra de Dios. Éstos son mi madre y mis hermanos. Luego,
cuando acabe, cuando haya cumplido su misión, entonces atenderá con alma y vida
a su madre y a los familiares.
Y por lo demás, las palabras de Jesús no alteran para nada
el lugar de su madre, puesto que ella fu la que más decididamente escuchó la
palabra de Dios: Hágase en mí según tu
Palabra. Y con aquella elección que había hecho Jesús había confirmado la
gran realidad del puesto preeminente que ocupa su madre en su vida y en su obra
de Mesías. Pero siempre teniendo como primordial el amor a Dios SOBRE TODAS LAS
COSAS.
Todo este episodio no se queda para una meditación más o
menos acertada sobre la relación de Jesús con su madre, o para saber si los
parientes pretendieron poner a María como señuelo para sacar a Jesús de su
labor, por aquella imaginación que ellos habían tenido de que Jesús pudiera
estar salido de sus cabales.
El meollo de este relato nos atañe directamente a todos en
lo que hemos de saber elegir en nuestras diversas opciones, teniendo siempre
delante que a Dios hay que ponerlo por encima de todas las cosas. Y eso ya no
es teoría. Al cabo del tiempo se nos presentan ocasiones en que hay que tomar
partida entre diversos extremos. Y el metro-patrón que ha de regir la decisión
a tomar esté en que a Dios hay que amarlo SOBRE TODO. O sea: en la elección no
podemos irnos por nuestras preferencias, afectos y temores, sino poniendo por
delante lo que se nos presente como lo más acorde con la voluntad de Dios. Y
entonces hay que adoptar esa solución aunque haya que actuar contra el amor
propio y el afecto natural.
El evangelio no está para “hacer oración” y luego dejarlo
sobre la mesita de noche, sino para sacarle las consecuencias y ponerlas por
obra. Que en eso consiste escuchar la palabra de Dios, y dar a
Dios lo que es suyo. Luego será todo lo demás.
Cuando en el mes de octubre pasado comencé mis comentarios sobre el CATECISMO DE LA IGLESIA CATÖLICA, los hice a partir de nuestras verdades de fe:Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia católica,la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.
ResponderEliminarQuedando la primera parte del Credo, que no he comentado, continúo haciéndolo, ya que considero bueno saber lo que creemos cuando afirmamos:Creo en Dios Padre Todopoderoso......
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)
ResponderEliminarPOR QUE PODEMOS CREER.
"Hay que conocer a los hombres y las cosas humanas para amarlos; hay que amar a Dios y las cosas divinas para conocerlos".
¿PARA QUÉ ESTAMOS EN LA TIERRA?Estamos en la tierra para conocer y amar a Dios, para hacer el bien según su voluntad y para ir un día al cielo.
Ser hombre quiere decir: venir de Dios e ir a Dios.Tenemos un origen más rfemoto que nuestros padres. Venimos de Dios,en quien reside toda la felicidad del Cielo y de la Tierra y somos esperados en su bienaventuranza eyerna e ilimitada.Mientras tanto vivimos en la tierra. A veces experimentamos la cercanía de nuestro Creador, con frecuencia no experimentamos nada en absoluto. Para que podamos encontrar el camino a casa, Dios nos ha enviado a su Hijo, que nos ha liberado del pecado, nos ha salvado de todo mal y nos conduce infaliblemente a la verdadera vida¨.Él es el camino y la verdad y la vida.(Jn 14,6).
Continuará
Hoy, Jesús, alaba a todos los que quieren ser sus discípulos y hacer la voluntad del Padre: :¡ nosotros somos su familia! En nuestra familia sobresale la Virgen María, nuestra querida Madre, primera Discípula, que nos enseña a hacer en todo momento la voluntad del Padre de los cielos. Nunca podemos olvidar el clima de familia y confianza mutua ue debemos cultivar y construir en nuestras Comunidades cristianas.
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