Liturgia
Cambiamos a Miqueas: 2, 1-5: el profeta lamenta que haya quienes traman
maldades por la noche y las cumplen por
la mañana, porque tienen el poder en sus manos. De ahí la codicia, la rapiña,
la opresión sobre los otros.
No puede el profeta menos que pensar que Dios no se va a
quedar de brazos cruzados ante tanta injusticia y atribuye a Dios la venganza: la desgracia contra esa familia, ese pueblo.
Sobre ellos cantarán cantos de muerte.
El SALMO 10 exclama: No
te olvides de los humildes, Señor. Precisamente porque son los humildes los
que sufren los abusos de los poderosos. El
malvado se gloría de su ambición y su boca está llena de maldiciones. Pero tú,
Señor, ves las penas y los trabajos y los tomas en tus manos. A ti se
encomienda el pobre y tú socorres al huérfano.
El enfrentamiento constante de los fariseos con Jesús acaba
provocando en hombres tan radicales unos planes de acabar con Jesús. (Mt 12,
14-21). Coincide precisamente con la 1ª lectura de esos hombres que traman por
la noche y quieren ejecutar sus maldades al día siguiente.
Jesús se entera (siempre hay alguien que avisa a Jesús de
las decisiones malévolas de los fariseos) y Jesús opta por marcharse de allí.
Lo siguen muchas buenas gentes, y Jesús va haciendo el bien por donde pasa,
curando enfermos pero pidiendo que lo lleven en secreto para que no lo
descubran los fariseos.
El evangelista quiere hacernos llegar a una lección
importante. Nosotros podríamos pensar por qué Jesús no se les enfrenta a los
fariseos y los deja sin palabras…; pensaríamos: cómo no los humilla hasta el
polvo…
El evangelista nos da la respuesta: porque se cumple la
profecía de Isaías: Mirad a mi siervo, mi
elegido, mi amado, mi predilecto. Ese es Jesús, y esa es la palabra de
Dios. Sobre él he puesto mi espíritu para
que anuncie el derecho a las naciones. Pero muy al revés de lo que podemos
pensar los humanos, Jesús no es un vengador que vaya a aplastar a los enemigos
para salir victorioso de ellos. Lo que expresamente está anunciado de él es que
no porfiará, no gritará, no voceará por
las calles. No quebrará la caña que ya está cascada (no va a hacer leña de
los fariseos, que ya tienen sus días contados); no apagará el pabilo que se consume… No ha venido a aniquilar a sus
enemigos. La gloria de Dios se impondrá por sí misma y en esa gloria de Dios
esperan las naciones.
Y al hablar de “las naciones” nuestro pensamiento se tiene
que ir más allá de Israel, más allá de la influencia y hegemonía farisaica. La
historia nos da que allí donde los judíos no supieron valorar la obra salvadora
de Cristo, un campo inmenso se abrió a la obra de la redención, porque vino a
extenderse por el mundo entero.
A aquellas “huidas” de Jesús, que evitaban el
enfrentamiento, sucedieron en la historia de la Iglesia primitiva otras muchas
salidas de los cristianos perseguidos que conforme iban huyendo de sus
perseguidores, iban expandiendo la fe cristiana por tierras extranjeras. El
libro de los Hechos de los Apóstoles es
claro exponente de ello. Y Pablo, como apóstol de los gentiles, es la más clara
prueba de ese bien que vino desde el mal de la violencia de otros. Aquello del
refrán: No hay mal que para bien no venga.
Los apóstoles que se fueron repartiendo por el mundo fueron
como la demostración de que Jesús llevó razón con no presentarle cara a los
fariseos… Más valía una parcial huida a tiempo, pero que quedara la posibilidad
de seguir haciendo el bien, aunque fuera en secreto (por un tiempo). Porque
luego, cuando las aguas se habían tranquilizado, Jesús volvía a aparecer y actuar.
La verdad y el bien no podían ser acallados y Jesús estaba allí para trasmitir
al pueblo sencillo ese bien, y a dejarnos a nosotros su obra y su doctrina,
su estilo y su pensamiento, sus
sentimientos y su misma vida.
Vaya hoy la felicitación a todos y todas quienes celebráis
vuestra fecha onomástica, en este día tan universal y devoto de NUESTRA SEÑORA
DEL CARMEN, una de las más populares y extendidas celebraciones en honor de la
Virgen María.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)
ResponderEliminarLA ORACIÓN DEL SEÑOR:PADRENUESTRO.
"Padre del cielo, no te pido ni salud ni enfermedad, ni vida ni muerte, sino que tú dispongas sobre mi salud y mi enfermedad, sobre mi vida y mi muerte, para tu gloria y para mi salvación. Sólo tú sabes lo que me conviene".
"NO SÓLO DE PAN VIVE EL HOMBRE, SINO DE TODA PALABRA QUE SALE DE LA BOCA DE DIOS"(Mt 4,4).-Esta palabra de la Escritura nos recuerda que los hombres tienen un hambre espiritual que no se puede saciar con medios materiales. Se puede morir por falta de pan; pero también se puede morir porque sólo se ha recibido pan. En el fondo somos alimentados por aquel que tiene "palabras de vida eterna"(Jn 6,68)y un alimento que no perece(Jn 6,27): la sagrada EUCARISTÏA.
PERDONA NUESTRAS OFENSAS COMO TAMBIEN NOSOTROS PERDONAMOS A LOA QUE NOS OFENDEN.-El perdón misericordioso,que nosotros concedemos a otros y que buscamos nosotros mismos, es indivisible. Si nosotros mismos no somos misericordiosos y no nos perdonamos mutuamente, la misericordia de Dios no puede penetrar en nuestro corazón.
Muchas personas tienen que luchar durante toda la vida para poder perdonar. El bloqueo profundo de la intransigencia sólo se disuelve finalmente mirando a Dios, que nos ha aceptado "siendo nosotros todavía pecadores". Dado que tenemos un Padre bondadoso, son posibles el perdón y la vida reconciliada.
Continuará
Hay mucho Isaías en el Evangelio de hoy.Los fariseos le tienden trampas a Jesús porque quieren acabar con Él;y, el evangelista nos brinda la identidad de Jesús a través de los Cánticos del Siervo de Jahvé. Jesús es el amado del Padre que, lleno del Espíritu, ofrece la salvación a todos. Lo hace sirviendo, sin ostentación, lleno de misericordia para con todos ,especialmente los más débiles. Nunca ha querido desistir de su misión salvadora y siempre ha tratado de convencernos de que su modo de actuar debe ser el nuestro, único camino de salvación.
ResponderEliminarFelicitamos con cariño filial a Nuestra Señora del Carmen y le pedimos por este mundo tan convulso; con Ella podremos llegar felizment a la montaña que es Cristo. Dejémonos conducir por María que es Madre y sabe cómo protegernos( Papa Francisco).