LITURGIA
Isaías (6, 1-8) ha
tenido una visión sublime: ha visto el trono de Dios y la orla del manto, que
llenaba el templo. Corte de querubines y serafines que cantaban el triple SANTO
al Señor poderoso. El profeta tiembla ante la visión, no sólo por su magnificencia
sino porque ha visto a Dios, siendo él un hombre pecador (de labios impuros). Un serafín vuela hacia él y toca sus labios con
un ascua tomada del altar, y le dice: Ya
no eres impuro, ha desaparecido tu culpa; tu pecado ha quedado perdonado.
Desde el cielo llega
la voz de Dios que pregunta: ¿A quién
mandaré? ¿Quién irá por mí? Y el profeta se ofrece incondicionalmente: Aquí estoy; mándame.
Nadie puede darse por
imperdonable o quedarse parado por su
propia incapacidad. Dios purifica a quien se deja purificar, y Dios queda
entonces abierto a cualquiera que quiere escucharlo. Nadie tiene derecho a
escudarse en su pecado ni en su impotencia. Habiendo recibido gracias de Dios,
no queda más actitud que la de la disponibilidad: “¡Mándame, Señor!”. El “adónde”,
el “cómo” y el “cuando” quedan a la voluntad de Dios. Y no hay más sensata
postura que la de la aceptación y la disponibilidad a lo que el Señor disponga.
Continúa Mateo la enseñanza de Jesús
a sus apóstoles. (10, 24-33). La verdad es que la perícopa que tenemos hoy es
más para seguirla paso a paso que para entrar en explicaciones. Pero algo diré.
El
discípulo no es más que su maestro; ya basta ser como él. Y al maestro le han
llamado Belzebú. Nos solemos dar por ofendidos ante el juicio o la palabra
menos atenta del otro. ¡A Jesús le llamaron “príncipe de las moscas”…! No os preocupéis ni temáis; que la verdad
llega a descubrirse, y nadie deja de ser lo que realmente es por mucho que
los demás digan de él. Vosotros lo que yo
os digo al oído, pregonadlo desde las azoteas. Sed lo que sois y proceded
en verdad y no temáis.
No
tengáis miedo a los que matan el cuerpo pero no pueden hacer más: no pueden
matar el alma. Temed a los que pueden dañaros el alma. Pero Dios cuida de los
pájaros, ¡cuánto más de vosotros, que tenéis contados hasta los cabellos de
vuestra cabeza!, y vivís bajo la mano providencial de Dios.
Y Jesús sale garante de quien confía
y se abandona en sus manos. Si uno se
pone de mi parte ante los hombres, yo me pondré de su parte ante mi Padre del
Cielo.
Estamos, pues, ante una exhortación
a aquellos hombres que son enviados, pero que –evidentemente- nos llega a todos
en la misma medida. Cada uno en nuestro caso concreto y en nuestra situación
concreta. La lección de PROVIDENCIA es muy clara y está abierta a todos. Y vale
para todo momento. Es cierto que cuando la vida sonríe y al menos no se sale
del tiesto de “la normalidad”, es muy fácil de aceptar. Pero nos habremos de
poner en la posibilidad de situaciones más difíciles, incluso más extremas,
cuando ya podemos quedar a merced de quien nos atienda. También entonces es
real la providencia de Dios, aunque entonces cueste mucho más descubrir su mano
amorosa, y haya que excitar la fe desde sentimientos mucho más profundos. Dios
seguirá siendo Dios en la salud y en la enfermedad, en la capacidad y en la incapacidad.
Quiera el Señor que entonces se despierte una profunda vivencia de estar en sus
manos, aunque llegue a poder pensarse que nos pasó de su brazo derecho de
terciopelo al brazo izquierdo de la cruz. Pero la cruz es parte de la misma
providencia. ¡Por ella fuimos redimidos!
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)
ResponderEliminarEL CAMINO DE LA ORACIÓN.
"No el mucho saber harta y satisface el ánima, más el sentir y gustar de las cosas internamente"(San Ignacio de Loyola).
QUÉ PASA CUANDO SE EXPERIMENTA QUE LA ORACIÓN NO AYUDA?.-La oración no busca el éxito superficial, sino la voluntad y cercanía de Dios. Precisamente en el aparente silencio de Dios se esconde una invitación a dar un paso más hacia la entrga total, la fe sin límites, la esperanza infinita. Quien ora debe dejar a Dios la libertad plena de hablar cuando él quiera, de cumplir lo que él quiera y donarse como él quiera.
A menudo decimos: he rezado y no ha servido para nada. A lo mejor no rezamos con suficiente intensidad. También cabe preguntarnos ¿he ayunado y he velado también?. Y también podría suceder que le pidamos a Dios lo que no nos conviene. En una ocasión dijo Santa Teresa de Jesús:"Sabe el Señor lo que puede sufrir cada uno, y a quien ve con fuerza no se detiene en cumplir con él su voluntad".
¿QUÉ OCURRE CUANDO NO SE SIENTE NADA EN LA ORACIÓN O CUANDO INCLUSO SE EXPERIMENTA UNA AVERSIÓN A LA ORACIÓN?.-La distracción en la oración, el setimiento de vacio y de sequedad e incluso la aversión a la oración son experiencias de todo orante. Ser constantes en la fidelidad es ya en sí oración.
Incluso Santa Teresa del Niño Jesús estuvo mucho tiempo sin poder experimentar nada del amor de Dios. Poco antes de su muerte la visitó por la noche su hermana Céline. Vió que Teresa tenía las manos enlazadas. ¿"Qué haces?.Deberías intentar dormir", dijo Céline."No puedo , sufro demasiado. Pero rezo" , respondió Teresa. ¿Y qué le dices a Jesús"?."No le digo nada .Le amo.".
Continuará