Solemnidad de SANTIAGO, apóstol
Patrón de España
Liturgia
El contenido de las lecturas de hoy es muy rico. Supuesta la llamada de
Jesús, que hizo discípulos suyos a Santiago y Juan su hermano, nos encontramos
con un evangelio (Mt 20, 20-28) muy conocido y de mucha enjundia. Santiago y
Juan no han entendido aún lo que es el reinado de Jesús, y lo tienen
identificado con un dominio humano. Según eso vienen a pedir a Jesús ser
tenidos como el brazo derecho e izquierdo en ese momento en que Jesús sea rey.
Jesús les corrige: No
sabéis lo que pedís. Y los lleva al otro terreno: ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber? De seguro que ellos no
entendieron aquello del “cáliz” pero sí les era inteligible que era el que “yo he de beber” (por el que va a pasar
el propio Jesús). Y apoyados en esa seguridad de la unión al Maestro, responden
muy decididos que pueden. Y Jesús les
confirma que –en efecto- lo beberán, al mismo tiempo que les quita de la cabeza
aquello de los puestos de privilegio, que se quedan en la voluntad misteriosa del
Padre.
De hecho, Santiago va a ser el primero de los apóstoles que
beba aquel “cáliz”. Se ha compuesto
una lectura primera del libro de los Hechos de los Apóstoles (4, 33. 5. 12,
27-33; 12. 1) que nos narra la acción de los apóstoles que daban testimonio con mucha fuerza de la resurrección de Jesucristo, y
hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Todo eso lo llevaban
muy a mal los jefes religiosos, que conducen a los apóstoles a presencia del
Consejo y les conminan: ¿No os habíamos
prohibido hablar en nombre de “Ese”? En cambio vosotros habéis llenado
Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la muerte de
“ese”.
La consecuencia a la que llega todo eso es a la decisión de
Herodes de decapitar a Santiago, el hermano de Juan. Tenemos, pues, el
testimonio del martirio de Santiago, acreditado por el libro 2º de San Lucas.
Santiago ha bebido el cáliz del Señor, siendo el primer apóstol que derrama su
sangre por la fidelidad al Maestro y a su evangelio.
San Pablo hace una emocionante descripción de la vida de
los apóstoles en 2Cor 4, 7-15. Llevamos
el tesoro de Jesús en vasijas de barro (en la realidad humana), para que se vea que una fuerza tan
extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos
lados, pero no nos aplastan; estamos apurados pero no desesperados; acosados
pero no abandonados; nos derriban pero no nos rematan; en toda ocasión y por
todas partes llevamos en nuestro cuerpo la muerte de Jesús, para que también la
vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
Es una descripción impresionante de la vida del apóstol, y
su sentido pleno en la historia del cristianismo: la muerte, en los talones…, y
sin embargo la vida sobresaliendo siempre de entre los escombros a que los
someten las fuerzas del mal… Mientras
vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte por causa de Jesús,
para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.
Aquel “Podemos beber el cáliz de Jesús” que afirmaron Santiago y Juan, hecho realidad en todos los
apóstoles, y siendo el presagio de la vida del Reino que sólo así puede
entenderse en su realidad total.
SAN IGNACIO DE LOYOLA fundamenta todo el cambio en la vida
del Ejercitante, en el seguimiento de Jesús en su Reino. Y su reino le es
manifestado a través de muchas horas de contemplación de la persona de Jesús
para ir conduciéndolo a la aceptación de una vida en la que camina con él, goza con él, sufre con él, “trabaja”
con él en los duros trabajos del evangelio, hasta llegar a la identificación
con el propio dolor de Cristo doloroso
acompañado hasta la cruz, para luego –finalmente- experimentar el gozo intenso de Cristo resucitado. La
descripción de Pablo ha de ser asimilada a través de horas de contemplación
sobre la persona de Jesucristo, a conciencia de que el propio ejercitante ha de
ser ese apóstol que vive el evangelio y se presta al sacrificio del YO para
hacer resaltar la figura del mismo Jesús. Porque al final ya no vive para sí y
en afirmación de sí el ejercitante, sino que su vida es Cristo, y Cristo vive ya en él.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)
ResponderEliminarDIOS NOS SALE AL ENCUENTRO.
"En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo".(Heb 1,1-2).
¿ESTÁ DICHO TODO CON JESUCRISTO O CONTINÚA TODAVÍA DESPUES DE ÉL LA REVELACIÓN?
En Jesucristo Dios mismo ha venido al mundo Él es la última Palabra de Dios.Oyéndole a él los hombres de todos los tiempos pueden saber quien es Dios y lo que es necesario para su salvación.
Con el Evangelio de Jesucristo la REVELACIÖN de Dios está concluída y completa. Para que la comprendamos, el Espíritu Santo nos introduce cada vez más profundamente en la verdad. En la vida de algunas personas entra la luz de Dios de un modo tan fuerte que ven "los cielos abiertos" (Hch 7,56). Así han surgido los grandes lugares de peregrinación como Lourdes en Francia, Fátima en Portugal o Guadalupe en México. Las "revelaciones privadas" de los videntes no pueden mejorar el Evangelio de Cristo. Estas revelaciones no son vinculantes para todos. Su veracidad es comprobada por la Iglesia.
Continuará
Hoy celebramos la fiesta del Apóstol Santiago que nos traslada a las raíces de nuestra fe. Somos herederos de la Buena Noticia que nos viene de Jesús. Llega hasta nosotros gracias a una larga cadena de testigos; muchos de ellos han gastado su vida por ella empezando por los Apóstoles. No es un camino de rosas: En el libro de los Hechos ya nos cuentan los inconvenientes, las contradicciones, las persecuciones que se han dado a lo largo de toda la Historia de la Iglesia sufridos a causa del Evangelio. "El grano de trigo tiene que morir para dar fruto". Ni la mamá ni los hijos habían entendido nada y Jesús les dice que quien quiera ser el primero, tiene que hacerse el servidor de todos.Esto sirve para nosotros.
ResponderEliminarSegún la Tradición, Santiago estuvo evangelizando en España. Él llegó a Finisterre y creía que había llegado al fin del mundo...