Liturgia
Jeremías se había resistido inicialmente a responder a la llamada de
Dios. Se veía demasiado joven para afrontar la dificultad del profeta que,
frecuentemente, tenía que hacer de conciencia viva y dura del pueblo. Dios le
purificó los labios para que no dijera que era un muchacho y lo envió a
comunicar lo que Dios quería decir a su pueblo.
Y hoy tenemos una primera profecía. (2, 1-3. 7-8. 12-13).
Empieza por un recuento de favores que hizo Dios a Jerusalén e Israel,
mostrándole cariño de joven, como a novia que seguía a Dios, y a quien Dios
defendía. Pero he aquí que Dios los conduce a país de huertos y buenos frutos y
ellos profanan la tierra y la hacen abominable: los sacerdotes no conducen a
las almas a Dios, los doctores de la ley no lo reconocen, y los profetas siguen
a un dios falso. Espantaos, cielos y
horrorizaos por dos maldades de ese pueblo: abominaron la fuente de aguas
vivas; y cavaron aljibes a los que se les iba el agua
¡Terrible profecía!, ¡terrible situación del profeta que
tiene que clamar esas cosas contra su propio pueblo! ¡Terrible situación en la
que se encuentra el profeta, porque se lo van a tomar a mal los jefes del
pueblo! Pero Jeremías tenía que decir lo que Dios le comunicaba y actuar al
modo en que debía actuar.
No era muy distinto en tiempos de Jesús. Había que decir
las verdades del reino y había que decirlas de forma que fuera el mismo pueblo
el que sacara las consecuencias. De ahí que cuando Jesús expuso la parábola del
Sembrador, los discípulos vinieran a preguntarle por qué les hablaba en parábolas. (Mt. 13, 10-17)
Jesús les responde que una cosa son ellos, a quienes se les
puede explicar y profundizar los principios del Reino, y otra cosa son las
gentes del pueblo, que no van a entender nada que se les diga. Pero las
parábolas son un modo de dejarles un pensamiento y que tengan ellos que
rumiarlo y que sacarle consecuencias. Al que no tiene capacidad para más, no se
le puede dar más. Al que tiene capacidad (y ellos van teniéndola) se les puede
explicar. Y de hecho se les va a explicar la parábola, para que se vayan
haciendo el cuerpo a “traducir” los mensajes que Jesús deja detrás de cada
cuentecillo de aquellos, que es mucho más denso de contenido de lo que puede
parecer a primera vista.
Así se cumple en las gentes la profecía de Isaías: Oiréis con los oídos sin oír ni entender;
miraréis con los ojos sin ver porque está embotado vuestro corazón. Han cerrado
los ojos para no ver, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón. Y así
no se convierten para que yo los cure”. San Mateo lo dice de una manera que
resulta aceptable, porque se limita a constatar el hecho. No es lo que quisiera
Jesús, ni Jesús les habla en parábolas para que no se enteren, sino
expresamente es al revés: porque no se enteran de otra manera, y porque se han
embotado para recibir otra doctrina de la que ellos traen de antaño, por eso
Jesús abre un camino que les pique la curiosidad y les dé ocasión a pensar y a
sacar las consecuencias.
Dichosos vuestros
ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. Dichosos vosotros que habéis
abierto las ventanas de vuestro ser para poder captar otro mundo diferente del
que trae ese pueblo y esos jefes, cerrados a cal y canto para oír y ver otra
cosa que la que ya tienen delante y que son como frontones en donde rebota toda
otra verdad. Os aseguro que muchos
profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, y oír lo
que oís, y no lo oyeron. Ésta es la gran riqueza del tiempo presente, dice
Jesús: que estáis viendo y oyendo lo que los mismos justos de antes no pudieron
llegar a ver u oír.
El tiempo de Jesús es el tiempo que apunta a la plenitud.
Siempre le quedarán nuevos descubrimientos por hacer, pero quien ya sabe mirar
con los ojos de Cristo y seguir sus enseñanzas, ya tiene abierta una inmensa
luz para captar el mensaje cristiano, el mensaje de la fe.
Comentaba yo hace unos días lo terrible que es no tener fe,
y como se hace imposible poder explicar temas de fe a quienes no la tienen. Lo
trágico que es hoy día esa impermeabilidad a la fe en la que se han metido
tantos, que han cercenado las fuentes y andan buscando esos aljibes agrietados
de que habla Jeremías, pretendiendo afrontar la vida desde otras perspectivas
ajenas a la fe, y se encuentran con la oscuridad y el vacío, y un mundo sordo
que no les habla de Dios porque lo han apartado de su camino. Han abandonado la
fuente de aguas vivas, y se consumen de sed.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)
ResponderEliminarEL HOMBRE ES "CAPAZ" DE DIOS.
"La más noble fuerza del hombre es la razón. El fin más elevado de la razón es el conocimiento de Dios".(San Alberto Magno).
¡PODEMOS CONOCER LA EXISTENCIA DE DIOS MEDIANTE LA RAZÓN?.-Sí. La razón humana puede conocer a Dios con certeza.
El mundo no puede tener su origen y su meta en sí mismo. En todo lo que existe hay más de lo que se ve. El orden, la belleza y la evolución del mundo señalan más allá de sí mismas, en dirección a Dios. Todo hombre está abierto a la Verdad, al Bien y a la Belleza. Oye dentro de sí la voz de la conciencia,que le impulsa hacia el Bien y le alerta ante el Mal.Quien sigue esta pista razonablemente encuentra a Dios.
¿POR QUÉ ENTONCES LOS HOMBRES NIEGAN A DIOS,SI PUEDEN CONOCERLO MEDIANTE LA RAZÓN?.- Conocer a Dios invisible es un gran reto para el espíritu humano. Muchos se acobardan ante él. Otros no quieren conocer a Dios, porque ello supondría tener que cambiar su vida. Quien dice que la pregunta acerca de Dios carece de sentido,porque no se puede resolver, se lo pone demasiado fácil.
Continuará
Jesús, con sus parábolas pretende abrirnos el corazón y despertar nuestro interés para que seamos capaces de acoger,todo lo que Él nos traslada que es todo lo que Dios desea comunicarnos. A los que tienen esta disposición, Dios les concede comprender y vivir cada vez más de acuerdo a los criterios del Reino. Pero los que no tienen fe, no tienen ningún interés o lo han perdido y no escuchan las parábolas de Jesús, cada día se cerrarán más y se distanciarán más de Dios y jamás podrán entender a Jesús ni el significado de su Mensaje y su Persona.
ResponderEliminar