No tardará en cambiar la cabecera del blog,
pero el blog es el mismo en
sus contenidos.
Liturgia
Adviento nos va poniendo acento en los cambios que va a suponer la
entrada en el mundo del Mesías anunciado. Y hoy se hace hincapié en la nueva
visión con la que hay que ver, cuando ese Mesías de Dios entra en nuestra vida.
Protagonismo, pues, en las lecturas para la vista que van a volver a tener los
ciegos. Ciegos no ya de la visión física, sino necesidad de otra manera de ver
la vida y de enfocar la vida personal.
ZACARÍAS
ha quedado abrumado con el
anuncio tan detallado y maravillosos que le ha hecho el ángel. No sólo le ha
anunciado ese hecho esencial de un hijo en su vejez, y tal hijo cuyo nombre –ya
señalado por Dios- expresa MISERICORDIA (porque ha llegado la hora de la
misericordia de Dios a su pueblo), sino que le ha explicitado tantas cosas que
va a traer consigo ese hijo. Por supuesto para Zacarías (gozo y alegría), pero también para muchos (que se gozarán en su nacimiento). Grande a los ojos de Dios, consagrado (no beberá vino ni sidra), y será lleno del Espíritu Santo ya en el seno
de su madre. Con poco que Zacarías
pueda acoger en medio de su aturdimiento, es evidente que el anuncio que está
recibiendo es un anuncio divino. Más aún: mesiánico, porque ese niño convertirá a muchos…, y preparará al Señor
un pueblo bien dispuesto, precediendo al Mesías con el poder de Elías.
Ciertamente Zacarías se ha embotado con todo ese anuncio y –en
una hora tonta de las que nadie está exento- se le ocurre hablar y pedir una
garantía de que todo eso será verdad: ¿En
qué conoceré yo…? El ángel se pone serio, se identifica como ángel que asiste
al mismo trono de Dios. Y le da la señal que pide para garantía. Esa señal va a
ser no poder hablar desde este momento y durante el tiempo del embarazo de ese
niño. Y Zacarías quiere ahora hablar, quizás pretendería disculparse de su
desliz imprudente, pero ni él puede ya hablar, ni el ángel Gabriel permanece ya
allí junto a él.
Los fieles que, en el exterior, asistían a esa ofrenda de
la tarde están más que extrañados de la tardanza del sacerdote que no acaba de
salir del Santuario, que era –seguramente- un momento en el que los sacerdotes
se dirigían al pueblo con algunas palabras de exhortación. Pero cuando sale
Zacarías, aparte de su rostro que manifiesta algo que no es su estado normal,
no puede dirigir ninguna palabra a los fieles. Lo que les lleva a pensar que
Zacarías ha tenido una visión durante el oficio sagrado. Zacarías trató de comunicarse por señas e
hizo lo que pudo. No cabían muchas explicaciones.
Las sensaciones de Zacarías en este momento eran muy
encontradas. De una parte, su mudez…, y cómo presentarse ante los otros
sacerdotes…, o ante Isabel, su esposa, cuando regrese a la montaña. De otra, el
gozo desmedido de toda la ancha promesa que ha recibido. Y no es difícil pensar
que ganaba en su alma esta gozosa sensación de alegría… ¡Ya se lo había anunciado
el ángel!
Zacarías se desvistió de sus ornamentos litúrgicos y se
dirigió a donde estaban sus compañeros. Si imaginamos a otros sacerdotes en la
que podríamos llamar “sala capitular”, reciben a Zacarías sin saber lo que ha
ocurrido. Zacarías puede allí, ya con más sosiego, expresarse por signos y
comunicar –cuanto es posible- lo que ha vivido. Por supuesto no puede traducir
a signos el anuncio recibido, pero sí el fondo de la cuestión.
Los compañeros le suplirán en otras funciones que podrían
corresponderle, pero lo que ahora tiene que hacer –le dicen cordialmente- es
marchar a su casa, y que la bendición de Dios le acompañe. Zacarías, pues,
salió hacia Ain Karim, con esa doble sensación que llevaba dentro y que ahora
tocaría hacérsela llegar a Isabel… Nadie le puede evitar a ella el primer susto,
pero todo irá teniendo su momento… Y así realizó aquel camino con el alma llena
de alegría y el corazón puesto en este momento de la historia de Dios con su
pueblo, que ahora pasa por Zacarías e Isabel. Y eso será algo que atempere en
ella el disgusto por la mudez de su marido.
Pero dejemos ese momento, que aun no ha llegado, y unamos
nuestros sentimientos a los de Zacarías en su camino de regreso.
HOY ES PRIMER VIERNES DE MES
SACRAMENTO DE LA PENITENCIA Y DE LA RECONCILIACIÒN (continuación)
ResponderEliminarEl pecado es una ofensa a Dios, una ruptura de la comunión con Èl. Al mismo tiempo ,atenta contra la comunión con la Iglesia. Por eso la "conversión" implica a la vez el perdón de Dios y la reconciliación con la Iglesia que es lo que expresa y realiza litúrgicamente elsacramento de la Penitencia y Reconciliación.
Sòlo Dios perdona los pecados.Porque Jesús es el Hijo de Dios, dice de sî mismo :" El hijo de Dios tiene poder de perdonar los pecados en la tierra (Mc2,10) y ejerce ese poder divino "Tus pecados te son perdonados".Mas , en virtud de su autoridad divina,CONFIERE ese poder a los hombres para que lo ejerzan en el mundo. Esta dimensión eclesial se expresa en las palabras solemnes de Cristo a Simòn Pedro "A ti te darè las llaves del Reino de los cielos ,y todo lo que ates en la tierra, quedarà atado en la cielos; y lo que desates en la tierra quedarà desatado en los cielos.
Las palabras "atar" y "desatar" significan :aquel a quien excluyáis de vuestra cominiòn, será excluìdo de la comunión con Dios y a quien recibáis de nuevo en vuesta comunión, Dios lo acogerà también en la suya. La reconciliación con la Iglesia es inseparable de la reconciliación con Dios.