El funeral por el padre de Javier
será hoy a las 1'30 en PARCEMASA
Pero hay algo
que suscita una reflexión aún más allá de lo que estamos diciendo. En el Evangelio nos consta que María guardaba
todas las cosas aquellas en su corazón... (todo lo que era
particularmente significativo, unas veces por agradable, otras por difícil, otras
de pura admiración ante Dios).
De San José
no hay unas referencias especiales, pero bien valdría admitir como tales todas
esas veces que se encontró con Dios en sueños, que obligaban a
pensar, discernir, buscar caminos...
En todo esto
hay unas referencias evidentes a que aquella familia no se limitaba a
REZAR. También ORABA. Es decir: reflexionaba, hablaba con Dios. Dios no les era una especie de “imagen
estática” a la que se le deja a gusto con unas fórmulas, sino UNA
PERSONA a la que se le habla y de quien se escucha. A la que se le habla, sobre todo, DE LAS
COSAS DE DIOS, sus maravillas...., que encendían el alma de aquella
Sagrada Familia. (María dirá en el “Magníficat”
que Dios hizo en Ella maravillas..., que era una expresión muy habitual
para expresar las grandes obras de Dios).
Eran esos
ratos en que en vez de inventar de qué hablar, o quedarse sobre sí mismos “contando sus cosas a Dios”, se iban con
su mente y recuerdo a todo lo que conocían en las Escrituras, de aquellas gestas
de Dios, con las que Dios había ido liberando y conduciendo a su
Pueblo..., y en definitiva a ellos mismos...
¡Y bien reciente que lo tenían!
Y a la hora de estarse a solas con Dios, estaban como el que bebe de una
fuente que no se acaba, porque Dios es insondable, y sus muchos misterios están
ahí puestos a la altura del hombre para que los humanos puedan apercibirse de
ellos, sentirse interpelado por ellos y experimentar la emoción y el gozo de un
Dios cercano que vive junto a ellos y les habla de muchas cosas en el fondo de
su corazón.
Y como todo
eso crea tanto disfrute, a ello se apegaban, buscaban esos tiempos, gozaban de
esas soledades..., y estaban en contacto con Dios..., con esa palabra de Dios
con la que Dios mismo se les comunicaba personalmente, como un Amigo, y les comunicaba tantas cosas. ¡Hasta el punto de que Jesús empezó a decirle
a Dios: “PADRE”, que era algo inaudito en aquella religión...!, y de lo que es
muy seguro que José o María intentaron corregirle. No porque ellos no lo sintieran así, sino
porque no era la forma “correcta” de dirigirse a Dios un judío (para quien
hasta el mismo nombre de Dios no se pronunciaba, por respeto). Pero Jesús les
expresó que Él lo sentía así de cercano, y que para Él Dios era un auténtico padre,
al que le encajaba -más que a nadie- el nombre precioso e íntimo de ABBA
o ABBÁ (que ya expresaba un sentimiento de ternura filial: PAPAÍTO MÍO).
Y es posible
que aquella expresión calara en las entretelas de María y de José, y que se
atrevieran ellos mismos a decirlo cuando hablaban con Dios, sintiéndolo cada
vez más cercano, más suyo, con quien podían hablar con más íntima confianza,
aun en medio de aquel otro “santo temor” (que es el inmenso respeto de
la criatura hacia su Creador, del buen hijo hacia su Padre, muy querido, sentimiento
hondo de la transcendencia del Dios de Israel ante quien se sienten mejor
cuando hacen su postración total en el suelo..., a la vez que familiar y muy íntimamente
cercano) que también venía como don del Espíritu Santo.
NAZARET se
constituye así en un bálsamo constante, en una vivencia de amor, donde los tres
se dirigen a Dios..., donde Dios encuentra camino en el corazón de cada
uno...
El Evangelio nos presenta la curación de un leproso:SEÑOR,SI QUIERES PUEDES LIMPIARME"el leproso se arrodilla postrándose en tierra,lo que es señal de humildad,para que cada uno se avergüence de los pecados de su vida.Su oración está llena de piedad,reconoce que el poder curarse estaba en manos del Señor.Y en sus manos sigue estando el remedio que necesitamos.
ResponderEliminarEl cuerpo del leproso queda limpio al sentir la mano de Cristo.Nosotros podemos decir a Jesús cuando nos acerquemos a comulgar:me acerco como un enfermo al médico de la vida,como un inmundo a la fuente de la misericordia,como un ciego a la luz de la claridad eterna,como un pobre y necesitado al Señor de cielo y tierra.Imploro tu infinita generosidad para curar mi enfermedad,lavar mi impureza,iluminar mi ceguera,vestir mi desnudez para poder acercarme al Rey de Reyes Y Señor de los Señores.